tag:blogger.com,1999:blog-71657083140245222952024-03-05T11:47:20.447+01:00Como una metáforaCríticas y reseñas.
Pablo ChulPablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.comBlogger77125tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-77152477432677869602014-05-03T17:54:00.000+02:002014-05-03T22:05:29.509+02:00Kenzaburo Oé, el adiós a los libros y la poesía como profecía.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="margin-bottom: 0cm;">
I. No sé a quién recomendar los libros
de Kenzaburo Oé, un autor que no se parece a ningún otro. Imposible
recomendarlo a los escritores, desde luego: Oé vive, desde hace unas
cuantas novelas, en un mundo más allá de los intereses habituales
de fondo, forma y sentido. En el conjunto de las características
comunes de los libros del mundo, los suyos participan de las básicas:
tapas, letras, hojas, lenguaje, etcétera. El resto es extraño: una
mente en la que lo conocido se ha reagrupado formando un paisaje
nuevo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
II. Reconocemos algo parecido a literatura
sin todos los párrafos, a un discurso de la sibila. Ante la pregunta
"¿de qué idioma se ha traducido esto", la respuesta es:
la explicación de Oé es su paráfrasis. Tal adhesión exige su
lectura. En su bosque, los árboles no crecen hacia el cielo sino
hacia las profundidades.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
III. Se acepta lo siguiente: la vejez es
impaciencia. Oé tiene casi ochenta años y escribe con el desdén de
quien dejó de ocuparse del estilo hace tiempo. Es ortopédico. Es un
cuaderno de notas. A su afasia le sienta bien una mala traducción:
"Kogito caminó cuesta abajo a pasos cada vez más apresurados.
En su mente se reproducía la narración escabrosa -y a la vez
graciosa, pues, a decir verdad, lo hizo reír varias veces- en la que
Shigeru le había revelado su disparatada historia, reforzándola con
gestos por lo demás exagerados". Los diálogos entre personajes
no son menos aparatosos: marionetas. Kogito y Shigeru transmiten
historia. Oé los caracteriza como un ventrílocuo: les mete la mano
por la espalda y les hace mover las mandíbulas de madera. </div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6ee4RmSvr5SHQJzKSKDI02UVZxN_8dDMfX9aweFVkPOZx7Nvn8u-NFr5djapnHVVcMs1IBGk5C4AVHfYtblQzrXC8tJ-LnhUqBiRoz2H2MnMdYUfidIdSr3nIqvOO0QD04fzWGMGP1wc0/s1600/Tarkovsky-Polaroid-15.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></a><br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI_am9leU4ZQ0rfH0qi0Xlf3DexW6pzK2PjE66akj7XGfqH8D-8YCTP4kBR_gaQnBqmXJVU1vDWDbh0_tEQGNAH5FAFsR13YbyImaFhnWmIABGMaBIUTztzQn390c4mpVpCaYriKtRsKe8/s1600/Polaroid-1-Dog.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI_am9leU4ZQ0rfH0qi0Xlf3DexW6pzK2PjE66akj7XGfqH8D-8YCTP4kBR_gaQnBqmXJVU1vDWDbh0_tEQGNAH5FAFsR13YbyImaFhnWmIABGMaBIUTztzQn390c4mpVpCaYriKtRsKe8/s1600/Polaroid-1-Dog.jpg" height="400" width="395" /></a></div>
<br />
IV. Aceptamos
así también lo siguiente: aquí la verosimilitud no se apoya en el
naturalismo. Adiós. Aquí estamos más cerca de C.S. Lewis: la
cualidad mítica de una historia es lo que garantiza su supervivencia
(y su lectura). Cómic o sombras, Orfeo y Eurídice son eternos. No tienen tiempo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
V. Creo que ningún escritor antes que Oé
ha convertido en recurso narrativo (o desde luego no lo ha hecho de
manera tan precisa) una idea mística: la poesía es el recuerdo del
futuro.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
VI. Aceptamos, pues: el lenguaje poético
no es en sí lenguaje (no está sujeto al error, a la voluntad, a la
rectificación) sino profecía precisa. El poema es una comunicación
directa con el futuro de quien lo lee: algo así como una maldición
impuesta en el que lee. No lo entiendes ahora: ya lo entenderás.<br />
<br />
VII. Y aceptamos otra cláusula: la
comprensión del significado de un poema no sucede cuando acumulamos
experiencias cuyo reflejo metafórico es dicho poema sino cuando en
nuestra vida aparece -y lo hará antes o después, de manera literal-
la imagen poética: el anuncio de la muerte. En Tarkovsky, en Dreyer y en Oé, el poeta es el vate. Habla desde el tiempo en que las palabras habrán sobrevivido, pero con otro significado.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
VIII. Es decir: lector de poesía, la
revelación te espera. Tu vida tendrá un día la forma exacta de los
poemas que no entendiste en su momento. El poeta es visionario y
habla el lenguaje de los hombres del futuro.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
IX. La manera precisa (es decir la <i>forma</i>)
en que Oé expresa esto es el <i>sentido</i> de su obra reciente.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
X.<i> ¡Adiós, libros míos!</i> (2005,
publicado en castellano en 2012) avanza en tres pasos:</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
1- Lo que quiero escuchar son los
disparates de los ancianos.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
2- La transmisión de los muertos se
manifiesta más allá de la lengua de los vivos a través del fuego.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
3- Los viejos deberían ser
exploradores / Aquí o allá no importa / Debemos permanecer quietos
y seguir moviéndonos.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Profecías de T. S. Eliot acerca de
Kogito, álter ego de Oé, en su retiro <i>Gerontion</i>, una casa
basada en un poema en la el protagonista vive arrestado por su amigo
de juventud Shigeru, por los muertos que le visitan de noche y por
los hombres del futuro, que, como ecos de <i>Los Demonios</i> de
Dostoievski, traen el renacimiento tras la destrucción. <i>Unbuild</i> y
<i>unlearn</i>.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
XI. Aceptamos también esto: las
referencias en la obra de Oé están desprovistas de contexto.
Beckett, Eliot, Blake, la cabeza de Mishima, Dostoievski y Céline
aparecen en el momento en que su <i>tiempo</i> muere y su <i>verdad</i>
se comunica con otra verdad en un no-tiempo entre las presiones del
futuro y el pasado.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
XII. Kogito es en esta novela el hombre
descrito por Eliot:
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i>Here I am, an old man in a dry month,</i><br />
<i>being read to by a boy, waiting for
rain.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
XIII. Y también de este:</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i>Do not let me hear</i><br />
<i>Of the wisdom of old men, but rather of
their folly,</i><br />
<i>Their fear of fear and frenzy, their
fear of possession,</i><br />
<i>Of belonging to another, or to others,
or to God.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
XIV. Algo sucede durante la lectura de
<i>¡Adiós, libros míos!</i>:</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
1) Página 79: "En este punto
alcanzo a comprender el tema constante que se mantiene desde el
principio... o sea, la apremiante tensión del tiempo tiempo único y
absoluto, que es el presente".</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
2) Entrevista con Will Self en The
Guardian: "the web and the internet have created a permanent
Now, eliminating our sense of (...) eras".</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La posmodernidad literaria era el
estertor de las últimas mentes que entendían la historia de la
cultura de manera diacrónica. Estamos, como Takeshi, Take-chan,
Vladimir y Shi-shi, entre los hombres del futuro.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Véase tumblr.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
XV. Los viejos y sus disparates: "¿No
crees, Kogy, que las ideas y filosofías político-sociales en
realidad no son sino formas verbales?". Lo dice Shigeru, que
planea dinamitar Tokio.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
XVI. Adiós, libros míos. <i>Unbuild, unlearn.
</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<i>Tenants of the house,</i><br />
<i>thoughts of a dry brain in a dry
season.</i></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Fotografía de Andrei Tarkovsky</span><i> </i></div>
</div>
</div>
Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-65591271023427899812014-04-28T18:36:00.000+02:002014-04-28T18:39:14.756+02:00La rubia y la cartera <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Según el contrato social vigente, los
ciudadanos debemos creer en una relación estrecha entre
significantes y significados. Es una que ley nos mantiene, por así
decirlo, en nuestro sitio, dentro de los confines de una imaginación
justita pero sólida, para la que una subida de impuestos quiere
decir solo eso: que suben los impuestos.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Otro ejemplo: un imbécil es un
imbécil. Una imbécil es lo mismo, pero en femenino.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Un problema lingüístico sucede en
Madrid a principios de abril. Son las cuatro de la tarde, esa hora en
la que el carril bus pierde su santo nombre a la altura de la Plaza
de Callao. Es un día entre semana, y una sexagenaria rubia necesita
usar un cajero automático porque no lleva suelto encima, ni en un
sobre ni en su cartera, que desaparecerá más adelante, bien entrada
la historia, en un rifirafe con los agentes de la autoridad machista.
Cuenta la leyenda que la sexagenaria necesitaba dinero para una
partida de bridge a beneficio de los pobres. Y es que a este Madrid
basado en hechos reales puede traerse toda la parafernalia del
Londres de Dickens o el París de Zola, incluyendo, si ustedes
quieren, cerilleras moribundas o gachas de avena. Y aunque no lo
quieran: en la historia aparece un barrendero que, en el ejercicio de
su deber, vacía una papelera y encuentra la cartera de la rubia. Por
algún lugar había un Toyota blanco, pero su función es
instrumental: la caridad no puede llegar al lugar de los hechos
volando. Si el coche distrae, lo eliminaremos pronto.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUZWNpVpml8xNmz8RJp3DRRJ2NijYOQQc5GmV1WGry7WuKHoIAbT96KP0E0082eNigFuPiXionmG0q4N0Rdn6G0TQF-hJgOTopJfRigSN8MpAoZB3BjdRtMD6QgCNtDPG2RpF8sJH_2PXr/s1600/Photo-by-scar-Monz-n-fro-009.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUZWNpVpml8xNmz8RJp3DRRJ2NijYOQQc5GmV1WGry7WuKHoIAbT96KP0E0082eNigFuPiXionmG0q4N0Rdn6G0TQF-hJgOTopJfRigSN8MpAoZB3BjdRtMD6QgCNtDPG2RpF8sJH_2PXr/s1600/Photo-by-scar-Monz-n-fro-009.jpg" height="240" width="400" /></a>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Nunca llegaremos al fondo del problema
lingüístico que la existencia de un cajero automático en una
esquina donde no hay ni un alma ha provocado, pero sí podemos medir
sus consecuencias en grados Richter y desde casa, como nos gusta
hacerlo. Y es que esa tarde se acaloró mucho el lenguaje, y los
pobres, seguramente rencorosos por no haber recibido la limosna de
ese bridge que finalmente no se jugó, usaron palabras febriles.
Algunos recurrieron al insulto, que, como bien dice la televisión,
descalifica a quien lo usa, y por tres razones.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La primera es que es feo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La segunda es que el insulto es un acto
de fe. Quien dice, por ejemplo, "esa tía es una imbécil"
cree con terquedad que la relación entre significante y significado
no podrá romperse nunca. Si alguien profirió tales palabras esa
tarde de abril, esperaba de corazón que el significado del feo
insulto fuera la sexagenaria rubia. Era un acto de constatación,
como quien cuenta su salario mínimo para descubrir que es bajo.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
La tercera es su potencial peligro. Si
un insulto es la expresión de un pensamiento, también lo será un
puñetazo o un haiku, o un acelerón que derribe una moto.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Pero no: las motos se desmayan.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Y todo lo anterior, fíjense bien, no
es más que un debate de orden lingüístico acerca de una cartera
que desaparece. Las demás elucubraciones son, como los improperios
de los pobres, salidas de tono sin lógica alguna. Es lo que pasa
cuando se rompe el contrato intelectual vigente y los sueldos, en
lugar de bajar, experimentan moderaciones en sus desaceleraciones. Se
abre la puerta al caos porque la imaginación propia, antes bien
ceñidita en su faja pequeña como una funcionaria a sueldo y piñón
fijo, de pronto se ha visto libre, loca: externalizada. </div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIpzInkF0YDvibR_hU7nGUZuEzECR_TAUIHfQ9aFYpFkWFTaFmCiuSOixp-FEUpc1ooSm6MV3bygf6yLsWfjFqavkpw_a4rJIRRrSvbK6_OJdEkJQM5OH0IzvOrVt0gVxItE7Pbg6VYsEu/s1600/oscar_monzon_karma_fresh_gallery_phe14_informarte_es.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIpzInkF0YDvibR_hU7nGUZuEzECR_TAUIHfQ9aFYpFkWFTaFmCiuSOixp-FEUpc1ooSm6MV3bygf6yLsWfjFqavkpw_a4rJIRRrSvbK6_OJdEkJQM5OH0IzvOrVt0gVxItE7Pbg6VYsEu/s1600/oscar_monzon_karma_fresh_gallery_phe14_informarte_es.jpeg" height="265" width="400" /></a>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Aquella tarde yo estaba leyendo dos
libros a la vez, uno con cada ojo. Con el derecho leía "La
Antorcha", de Karl Kraus, y con el que antaño era el izquierdo
leía las memorias de Nadiezhda Mandelstam. Los dos hablaban del
lenguaje secuestrado, del ruido y la mentira, y los dos lo hacían
como quien, tras el terremoto, coge una piedra y dice: piedra.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Si ustedes son lectores, sabrán de qué
hablo. Si son escritores, sabrán que esto es sagrado.
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Sostiene Goethe que "todo lo real
es ya teoría; los fenómenos mismos son la doctrina". Pero no
se lo tomen muy en serio. Desde cierta tarde de abril, las
sexagenarias saben que un atestado policial es una forma de ficción
realista, aunque recoja verdades universales como que la cartera es,
en cualquier rifirafe, lo último que se suelta.
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: black; font-size: x-small;">Columna publicada en Ámbito Cultural</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;"><span style="color: #999999;">Fotografías de Óscar Monzón</span><span style="background-color: #999999;"></span></span></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIpzInkF0YDvibR_hU7nGUZuEzECR_TAUIHfQ9aFYpFkWFTaFmCiuSOixp-FEUpc1ooSm6MV3bygf6yLsWfjFqavkpw_a4rJIRRrSvbK6_OJdEkJQM5OH0IzvOrVt0gVxItE7Pbg6VYsEu/s1600/oscar_monzon_karma_fresh_gallery_phe14_informarte_es.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a></div>
</div>
Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-56999404912794106372014-03-21T19:53:00.002+01:002014-04-28T18:37:06.471+02:00Los intelectuales no tienen ni media hostia <div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
Los intelectuales son gente frágil. Escapan de las guerras y las
tiranías con maletitas miserables, o se hacen encarcelar sin resistir
mucho, o mueren rápidamente. Dejan atrás papeles o dibujos, bibliotecas
que arden, registros que, ahora, se borran haciendo clic. Aunque crean
gritar muy alto, son silenciados según interesa. La idea de que su voz
es fuerte y resiste contra el tiempo solo convence a otros intelectuales
como ellos. Pero a la hora de la verdad, cuando reina lo basto -miren a
su alrededor si aún les queda ánimo-, los intelectuales dejan de
importar.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoWYjcfBVaRIjvXgC3mpw_XJvaIAxqBG1Aijrz4whk3zHJ85p0aqpdlEh-XwVp6tX23Ru9a7moFGuzwDYWijZ4Q-nzqt3JO2a8WJm-n6gfyO-rJE6QAk4WB9C9cW-drMc3PbksaldWNl19/s1600/INTELECTUALES+(4).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoWYjcfBVaRIjvXgC3mpw_XJvaIAxqBG1Aijrz4whk3zHJ85p0aqpdlEh-XwVp6tX23Ru9a7moFGuzwDYWijZ4Q-nzqt3JO2a8WJm-n6gfyO-rJE6QAk4WB9C9cW-drMc3PbksaldWNl19/s1600/INTELECTUALES+(4).jpg" height="263" width="400" /></a></div>
<br />
El neoliberalismo ha prescrito una regulación invasiva
de nuestras relaciones con otras personas, con el espacio, con los
objetos y con las esperanzas. Su esquema impone lo útil como valor
supremo porque lo útil es mensurable, primario, fácil de explicar a los
niños. En su crudeza de tarjeta bancaria que se totaliza al final del
día, no admite más columnas que las del debe y el haber. Su metro, nos
dicen, es perfecto porque está cotejado con un axioma: la distancia que
recorre, ya saben, la luz en el vacío durante el famoso intervalo. A
veces hasta creemos que el neoliberalismo, todo rigor y sigilo, es tan
espontáneo como una flor que se poliniza sola, como un tifón.<br />
<br />
Por
fin respiran los mercaderes. La cultura, esa cosa abstracta y amorfa que
los intelectuales no lograban definir, ya tiene límites, tanto en su
esencia como en su alcance, y por fin nos entendemos: hablamos sin
metáforas de producción de bienes culturales (esencia), cuya calidad
está determinada por las ventas (alcance). Aquí manda Hermes, no Atenea.
Aquí el mercado se autorregula, como las flores y los tifones.<br />
<br />
Adiós,
intelectuales; adiós, gente de bien. Cargad con la culpa de no haber
sabido defender vuestros precios, de no entender la compraventa, de no
luchar contra los viajantes. Sosteníais que vuestra arma era la palabra,
y a la hora de la verdad, palabra contra palabra, la vuestra es aire
frente a la firma que aprueba un IVA letal o que legaliza el robo de
vuestros bienes. Habéis corrido al lado de un carro demasiado grande con
la lengua fuera, hasta reventar. Eso, se os dice ahora, era codicia:
habéis filosofado por encima de vuestras posibilidades.<br />
<br />
Pero
incluso los matones necesitan, para sí o para sus señoras, rodearse de
cosas bonitas, grandes, coloristas, suntuarias y modernas. En eso se
parecen a nuestros gobernantes, que se mueven, como galvanizados por la
emoción de saber que el dinero público no es tal cuando cae en sus
manos, entre Calatrava y Carla Duval, hermana de la vedette. Cultura.<br />
<br />
La
neurociencia, como antes hicieran la literatura, la filosofía o la
religión, aporta ahora las metáforas narrativas que prometen explicar el
todo. Habla de transmisión de datos, de impulsos eléctricos, de
determinismo genético y de segregaciones de estimuladores que, por un
momento, nos hacen olvidar que existe la ley de causa-efecto. Nubes y
redes son las imágenes especulares de nuestro tiempo: oscuridad y
laberinto.<br />
<br />
Y así la causa del efecto de la destrucción de la
cultura en nuestro país queda sin explicar. Son redes, señores, cosas
inasibles, fenómenos naturales, actos divinos sin un origen conocido. Es
el mercado, que emana de los seres humanos. Se espera de nosotros como
ciudadanos que no lleguemos a un análisis más profundo que el dedo azul
que apunta arriba o abajo. O, como mucho: es complicado.<br />
Unamuno,
hace tiempo, tembló ante el mutilado. Creía en la Universidad como
templo de la inteligencia, y hablaba de persuadir, y de mentes que
guiaban a las masas y de otras ideas sutiles, pensaba que el enemigo de
la cultura era solo la falta de libertad. Pero míranos ahora, libres y
ricos, en un país que no fusila a sus intelectuales. Los deja a su
suerte como si la omisión del deber de socorro no fuera un delito.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuSLXelQRrJyYGmaAYHdqWcbLKADG4LrOHwY8veSWlfRAbucDhQOLvRUXXgEimeGyAyXv2Tphh_DKuUZzHKwm2HbQDnT74tscGDM4TkNDgqzjB1o4vBDzijoj7lNgqxtwdzTpqXwq-kObg/s1600/INTELECTUALES+(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuSLXelQRrJyYGmaAYHdqWcbLKADG4LrOHwY8veSWlfRAbucDhQOLvRUXXgEimeGyAyXv2Tphh_DKuUZzHKwm2HbQDnT74tscGDM4TkNDgqzjB1o4vBDzijoj7lNgqxtwdzTpqXwq-kObg/s1600/INTELECTUALES+(2).jpg" height="400" width="266" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
Columna publicada en la revista Ámbito Cultural con el título "El Apagón". <span style="font-size: x-small;"> </span><br />
<span style="font-size: x-small;">La primera fotografía no tiene créditos. La segunda es de Michael Schmidt</span></div>
</div>
Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-3482637382407640722014-03-21T19:44:00.001+01:002014-04-28T18:40:08.634+02:00Igual hay que leer a Peter Stamm para entender lo mal que está Europa<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
En el mapa imaginario de nuestro continente, Escandinavia es el
silencio de Dios, Italia un escote, Austria un sótano lleno de muertos,
Inglaterra un parlamentario con ligueros y España una fritanga hecha con
la oreja de Pascual Duarte y el ojo del perro andaluz. Todo muy
extremo, sí, como un piano sin teclas centrales.<br />
<br />
En el mapa real
de la UE existe una zona muy grande llena de esa gente sosa a la que
hemos conocido siendo Erasmus (que en paz descanse, tiempo al tiempo) y a
la que hemos mirado por encima de nuestro hombro mediterráneo: es esa
gente que vive veranos cortos, que va de pesca, que acampa cerca de los
lagos y que vive sin drama ni emoción. Todo muy gris, sí, como un
profesor de alemán con un jersey tejido por su madre.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifWzXLbmeT8bZHK9ocFsJP-n4g3DEtIhxxhptK7SVsszqeMMM3CAoVe6mBZBc1bmrO1j7ZKsXx5v6aRs7Fsb5ZoDCnEVhca6YABRs8vHmter4zI_VZvBC_3RVMrX5-gHsKcm7udp_OPO4p/s1600/thomas+struth+(6).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifWzXLbmeT8bZHK9ocFsJP-n4g3DEtIhxxhptK7SVsszqeMMM3CAoVe6mBZBc1bmrO1j7ZKsXx5v6aRs7Fsb5ZoDCnEVhca6YABRs8vHmter4zI_VZvBC_3RVMrX5-gHsKcm7udp_OPO4p/s1600/thomas+struth+(6).jpg" height="288" width="400" /></a></div>
<br />
¿Hay entre
los dos clichés -entre el reflejo del esperpento del arte y la falacia
de la experiencia como verdad- sitio para visiones literarias que
capturen los matices y significados del europeo normal como personaje?
¿Es Peter Stamm -suizo y realista- quien mejor ha sabido tomarle las
medidas a ese ente, mitad pesadilla y mitad sueño burocrático? Y si no
sabemos muy bien de qué hablamos cuando hablamos de nosotros en tanto
que europeos, ¿servirá la obra de Stamm como nuestro equivalente cuando
en el futuro olvidemos quiénes éramos en esta deriva?<br />
<br />
Europa,
vista de lejos, con los ojos del arte, es una cosa cansada y pequeña, un
aire respirado demasiadas veces, una conversación entre el cuerpo del
texto y las notas al pie. Steiner, Houellebecq, Magris, Jelinek o
Winkler se han preocupado, cada uno a su manera, de poner orden (o
neurosis) en la avalancha de detritos. Pero tal vez la erudición y el
grito necesiten un contrapeso en la balanza: la crónica plana de Stamm
parecería, en voz baja, completar la foto.<br />
<br />
Quien pueda elogiar su obra con razones atractivas o palabras fáciles, que lo haga. Sus novelas tratan de relaciones amorosas (<i>Siete años</i>), del paso del tiempo (<i>Tal día como hoy</i>), de la búsqueda de un sentido vital (<i>Paisaje aproximado</i>)
o de todo lo anterior combinado. Es difícil pensar que un lector menor
de treinta años, por ejemplo, encuentre en Stamm a su autor de cabecera:
hay algo en la neutralidad de su prosa que parece no distinguir lo
poético de lo banal ni lo intemporal de lo transitorio. La
experimentación formal -ese énfasis que subraya que algo merece ser
subrayado- aparece solo ocasionalmente en algún relato, como si Stamm
escribiera entonces acerca de una historia y no acerca de la vida. Su
mirada -su lenguaje- se posa sin contraste en un mundo sin relieve, como
el nuestro. El adjetivo que resuena al leer sus libros es "normal".<br />
<br />
Si
el aquí y ahora es la falta de propósito en una asfixia lenta, los
personajes de Stamm son el reflejo de nuestro continente: ciudadanos de
la UE nacidos hace poco y definidos -o indefinidos- por una superficial
noción de sí mismos basada en lo reconocible, en lo repetido y lo
externo, en lo pasajero y lo prescindible. Y es en esta desconexión con
la propia identidad sentimental o regional donde podemos reconocer
nuestro desapego y nuestra levedad: nada es muy grave en el fondo, la
vida sigue, estamos aquí por haber de todo. Hacía falta un suizo -quién
lo iba a decir- para ver las cosas con tan poca gracia. Y con tanto
acierto.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGzZa7EN_Xxi3nwzACBFT3wGxRWLNhvkHHR_mmiYW26UXPEEzrGgily_XsHrMWP6tJdrNx20g8s9cA9_7r_eRSi_VaLQmHopD4pJnktrz9t-3rwkeuW-t3UGcAquW-s9TQluATjUKj1fAK/s1600/thomas+struth+(7).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGzZa7EN_Xxi3nwzACBFT3wGxRWLNhvkHHR_mmiYW26UXPEEzrGgily_XsHrMWP6tJdrNx20g8s9cA9_7r_eRSi_VaLQmHopD4pJnktrz9t-3rwkeuW-t3UGcAquW-s9TQluATjUKj1fAK/s1600/thomas+struth+(7).jpg" height="312" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-size: small;">Columna publicada en la revista Ámbito Cultural con el título "Un autor de la UE"</span> </span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Fotografías de Thomas Struth</span> </div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
</div>
Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-55533645906338634262012-07-23T12:11:00.000+02:002012-07-23T13:26:42.842+02:00Josef Winkler: cuanto más duele, más gusta.<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
Hay una región literaria donde viven,
en agónica armonía, Elfriede Jelinek, Thomas Bernhard y Josef
Winkler. Hace frontera con el pueblo de Agota Kristof, con el brezal
de Brand y con el manicomio de Robert Walser. A veces es Austria, a
veces Alemania, a veces Suiza. Sus habitantes no son numerosos porque
se suicidan. Al hablar, vomitan. Al lado de cada casa hay un
cementerio, una vaca, un tocón de madera con un hacha clavada y un
cubo de agua fresca. Cuando los niños miran al cielo, ven vigas de
las que cuelgan cuerdas. Comen tocino, lengua y pezuña, y la leche
siempre tiene temperatura de vaca. La lengua nacional es el alemán,
traducido por Miguel Sáenz.<br />
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Alguien lleva siglos escribiendo acerca
de este país. Es una voz que se encarna en otra voz que no sabe
hacer otra cosa y que habla mientras vive. Después, la voz viaja a
otro cuerpo. Y si en el resto del mundo otros hacen algo llamado
literatura, bien por ellos. Aquí es distinto. Aquí no sabemos qué son
los recursos, las vanguardias o los personajes. Escribimos a lo
burro, a golpes, atascándonos en cada frase. Sabemos que en otros
lugares el pensamiento fluye, pero aquí va, como mucho, de un pueblo
a otro, y a mitad de camino se te cruza un caballo que te da una coz. O tu padre, que al volver de misa te suelta una hostia. Y vuelves a casa,
donde ha muerto alguien que antes ni existía porque así son las
cosas en esta tierra: tu tía Hildegard es distinta de tu tía Gretchen porque
una se tiró al río y la otra, embarazada de gemelos, al fuego. Así
vivimos.<br />
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfehtWReZLqBk9hoOjK6FmqI65Bb0oWbiXNys5XscIi0G80zjx4oZqyfzFZcuK2VJPtQj0o8JS7KQTsg3SreEpfRtf5C63NZDHcr-gCncUShnltWacEMTpYVf1O4elLGWXaDyxCe36_S19/s1600/jesus+monterde.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfehtWReZLqBk9hoOjK6FmqI65Bb0oWbiXNys5XscIi0G80zjx4oZqyfzFZcuK2VJPtQj0o8JS7KQTsg3SreEpfRtf5C63NZDHcr-gCncUShnltWacEMTpYVf1O4elLGWXaDyxCe36_S19/s400/jesus+monterde.jpg" width="265" /></a></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
Josef Winkler sigue, de momento,
escribiendo. Sobre sus hombros pesa Carintia entera, una región
donde sopla el <i>föhn</i> que vuelve locos a los personajes de Bernhard
cuando tienen la mala idea de asomar la cabeza por la ventana -de
guillotina. El <i>föhn</i>, pues, sopla, y Winkler se va de vez en cuando a
otros lugares a escribir sobre la India y sobre Italia, donde la
gente -algo es algo- se toca los genitales antes de morir. Winkler,
como Bernhard, cree que la repetición es lo más cercano al
pensamiento austriaco, y si la
repetición genera otra repetición, pues tanto mejor. Su novela
"Cuando llegue el momento" es un martillo, es el aspa de un
molino que rasca contra una piedra en el fondo del río, es la vuelta
que da la cuchara de madera en un caldo cada vez más espeso. Ay, el
caldo, el caldo, el caldo de huesos que, como sabemos, se cocina
hasta que el olor es insoportable incluso para las moscas. El caldo
negro con el que se empapan los ollares, las orejas, los ojos y el
vientre de los caballos para que las moscas, asqueadas de
podredumbre, no se acerquen. El caldo negro que termina siendo una letanía,
un padrenuestro, una cacerola donde van cayendo, uno encima de otro,
los muertos.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyNeUwOtasZ4vWZavukBGIQW5QkxC8aGoaH-k8BOWpahN7Sx_9m4iukpK0vy-3hdjOYco4YBh7yhgEYYie2CF_9KGgslcS9YtcNuCk3ba03mHiNMxvzWNa4oE410VBuG2R6B5CxHY-vxDY/s1600/jesus+monterde2.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyNeUwOtasZ4vWZavukBGIQW5QkxC8aGoaH-k8BOWpahN7Sx_9m4iukpK0vy-3hdjOYco4YBh7yhgEYYie2CF_9KGgslcS9YtcNuCk3ba03mHiNMxvzWNa4oE410VBuG2R6B5CxHY-vxDY/s400/jesus+monterde2.jpg" width="266" /></a> </div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
Natura Morta, como no puede ser de otra
manera: una novela precaria, sin narración, un viaje a saltos entre
carne podrida, fruta podrida y pescado podrido, de puesto a puesto
del mercado de Piazza Vittorio. Se lee y después, días después, se
sigue soñando así, de puesto en puesto, en un bucle, en el vacío.
Cada vez que el verbo se posa en un objeto, lo describe, y si
Picoletto tiene largas pestañas que casi le rozan las mejillas en la
primera página, tiene las mismas pestañas que casi le rozan las
mejillas en la última porque el caldo negro con el que se empapan
los ollares, las orejas, los ojos y el vientre de los caballos
tampoco cambia. Quien crea que en literatura basta con decir cada
cosa una vez, o incluso media, que vaya de veraneo al país de
Penelope Fitzgerald y jamás pise esta tierra.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
A modo de entremés, y para aligerar,
otra novela suave: esta se llama Amras y empieza -para qué se va a
andar Bernhard con rodeos- en suicidio. Dos hermanos que piensan como
uno (Hans y Ruedi para Jaeggy, Claus y Lucas para Kristof) son
rescatados del mundo por su tío, que los encierra en la torre de
Amras. "Esa torre perteneciente a nuestro tío fue para
nosotros, en esos dos meses y medio, un refugio que nos protegía de
la intromisión de los hombres, que nos guardaba y escondía de las
miradas de un mundo que sólo actúa y comprende siempre a partir del
mal". Allí, el narrador, metáfora del cerebro que se divide
para observar su propio descenso, cuenta lo que le sucede
a su hermano en un libro más basto que las Pinturas Negras de Goya.</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
Y así pasa el verano. Abro ahora el
tercer libro de Winkler. Se llama "Cementerio de las naranjas
amargas". El título lo ha puesto un enemigo. Leo. Dos páginas.
Diez. Rezamos. Pensamos cómo vamos a recuperar la fe en la
imaginación como motor de la narrativa después de esto.<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2hvHTs8G9Y6am2Q4sn1G-0QpeRbEhV__X5CY9hUsLeAkB1VE6IgiHLzCV2j42knkhJivx7k90Iju17ncC9rqjBfR6Uxo-GhEgf72Oi-crcpy28AIAwsptmhG6Zala1OwOTQo7580NsdkT/s1600/jesus+monterde3.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2hvHTs8G9Y6am2Q4sn1G-0QpeRbEhV__X5CY9hUsLeAkB1VE6IgiHLzCV2j42knkhJivx7k90Iju17ncC9rqjBfR6Uxo-GhEgf72Oi-crcpy28AIAwsptmhG6Zala1OwOTQo7580NsdkT/s400/jesus+monterde3.jpg" width="266" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #666666;"> Fotografías de </span><a href="http://www.jesusmonterde.com/" style="color: #666666;">Jesús Monterde</a><span style="color: #666666;">.</span></div>
</div>
<div style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
</div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-77304626951236833692012-01-23T14:10:00.004+01:002012-01-23T14:22:30.882+01:00La esposa del tigre, de Tea Obreht, en Revista Quimera<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnIoF8Q7mL8gzBoydWDdWi5OMRsehb85r-4PiJmLgGVDVxGBfIctFMktpXMiV1wC7q2ZCl7OQCF3wtNxD9t7O2tnixtCQvhMa5_bwotzA-pWLy2SsG3LcNlSZwbE46pvwY1teViYvObjM0/s1600/picture-2.png"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 315px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnIoF8Q7mL8gzBoydWDdWi5OMRsehb85r-4PiJmLgGVDVxGBfIctFMktpXMiV1wC7q2ZCl7OQCF3wtNxD9t7O2tnixtCQvhMa5_bwotzA-pWLy2SsG3LcNlSZwbE46pvwY1teViYvObjM0/s400/picture-2.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700815508969937106" border="0" /></a><span style="font-weight: bold;">Crítica mía a "La esposa del tigre", de Tea Obreht, una novela flojilla. Para la revista Quimera.</span><br /><br />Saltan a la vista las razones literarias por las que "La esposa del tigre", primera novela de Téa Obreht (Yugoslavia, 1985) se ha convertido en algo parecido a un fenómeno viral entre ciertos lectores: es un libro vivo, de lectura ágil, y ha sido construido sobre un armazón que no falla. Brilla en ocasiones y revela, incluso en sus flaquezas, instinto, garra y cierto riesgo. Que la autora lo haya publicado a los veinticinco años o que el libro obtenga este o aquel premio no importa mucho aquí, al menos en principio. <p>Natalia, una joven doctora en misión humanitaria en la guerra de los Balcanes, recibe la noticia de la muerte de su abuelo, un personaje más o menos lírico de dimensiones y características, desde el tamiz de la protagonista, legendarias. El duelo de Natalia por el recuerdo de su abuelo durante los "cuarenta días del alma" posteriores al fallecimiento discurre en paralelo a una búsqueda de respuestas acerca de su propia vida, de sus país y de la verdad tras las leyendas que sobreviven de generación en generación. "La esposa del tigre" se presenta, pues, como el resultado de un viaje en busca de sentido.</p> <p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsCXMnxLuvLohJEwbRn6Oqu5-sb1OtCv9o38k0LNAn_1-C_dYeRD9szL5axjyGcG2-VgVhiOQYU9ewqULAU-2VFAvmTPM_z2yn-J2FnTW8oaA6E2mQdTOjISWayxXRhVrqklrvH3dFocbx/s1600/picture-4.png"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 316px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsCXMnxLuvLohJEwbRn6Oqu5-sb1OtCv9o38k0LNAn_1-C_dYeRD9szL5axjyGcG2-VgVhiOQYU9ewqULAU-2VFAvmTPM_z2yn-J2FnTW8oaA6E2mQdTOjISWayxXRhVrqklrvH3dFocbx/s400/picture-4.png" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700815515467726642" border="0" /></a>Es un esquema clásico, fulminante, que ha funcionado mil veces: muere A, y B lo recuerda, reconstruyendo, imaginando o inventando una vida. El resultado es un retrato de A con los rasgos de B, que termina por descubrir en sí mismo una versión refractada de A. Directo, efectivo y prometedor: hasta en sus versiones más mecánicas, esta historia surge de las fuentes hondas de la muerte como misterio, del recuerdo como mentira, del amor como ceguera y del relato como robo.<span> </span>A la sombra de un punto de partida tan jugoso, que lleva al lector instantáneamente al recuerdo feliz de la gran literatura, casi cualquier autor puede hacer que su relato parezca mucho más de lo que en realidad es.</p> <p>Pues tal vez haya algo de artificio sin alma en "La esposa del tigre", algo de ambición literaria que es capaz de mantener en el aire todos los ingredientes de una buenísima novela sin llegar a construirla, algo de narración segura y autocomplaciente, enamorada de su propio verbo y del acto mismo de contar una historia tras otra olvidando que la literatura sobrevive sólo cuando trasciende. Y es que Natalia actúa como un cuentacuentos compulsivo, fascinado ante la textura misteriosa de<span> </span>sus relatos (el tigre, Darisa, el hombre inmortal, etc.) pero quizá ciego a un sentido que vaya más allá de la constatación de que el mundo está lleno de historias maravillosas. Habla como Sherezade, sí, pero lo hace por capricho. No es lo mismo.</p> <p>Resulta fácil detectar que es la voz de Natalia el aspecto técnico que revela con más descaro la distancia entre lo que "La esposa del tigre" anuncia y lo que finalmente entrega. Su voz, en primera persona, narra más como una autora omnisciente y segura que como un personaje en busca de sentido. Su tono es firme, impecable, idéntico desde el principio hasta el final. Sus descripciones, como es obligado, vienen llenas de esos detalles sensoriales (olores, reflejos de la luz en un charco, etc) en los que gran parte de la narrativa actual confía como si fueran garantía de verosimilitud. Pero el<span> </span>objetivo último de la narración de Natalia, es decir la razón de ser de esta historia a través de su voz, parece escapársenos. ¿Por qué Natalia y no cualquier otro punto de vista? ¿Qué relación profunda hay entre el relato y su narrador? ¿Hasta qué punto es Natalia un personaje capaz de soportar una novela que parece querer abarcarlo todo? ¿Es "La esposa del tigre" finalmente la historia de una joven cualquiera que llora la muerte de cualquier abuelo? </p> <p>Ninguna de estas preguntas entorpece la lectura de "La esposa del tigre", que es apasionante como experiencia y que puede enamorar a quien disfrutó de, por ejemplo, "El libro negro", de Orhan Pamuk. Pero quizá el recuerdo de esta obra palidezca al lado del de novelas más densas que se han trazado últimamente con hilos similares (leyendas de infancia, narración como búsqueda de sentido y destino) y resultados más certeros e inquietantes, como "M/T y la historia de las maravillas del bosque", de Kenzaburo Oé.<br /></p><p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsHVCOVLYz0yctTrcrvWmKD8ZLrsFF7z6oebDEiz9YDk_4Z_59CnZeR-tzrsNasxtC92nXnnIr526u9rlTFcjxpKMHvSmVioPRAt7NkAX3vS6RS5giyGw78gIqXZ-1zWFwNpc2XD3sYn8u/s1600/3image.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 316px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsHVCOVLYz0yctTrcrvWmKD8ZLrsFF7z6oebDEiz9YDk_4Z_59CnZeR-tzrsNasxtC92nXnnIr526u9rlTFcjxpKMHvSmVioPRAt7NkAX3vS6RS5giyGw78gIqXZ-1zWFwNpc2XD3sYn8u/s400/3image.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5700815516702529362" border="0" /></a></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-37206451635069382672011-12-14T14:28:00.009+01:002011-12-14T14:55:03.924+01:00El castillo de Neuschwanstein (relato), Pablo Chul<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtNewj2S4O-sbVVVPmVx-1JXHWopZWTSXWtMse3EN61ZYwJPuwaDJedc63BjSO7u77w3Yr8N0pxMKOC4MJmyO1G0yBMLRRxhBZ1AaLCbOZ_6yZw68GmfHKNSAZAPoB8xdsdMHlkNaUk6wa/s1600/14_09-untitled-lake-michigan.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtNewj2S4O-sbVVVPmVx-1JXHWopZWTSXWtMse3EN61ZYwJPuwaDJedc63BjSO7u77w3Yr8N0pxMKOC4MJmyO1G0yBMLRRxhBZ1AaLCbOZ_6yZw68GmfHKNSAZAPoB8xdsdMHlkNaUk6wa/s400/14_09-untitled-lake-michigan.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685981503186475250" border="0" /></a><br /><span style="" lang="ES-TRAD">Publican un relato mío en el último número 83 de la Revista <a href="http://http//www.labolsadepipas.com/">La Bolsa de Pipas</a>. Aquí va íntegro.<br /></span><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="" lang="ES-TRAD"><span style="font-weight: bold;">El castillo de Neuschwanstein, Pablo Chul.</span><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">La máquina de café que instalaron en nuestra oficina estaba decorada con una foto de metro y medio del castillo de Neuschwanstein. Desde lo alto de su risco, el edificio, con torres asimétricas y gabletes más o menos góticos, dominaba valles nevados, un bosque de abetos y un lago de montaña en el que se reflejaba parte del cielo azul, puro, glacial, sin nubes. En la parte de abajo, en tres idiomas, estaba escrito que aquel lugar era el paisaje más bello del mundo. Piú bello. Most beautiful.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Es Suiza? –preguntó Inés.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Es Alemania –respondió Montero-. Lo construyó un rey que luego se mató porque dijeron que estaba loco. Uno que tenía una barca en forma de cisne. Uno que abdicó porque le obligaron. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Todos pasamos por delante de la máquina varias veces. Convinimos, por la quietud que emanaba de la escena, que la foto se había hecho a primera hora de la mañana, y cada uno se fijó en un detalle distinto, como un árbol que parecía nacer en la nieve o una placa de hielo al borde del lago. En la oficina olía a coníferas, a resina, al Tirol. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Pero la máquina no daba cambio, y los precios estaban decididos con toda intención. Un cortado, por ejemplo, costaba un euro con treinta céntimos. Un café con leche doble, un euro con cuarenta y cinco. Uno solo, euro con diez. Pero el té, que nadie toma, costaba un euro redondo. Los que alquilan la máquina lo saben y se hacen ricos con los picos sueltos de la gente que no lleva cambio. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">A mí, como jefe y encargado de la contabilidad, me preocupa que se gaste sin razón. Evitar el pequeño goteo puede significar, al final de año, algo de beneficio a nuestro favor para detalles de Navidad o la propina del restaurante de la cena de empresa. Me parece que todo cuenta. No creo ser miserable. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Así que me adelanté al problema y preparé una tabla con los nombres de los empleados en una columna, a la izquierda, y las modalidades de café en una fila, arriba, dejando más espacio para las categorías de cortado y con leche. Y les expliqué a todos que anotaríamos cuánto dinero gastábamos en cada consumición en el cruce entre su y nuestra casilla. Cuando viniese el técnico a calcular la recaudación, sumaríamos el número de cafés y le pagaríamos eso, sin más. El resto del dinero lo devolveríamos a sus dueños según la lista. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">No sé cómo lo hacen en otras empresas. Me temo que se dejan hipnotizar por la belleza del paisaje. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Imprimí la tabla, la pegué en un lateral de la máquina y me imaginé a mí mismo en una noche helada. Me había perdido en una densidad gélida y lechosa, en un bosque hundido en niebla, y de vez en cuando oía el ruido de la nieve al caer de las ramas de los abetos. Los cristales de hielo crujían bajo mis botas, y yo caminaba hacia la muerte por congelación o, quizá, hacia el amanecer. Y por sorpresa, ante mis ojos, de repente la niebla empezó a teñirse de azul claro y se disipó en jirones deshechos por los primeros rayos de un sol mate. Vi una torre cónica, un grupo de ventanas, un muro en talud, un tejado de pizarra y, al fin, naciendo entre la niebla, el castillo completo en la cima de su peña. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtwZpa6tJQnmMJgmtkGTeCTYxwTf3xUW8UNAkMMjQiwoBWqoePbJxVkFN3Er4FIAF4o0i5E9L4grBlvlG4eqxFGl3PGLDv8_y3vBoFq6jJj1jZOYY8QISnodEHqWShMsGnWSeKODnPh16f/s1600/14_20-untitled-florianopolis.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtwZpa6tJQnmMJgmtkGTeCTYxwTf3xUW8UNAkMMjQiwoBWqoePbJxVkFN3Er4FIAF4o0i5E9L4grBlvlG4eqxFGl3PGLDv8_y3vBoFq6jJj1jZOYY8QISnodEHqWShMsGnWSeKODnPh16f/s400/14_20-untitled-florianopolis.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685976701198960274" border="0" /></a><span style=";font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">A los dos meses, después de calcular la recaudación, sobraban casi cuarenta euros. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Fui puerta por puerta a todos los despachos:</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Sala de juntas en diez minutos. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Les recordé que la iniciativa de la tabla repercutiría en todos nosotros y que debíamos tomarnos la molestia de anotar el dinero de todos los cafés, incluso si pagábamos el importe exacto, en la casilla que nos correspondiese. Si no lo hacíamos por nosotros, debíamos hacerlo por solidaridad con el ahorro de nuestros compañeros. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-No quiero que nadie pierda dinero pero, desde luego, no quiero que nadie se quede con nada que no sea suyo. Alguien no está apuntando sus consumiciones. Hay dinero de más. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-A mí se me ha olvidado alguna vez –dijo Inés.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Le pregunté cuántas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Eso no lo sé. Cinco, seis, pero casi siempre llevo cambio. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">No recuerdo quién confesó algún otro despiste. Nada en concreto.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Si sobra dinero y no es de nadie –dijo alguien-, entonces es de todos. Lo usamos para la oficina, y ya está. Si os parece.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Nadie reclamó el dinero. Esa misma tarde, al volver de comer, paré en una floristería y compré una planta de jazmín.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Pasé un rato decidiendo dónde colocarla, y al final elegí un rincón a la derecha de la mesa de Montero porque sospechaba de él. Le había visto muchas veces por el pasillo con un café en la mano, pero nunca con un boli. Y en la reunión no había abierto la boca. Era un hombre mayor, culpable tal vez de muchos olvidos. Quise recordarle la importancia de anotar los cafés –todos los cafés- y puse la planta a su lado, como un mensaje delicado.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Montero se quitó las gafas y movió su silla hacia atrás. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Esto, ¿a qué viene?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Sentí el calor de la vergüenza en la cara, y después en todo el cuerpo. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿No le gusta? ¿Me la llevo?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y me sentí, de repente, imbécil. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Me la llevo?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Déjela. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Aquí tiene buena luz.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Que la deje ahí. Gracias.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Noté el corazón en la garganta y volví a mi despacho como si saliera a la pizarra. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUEM2JmiszzGj-jSwk9eAupgwCtdbQeav4taXZa-HORiAhcKlC9FpDNeJZTBlsiUmNCyyp2nT8voKaRh6hEUj4sWz8ADatRV3S8dRu9qoT8YE9M08jdx9H6XB_IFW3j4LBrYZliwq7qa-i/s1600/16_map1.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 311px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUEM2JmiszzGj-jSwk9eAupgwCtdbQeav4taXZa-HORiAhcKlC9FpDNeJZTBlsiUmNCyyp2nT8voKaRh6hEUj4sWz8ADatRV3S8dRu9qoT8YE9M08jdx9H6XB_IFW3j4LBrYZliwq7qa-i/s400/16_map1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685977108846309346" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">El dinero es algo muy espinoso. Por eso hay que ser escrupuloso en su manejo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Unos días después, salí de mi despacho y me encontré a Montero delante de la máquina de café con una moneda de dos euros en la mano y una sonrisa paralela al bigote. Estaba, como quien dice, con el cuerpo del delito. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Le iba a pedir cambio ahora mismo –dijo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Mentira.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Descuide, Montero –contesté –a éste le invito yo, que llevo suelto. Un café no va a ninguna parte…</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Algunos no aprendemos nunca. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-…pero muchos cafés, al final…</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">¿Por qué lo dije? Montero clavó la mirada en el lago como si fuera a deshelarlo. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Todo esto es por unos céntimos? –dijo. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y me dejó con dos cafés delante de la máquina. En la torre más alta, justo debajo del tejado, me fijé en un balcón circular, con una balaustrada de arcos apuntados muy estrechos y juntos. Quise imaginar la vista desde allí, pero no pude. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Me bebí mi café, y después el de Montero. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwcQ8SF0cL3Ji_9mlZuQqiQ2tczuLPvB88u_Z5E5oiG9JgnWI1bVcB8zc46KmEUA8jDK7PZ_EH-IVuuxl_ENFoC4wy81vQFU34R5gqQ_DTD5kECAaeznKPEyRwDue4gdY2SR_mIZszGrhu/s1600/14_05-untitled-france-floating.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwcQ8SF0cL3Ji_9mlZuQqiQ2tczuLPvB88u_Z5E5oiG9JgnWI1bVcB8zc46KmEUA8jDK7PZ_EH-IVuuxl_ENFoC4wy81vQFU34R5gqQ_DTD5kECAaeznKPEyRwDue4gdY2SR_mIZszGrhu/s400/14_05-untitled-france-floating.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685977439955968594" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Algo menos de dos meses más tarde, justo antes de que el técnico pasase por la oficina, tuve una sorpresa. Montero asomó la cabeza por la puerta de mi despacho. Estaba de muy buen humor.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-He pensado algo, pero no se moleste si se lo digo –empezó-. Antes de que me monte otra reunión extraordinaria o me lleve un ramo de rosas a la mesa, lo confieso. Mire, lo voy a cantar: yo soy el que no apunta los cafés. Se me olvida, qué le voy a hacer, no me acostumbro. Ya está. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y se sacó un paquetito plano del bolsillo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Esto es para usted, para que no me ponga en evidencia.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Era una foto de una montaña dentro de un marco plateado, y no supe muy bien si el regalo era el marco o la foto. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Es el pico más alto de Austria, el Grossglockner –dijo-. Casi cuatro mil metros, cerca de Italia. En los Alpes Nóricos.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Le dije que no tenía que haberse molestado. Él se sentó en una silla y cruzó las manos en el borde de la mesa, delante de mí. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Usted es el que no tenía que haberse tomado la molestia; a mí las plantas se me mueren siempre.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y empezó a hablar de montañas. Me contó que, de joven, había escalado el Cervino, el Mont Blanc y alguna otra. Estuvo un rato largo en mi despacho dibujando peñas y desfiladeros con las manos en aire. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Pero ya no escalo. Ahora me gusta cazar. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Cazar. Eso dijo, esta vez con las manos quietas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Osos. Matar un oso, eso sí es un sueño. Aquí en España no se puede, está prohibidísimo, pero en Rumanía y en Hungría, sin problemas. Se compra una licencia y listo. Hay osos por todas las montañas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Me contó algo más y se fue. Creo que cualquier persona entendería que a mí, en asuntos de dinero, me guía el celo. Se me puede perdonar. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoGfZ_zaHOKhf696QbNYKnojqFcQa5xMEuXY7WSWAq1JePYUhyphenhyphen5EHtVVRpc5PGnTuf2V-VJ9JB9rdrZOx5y0HLK4QlaygQtRzX2-GkjzMslA-c4ubDV01C4m99Xew9fJrgyjjN_p9csya2/s1600/14_18-untitled-fulcrum.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoGfZ_zaHOKhf696QbNYKnojqFcQa5xMEuXY7WSWAq1JePYUhyphenhyphen5EHtVVRpc5PGnTuf2V-VJ9JB9rdrZOx5y0HLK4QlaygQtRzX2-GkjzMslA-c4ubDV01C4m99Xew9fJrgyjjN_p9csya2/s400/14_18-untitled-fulcrum.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685978642178327378" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Al día siguiente, después de recaudar, sobraban unos cincuenta euros. En realidad, pensé, si Montero era el único que no apuntaba sus cafés, el resultado no cambiaba en absoluto: todo el dinero extra era suyo. Era como si apuntase, pero con tinta invisible. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Así que decidí esperar a reunir el dinero de varias recaudaciones y devolvérselo, todo junto, en su cumpleaños. O quizá, mejor, hacerle un buen regalo, algo más personal, elegido para él. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Se me ocurrió un chaleco de caza con muchos bolsillos.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"><span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7y_Z4DseBF8f_IHlsWPFKXx_6tcz3B_MNpx7oEqVp5P7ymbsuaYzSShRg5HR5y6FKUvZRbbAvhFQ4O7rmxk6bS98mA8IxjX-liVoj8fHMLwoSm9N2sHsSiK3r50Rsh6a4xdDZu-2YVVfM/s1600/14_22-untitled-sea-level.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7y_Z4DseBF8f_IHlsWPFKXx_6tcz3B_MNpx7oEqVp5P7ymbsuaYzSShRg5HR5y6FKUvZRbbAvhFQ4O7rmxk6bS98mA8IxjX-liVoj8fHMLwoSm9N2sHsSiK3r50Rsh6a4xdDZu-2YVVfM/s400/14_22-untitled-sea-level.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685978655070527570" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Pero a Montero empezó a gustarle llamar a mi puerta a media mañana. Golpeaba suavemente con el canto de una moneda y decía:</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Si alguien quiere un café…</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y a veces, sólo a veces, yo salía para tomar el café con él de pie, delante del castillo de Neuschwanstein, viendo los abetos y el cielo azul. Pero casi siempre se sentaba en mi despacho, hablaba diez o quince minutos y se iba. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Llegué a saber de la vida de Montero más que nadie en la oficina, y creo que en la tierra entera. Me contó que vivía con su tía anciana, en el piso de ella.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Un cura la dejó embarazada durante la guerra. Se fue a vivir con mi madre, le obligaron a abortar, empezó a perder la cabeza. No hace nada, no sabe dónde está, cree que yo soy el hijo del cura. Se pasa el día sentada al lado de un radiador, invierno o verano. Eso es todo, no hace más. No va a durar mucho, está ya más seca que la mojama. En cuanto caiga y yo me jubile, a vivir, se lo digo como lo siento. Vendo el piso y me largo a cazar. No voy a dejar ni un oso en todos los Cárpatos.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Muy bien, Montero. ¿Y qué?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitWfBhJJy9xi-sfovRrTf9XL198mB8G_Cs_PSrmKVdEOFaSvhlpnRK7IPW7U9tlFH1tAl1MrKvbDHSRXaxWe4b7vYtABHy8OpYxhVq_e2ZOgZncIMcVWX6d43y5nzox77gACFe_ibc9wvr/s1600/14_01-untitled-libya.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitWfBhJJy9xi-sfovRrTf9XL198mB8G_Cs_PSrmKVdEOFaSvhlpnRK7IPW7U9tlFH1tAl1MrKvbDHSRXaxWe4b7vYtABHy8OpYxhVq_e2ZOgZncIMcVWX6d43y5nzox77gACFe_ibc9wvr/s400/14_01-untitled-libya.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685978657761078066" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y no es que me resultase desagradable, pero, muy poco a poco, Montero pareció dar por sentado que a mí me apetecería escucharle todos los días, uno tras otro. Se imponía, con un café para él y otro para mí. Era evidente que no hablaba con nadie más, y empecé a echar de menos perderme entre los abetos nevados, en soledad, con un café –mi café- en la mano frente a la máquina, y no volver a escuchar la historia del cura violador y el hijo abortado. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Ah, y masca –me soltó una vez de pronto.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Masca? ¿Quién?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Mi tía, sí. No se lo dije el otro día. Se mete un bizcocho de soletilla en la boca y lo masca un rato. Si se le pega al paladar, se hurga con el dedo. Luego toca el radiador para ver si está frío o caliente, ya sabe. Así todos los días.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Efectivamente: así todos los días. Ciervos, zorros o raposas, me daba igual. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmAnG0v0lzlVKEEdbiCvX57OdIhmdlgoKlVJXEjm_9teTymco7YEt8RBS5WqDMHIHIRgVElOgAEvhuowO_jLjJ0FbNSGuDUId1pOGaMwSVqIYkCBD0euzan9su6NWdEvW2rbirAFuC0QV0/s1600/14_07-untitled-arc.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmAnG0v0lzlVKEEdbiCvX57OdIhmdlgoKlVJXEjm_9teTymco7YEt8RBS5WqDMHIHIRgVElOgAEvhuowO_jLjJ0FbNSGuDUId1pOGaMwSVqIYkCBD0euzan9su6NWdEvW2rbirAFuC0QV0/s400/14_07-untitled-arc.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685978648846530962" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Una vez, abrí la puerta de mi despacho y me encontré a Inés absorta en la contemplación de las laderas alpinas. Llevaba un jersey de cuello vuelto con un crucifijo por encima y el pelo recogido con horquillas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Estaba pensando –me dijo- en aprender a esquiar.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Parecía volver en sí después de estar muy lejos. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Por cierto, tenía que decirte que Montero me ha dado la planta que le regalaste. Dice que no quiere que se le muera, que él tiene muy mala mano.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Gracias, Inés.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Sabes si desde Sierra Nevada se ve el mar? No a pie de pista, eso me figuro que no. Pero, igual, a lo lejos. Esquiar viendo la Alhambra con el mar de fondo, ¿te imaginas?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Creo que no. No está todo tan cerca, y creo que el mar y la montaña son direcciones distintas. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Bueno, ya veré. Igual sí, igual no. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIYyo0x68YEr7cii8EP-obKaRKPWa7VFnpJj-Jm_ssluUpwJ3TSFQulCSBx7ke_Fw30G893qewlG5l014PydwQk6VRWBXgKypN0iEKOlgT0pUUjwsZErECz78UvPSrGtgCSEhKFmqhpdmo/s1600/14_03-untitled-ocean_v2.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIYyo0x68YEr7cii8EP-obKaRKPWa7VFnpJj-Jm_ssluUpwJ3TSFQulCSBx7ke_Fw30G893qewlG5l014PydwQk6VRWBXgKypN0iEKOlgT0pUUjwsZErECz78UvPSrGtgCSEhKFmqhpdmo/s400/14_03-untitled-ocean_v2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685980099948231250" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y entonces, una tarde, me quedé el último en la oficina. Al salir, Montero estaba sentado en el sofá del portal, con una revista de pesca sobre las rodillas. Dijo que tenía el coche en el taller. Si no me importaba, acaso yo podría, en fin, acercarle.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Lo vi como por primera vez. Me fijé en su cuello, atravesado por arrugas horizontales, en su bigote amarillento, en las manos cubiertas de pelos hasta la mitad de los dedos. Llevaba gafas nuevas, sin montura. Se estiró el pantalón al ponerse de pie. Le vi las uñas largas y limpias. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">En el coche, me contó una historia en la que él y un amigo se perdían en los Dolomitas y dormían en una cueva. Pasaban tanto frío que se meaban en las manos para que no se les congelasen. Sobrevivían de milagro. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">No me lo creí, no me importó y me dio asco. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Paré el coche a la puerta de la casa de su tía, un bloque de pisos de estilo franquista en piedra gris y ladrillo, con las ventanas apagadas. Imaginé a la tía de Montero, consumida en un sillón, fuera del tiempo, al lado del radiador, al final de un pasillo interminable, en la posguerra, en una vida de domingos por la tarde.<span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Miré a Montero. De perfil era viejísimo, y yo no tenía nada que decirle. Enroscó la revista en su regazo. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Si quiere –ladeó la cabeza-, mi tía está más muerta que viva.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Montero, no le entiendo –dije.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">De verdad, no le entendí. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Se bajó del coche y entró en el portal. Llevaba el abrigo sobre los hombros, como una capa, y encendió un cigarro del que salió un humo gris, gris, gris. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZXcicrYFAO7CuPCY_6Yu-8yPyhbT2SfwXHAKArWuHngfk5M1Yx0YKmE8KtuuXnSi7YHWs9eA5wdVkBuX7tgUk8lGcQpPLpejSAP2XyOyVK7T6fqI7rDQH-BLiKkUL3qZFM0sRRy8HpumR/s1600/14_02-untitled-to-france.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZXcicrYFAO7CuPCY_6Yu-8yPyhbT2SfwXHAKArWuHngfk5M1Yx0YKmE8KtuuXnSi7YHWs9eA5wdVkBuX7tgUk8lGcQpPLpejSAP2XyOyVK7T6fqI7rDQH-BLiKkUL3qZFM0sRRy8HpumR/s400/14_02-untitled-to-france.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685980087424719410" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Al día siguiente, con ciento cuatro euros a su favor, Montero se pegó un tiro en el pecho.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Como jefe, me encargué de las formalidades. Convoqué a todos los compañeros a la sala de juntas, les di la noticia y expuse el problema del dinero sobrante. Votamos emplearlo en una corona para el entierro. Era lo correcto. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Para que me diera el aire, fui yo a una floristería. Sobre el mostrador, una señora de mediana edad y pelo negro pasó las páginas plastificadas del catálogo de coronas funerarias.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Esto es orientativo –dijo-, recién hechas quedan mucho mejor.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">La más pequeña era del tamaño de un roscón de Reyes individual. Todas me parecieron bonitas. Todas eran caras. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">El dinero llegó para una mediana. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Qué texto va a querer en la cinta? ¿Es para un familiar?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Para un compañero de trabajo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Entonces, ¿“tus compañeros”?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-¿Tus compañeros? ¿De tú? –le pregunté.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">-Claro, sí. De tú. A los muertos de tú, siempre. Sí, siempre. Pero escribimos lo que usted prefiera.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Elegí la corona y el texto, pagué y volví al coche. Pensé que había llegado el momento de empezar a tutearte, Montero, y se me escaparon lágrimas por sorpresa, de repente, a lo tonto. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Porque no puedes hacernos esto a nosotros, a tus colegas. Te lo habrías pensado si hubieras visto a Inés al salir de la sala de juntas. Fue a la máquina, miró la lista de los cafés, pasó los dedos por tu nombre y se fue a su despacho, a llorar sin duda. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Tus casillas vacías, Montero, eso fue lo peor. Como si hubieras empezado a irte antes de tiempo. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y nadie habló en todo el día. Sin preguntar a nadie tiré la planta de jazmín, que estaba aún medio verde. Guardé la foto del Grossglockner en un cajón de mi mesa y llamé al informático para que formatease tu ordenador. Repartí el trabajo que habías dejado pendiente entre los vivos, y los restos de tu presencia, Montero, desaparecieron en un par de horas. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Preparé una tabla nueva, ésta sin tu nombre, despegué la vieja del lateral de la máquina de café, la doblé y la metí entre las páginas de mi agenda.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Montero, a punto de jubilarte. Sin avisar.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguJ_T0B962pFNsSmRRKmPN9QrxKmTbmfcHhyphenhyphen6xfix_p7sJaFeSe2R31h59RvmrS6V2FixgmDIYJi3FsFlOYUgLWGREoRNsFfh4DS64u0t7Bqax9az-5-D0w8N64_akbCqrmZ5TtimRRwhj/s1600/14_23-untitled-moskva.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguJ_T0B962pFNsSmRRKmPN9QrxKmTbmfcHhyphenhyphen6xfix_p7sJaFeSe2R31h59RvmrS6V2FixgmDIYJi3FsFlOYUgLWGREoRNsFfh4DS64u0t7Bqax9az-5-D0w8N64_akbCqrmZ5TtimRRwhj/s400/14_23-untitled-moskva.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5685980093335130866" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Conduje hasta el tanatorio, busqué tu sala y te vi en tu ataúd, dentro del escaparate. Estabas guapo, Montero. Te habían puesto un traje de tres botones y te habían maquillado bien. Te habían disimulado las ojeras. Te habían peinado el bigote. Tenías las mejillas más llenas, casi lisas. Llevabas las gafas nuevas. Eras un hombre digno de aprecio y respeto, frente a mí, los dos solos en la sala del tanatorio, separados por un cristal y un tiro en el pecho.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">¿Dónde te lo pegaste? ¿En el corazón? ¿Justo en el centro? ¿Cerraste los ojos?</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Montero, pensé en ti, ¿sabes? </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y te imaginé en el balcón de la torre más alta del castillo de Neuschwanstein con una escopeta de caza, matando a los osos de toda Europa. Estaba amaneciendo, Montero, y empezaba un gran día. Manadas enteras acudían a ti desde los Urales y los Apeninos como si el sonido de los disparos les llamase por su nombre. Los osos se acercaban a los pies de la colina y se dejaban matar a cientos, a miles, abatidos por ti. Las osas empujaban a sus crías con la zarpa hasta los claros del bosque para que tú pudieras verlas bien y matarlas, una a una. Los ositos rodaban hasta el centro de tu mira telescópica. Tú disparabas, ellos morían. Todos. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y no dejabas ni un oso en el mundo, Montero. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Entonces se abrió una puerta lateral dentro del escaparate, y un operario entró con nuestra corona, que ahora es la tuya. La colocó a los pies de tu ataúd, justo frente a mí. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Pensé que era exactamente del tamaño de un salvavidas. </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Perdóname, Montero, pero eso fue lo que se me pasó por la cabeza.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Tu corona era preciosa, Montero. De verdad, te habría gustado. La habían hecho con lirios, gladiolos y claveles entrelazados, y dos amarilis rojas, juntas, en la parte de abajo.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"><span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">Y escrito en la cinta, con mayúsculas negras, de lado a lado:</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style=";font-family:Batang;" lang="ES-TRAD">LO DE TUS CAFÉS</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"><span style="color: rgb(192, 192, 192);font-size:85%;" >Fotografías de <a href="http://http://www.rockpapercloud.com/projects/folded-in-place/">John Mann</a></span><br /></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-fareast-;font-family:Batang;" lang="ES-TRAD"><span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-7231098852928225122011-11-05T08:04:00.002+01:002011-11-05T08:10:16.203+01:00"Némesis", de Philip Roth<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgybnkyHCgTMVxZCs9qs9QNLc21sM8wFL7xkETKE1NQy4RJwpLWEbWFBFQPXYGajhrgMlkoP9OSdoB82y_zdpiPdPAJDU1OXUtSH4FH0-L_gFaTJ8ec33WxF4Su-Td-9tKBsPfVUa4S_KZd/s1600/inigoaragonlasmoscas.JPG"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 267px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgybnkyHCgTMVxZCs9qs9QNLc21sM8wFL7xkETKE1NQy4RJwpLWEbWFBFQPXYGajhrgMlkoP9OSdoB82y_zdpiPdPAJDU1OXUtSH4FH0-L_gFaTJ8ec33WxF4Su-Td-9tKBsPfVUa4S_KZd/s400/inigoaragonlasmoscas.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5671404971144681058" border="0" /></a><br />Crítica de "Némesis", de Philip Roth, publicada en Quimera, septiembre 2011<br /><p class="MsoNormal">Juguemos a abril “Némesis” como si fuera un libro anónimo, y veamos qué pasa: es una novela breve –apenas doscientas páginas- dividida en tres partes. Las dos primeras narran la historia de Bucky Cantor, un joven profesor de educación física, durante una epidemia de polio en el verano de 1944 en Newark. La tercera sucede décadas después, cuando el narrador Arnie Mesnikoff, que quedó lisiado por la enfermedad entonces, se encuentra con Bucky y escucha la historia que hemos leído. Tenemos entre manos, pues, una narración sesgada o deformada por dos puntos de vista superpuestos, con lo que ello significa: el autor, sea quien sea, señala que esta historia no puede existir separada de sus narradores, y que su sentido estará en cómo éstos la interpreten o la hagan suya. Es decir, que la epidemia de polio que mató niños como moscas en aquel infecto verano de 1944 interesará en tanto en cuanto afecte a Bucky y a Arnie Mesnikoff. Bucky es portador de la enfermedad, y Arnie se contagia. Unidos en un instante por el virus, divergen a partir de entonces en la manera en que deciden vivir con el dolor: uno lo coloca en el centro de su existencia, el otro lo supera. </p> <p class="MsoNormal">Aquí hay, en principio, un autor audaz, que se atreve con una propuesta narrativa que empieza presentando una historia de hondura bíblica y termina en una situación cotidiana acerca de la gestión del sufrimiento. Viajamos de su mano de la amenaza cósmica a los problemas de Bucky y Arnie, de la tragedia al melodrama, del tono mayor al tono menor, de la teología a la psicología. La dirección descendente de la flecha que traza “Némesis” indica, en principio, sólo riesgo.<span> </span></p> <p class="MsoNormal">Pero, ¿quién se atrevería a lanzarse tan decidido a semejante estructura anticlimática? ¿Cómo debemos interpretar la elección de dos personajes de dimensiones muy modestas –Bucky y Arnie- como heraldos de una historia que parecería aspirar a ser una metáfora de todos nosotros? Y, en otro orden de cosas, ¿qué voz podría esconderse detrás de las preguntas que plantea esta novela? </p> <p class="MsoNormal">Pues parece haber algo de inocencia inquietante en “Némesis”, tanto en las ideas sobre las que se trenza la historia como en la concepción de la literatura que parece inferirse de su lectura. Y es que la mirada sobre el problema teológico y existencial que plantea esta epidemia de polio es transparente y directa, lo que significa también literal y obvia. ¿Es posible que el autor, llevado por el deseo de verle la cara desnuda al sufrimiento humano, haya olvidado que la literatura cuenta con recursos oblicuos, esquivos y mágicos para deslizar entre líneas dudas, ironías, sobrentendidos y oscuridades? ¿Es la transcripción limpia de una pregunta lanzada a Dios por Bucky Cantor la forma más literaria de presentar una duda existencial? ¿Hay en “Némesis” impericia narrativa al mezclar ideas, trama, fondo y artificio, o tal vez despreocupación? ¿Nos habla un autor muy joven, o uno muy viejo? </p> <p class="MsoNormal">No importa qué lugar –menor, mayor o insignificante- ocupa “Némesis” dentro del canon de las obras del autor, cuyo nombre nunca supimos. El libro, una vez abierto en canal sobre la mesa, apenas respira. Lo sostiene con mínima vida el soplo de desesperación de un creador que, como Job y todos nosotros, se ha preguntado por la razón y el origen del sufrimiento infligido por Dios de manera arbitraria. Decidirá el lector si tal idea basta para que un libro aguante una segunda o una tercera lectura. </p> <p class="MsoNormal">Existe una novela enorme, que tal vez interese poner al lado de éste. Se llama “The only problem” y la escribió Muriel Spark en 1984 como refutación, glosa o reverso del libro de Job. Para Spark, el problema teológico más digno de consideración era, como para el protagonista y seguramente el autor de “Némesis”, la existencia del dolor en un mundo creado por Dios. Pero aquel libro era mentiroso, fascinante, esquivo y refractario, y éste es directo y honrado, como un cabreo en voz muy alta que pide el abrazo unánime de todos los lectores. Y de hecho, según parece, lo ha conseguido. Ni que lo hubiera escrito Philip <span class="il">Roth</span>.<br /></p><p class="MsoNormal"><span style="font-size:85%;">Fotografía de <a href="http://www.inigoaragon.com">Iñigo Aragón</a>.</span><br /></p> <p class="MsoNormal"> </p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-22458830501206518712011-06-04T18:00:00.004+02:002011-06-04T18:17:40.619+02:00<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3yuq-CfcANOHRHcaRkCOuhyphenhyphenVzxNe39IIOLrUnadHeVtXozmGJ2LJQwTtv7h8Bbn-ubayv_UUsv5v4nQPSEbtdvxbIHn6CsPJBwSulKSQX13pmB58r9M2qlGAhWIJNMDUtaiEQlUsStj4G/s1600/16.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 313px; height: 400px;" 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Modistas, viajantes, maestros de un año cualquiera en esta España mía, esta piel de toro, esta España muerta. Sol y sombra, coche y manta, una merienda en la cuneta en un paisaje igual que otro. Siluetas contra el fondo, ahora gente, ahora ausencias, siempre nada. Un traje de novia, una mili larga, un sueño en estéreo, roca, monte y soto. </span> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >Un rostro sobre una cara, como Dios mandaba. Varios hermanos, langostinos, mujeres cortadas, cartas de baraja en un basurero y un niño que nace sin una promesa y crece sano y fuerte, convirtiéndose en otro. Así éramos. Caza menor, pesca de bajura. </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >Fuimos tus padres, tus abuelos, tal vez tú mismo hace décadas, cuando nuestra casa era una casa-cuartel y nos sentábamos en torno a la mesa camilla, esperando visita, mano sobre mano y sobre mano fría. </span></p> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >Españoles: Él ha muerto.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >De estas cenizas venimos.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >Nosotros éramos los que movíamos los labios en misa de tarde. Una sesión doble y un paseo al mismo sitio. Sobre nuestro cuerpo, un cuerpo cualquiera. La pata quebrada el domingo por la tarde, y los niños, a la cocina. Tu recuerdo en otra mente.</span></p> <p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >¿Para qué tuvimos veinte años?</span></p> <p class="MsoNormal"><span style=";font-family:";" >El coche no arranca.</span></p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLXzmH87Gkzrm4m1iBAkrN1DoVZgy8eyV4ZdnsfpX9EAwDXU9CgIynoSC934ZqCJkPPW8nWvJqymW1zhxAmHR7qN2IfviDVrBEo3Je9Mm9rEHUYQFszydaN9oXF68zZieeDUvMjIgTD6la/s1600/11.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 257px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLXzmH87Gkzrm4m1iBAkrN1DoVZgy8eyV4ZdnsfpX9EAwDXU9CgIynoSC934ZqCJkPPW8nWvJqymW1zhxAmHR7qN2IfviDVrBEo3Je9Mm9rEHUYQFszydaN9oXF68zZieeDUvMjIgTD6la/s400/11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5614398932911040770" border="0" /></a><p class="MsoNormal"><span style="Courier New"font-family:";" >(Texto de Pablo Chul para el trabajo de collages fotográficos "La sombra en el césped", de <a href="http://www.inigoaragon.com">Iñigo Aragón</a>).<br /></span></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-53946246153075283342011-03-20T17:20:00.004+01:002011-03-20T17:25:32.288+01:00Patricia Highsmith era Satán<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghaJr4K7G8J03MjjMbdKXvhIBifrUxIK-2PQ20GoxbWy6YSxk3L5LJtqGfNoVgfRB5UdG6qd-PUBliMY5pzDtYjq1h7uB35ZCTbCaIWx70Hw3z46C4gyHCUZ-SxfgMjovi7dbvUs1OniyU/s1600/151.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 267px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghaJr4K7G8J03MjjMbdKXvhIBifrUxIK-2PQ20GoxbWy6YSxk3L5LJtqGfNoVgfRB5UdG6qd-PUBliMY5pzDtYjq1h7uB35ZCTbCaIWx70Hw3z46C4gyHCUZ-SxfgMjovi7dbvUs1OniyU/s400/151.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5586198882675189410" border="0" /></a><br />(Artículo mío acerca de la biografía de Patricia Highsmith que ha escrito Joan Schenkar, publicado en <a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2011/03/patricia-highsmith-era-una-nube-negra/">Hermano Cerdo.)<br /></a><br /><span>A veces nos ponemos mesiánicos</span>, hablamos en primera persona del plural e increpamos a los autores de los libros que leemos. Tú corta este final, tú mata a la chica y tú no subrayes los indicios. <p style="text-align: justify;">Eso hacemos. Ahora, por ejemplo, estamos hablando con Joan Schenkar, que ha pasado ocho años leyendo todo lo que Patricia Highsmith escribió y no publicó: ocho mil folios de diarios y cuadernos, y unas doscientas cincuenta obras rechazadas o dejadas a medias.</p> <p style="text-align: justify;">Joan, le decimos, ¿qué tal lo has pasado?</p> <p style="text-align: justify;">Pues mal.</p> <p style="text-align: justify;">Y se nota. La biografía que ha escrito Schenkar (Saint Martin’s Press y Picador la publican en inglés, Circe en castellano) tiene algo de tesis doctoral atragantada, de obra escrita como venganza contra uno mismo y contra el tema, de trabajo hecho de un tirón y en caliente. Casi se oye a Schenkar pensar: no puedo más, o me mata ella o la mato yo.</p> <p style="text-align: justify;">Highsmith era, si creemos a Schenkar, bruja por los cuatro puntos cardinales. Los camareros la evitaban y los vecinos no querían encender la luz por si se les plantaba en casa a beber sin límite y despotricar contra los judíos o el fisco. Sus amigos recuerdan que la hospitalidad “a la Highsmith” consistía en pasar hambre, frío y visitar un sótano, y sus agentes cuentan sin sonrisas que les escamoteaba comisiones. Si alguien se acercó a Schenkar con una historia amable, ésta la sepultó en una línea entre cientos de miles de líneas: que nadie diga que no está, pero que nadie la recuerde.</p> <p style="text-align: justify;">Joan, le decimos, tu trabajo es titánico. Se parece a la montaña que había delante de la casa de Highsmith en Tegna, Suiza, una mole magnética que tapa el sol y da miedo. Pero tenemos una sugerencia, sólo una pequeña sugerencia: cuando tengas un rato, toma las cien páginas del quinto capítulo de tu libro y conviértelas en un ensayo acerca de los escritores que, como putas y en silencio, trabajaban para la industria del cómic. Ahí está la joya, acepta nuestro consejo.</p> <p style="text-align: justify;">Y es que Highsmith...</p><p style="text-align: justify;">(<a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2011/03/patricia-highsmith-era-una-nube-negra/">el artículo completo está aquí</a>)<br /></p><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografía de Alexis Vasilikos</span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-3182359185780660212011-02-17T15:48:00.008+01:002011-02-19T11:27:25.203+01:00Dos historias de terror<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgllrZqT7XWbVZqlXENTyj78Kztk5qsXtUj1vUCY1rO3K3JSSFv-X-Y98yuwJZjuRMELpAM4fYN3mPdz_5WwuzWWSqo3JEjFMmy124I4G4cP3Lyd_Wrsvv9-nZXajDqQjmvP9ExkI4NabZg/s1600/traum_ii_22.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgllrZqT7XWbVZqlXENTyj78Kztk5qsXtUj1vUCY1rO3K3JSSFv-X-Y98yuwJZjuRMELpAM4fYN3mPdz_5WwuzWWSqo3JEjFMmy124I4G4cP3Lyd_Wrsvv9-nZXajDqQjmvP9ExkI4NabZg/s400/traum_ii_22.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5574684461490340450" border="0" /></a>Vuelven, vuelven y vuelven a mí dos momentos indescriptibles del cotilleo literario. Son como el regusto de una pesadilla dirigida al alimón por <span style="font-weight: bold;">Haneke</span> y <span style="font-weight: bold;">Berlanga</span>, si eso es posible. Grima y pena, risa y dentera, y yo no sé qué pensar.<br />Ahí van, pues, dos historias paralelas protagonizadas por sendas mujeres pesadas y mesiánicas, que se transformaron en ovejitas cuando la soledad les enseñó los dientes.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Caso 1) "La luna de miel de George Eliot, o los maridos sin garantías".</span> <span style="font-weight: bold;">George Eliot</span>, seria y monumental, vivió una historia de amor con el filósofo <span style="font-weight: bold;">George Henry Lewes</span>, que estaba casado. Estuvieron juntos veinticinco años, se hacían llamar marido y mujer cuando viajaban juntos y amaban el conocimiento casi más que el uno al otro. Eran superhéroes del saber, de los que ya no hay.<br /><br />Juntitos en la cama, cabeza con cabeza leyendo el mismo libro:<br />-Oh, mi George. Qué razón lleva <span style="font-weight: bold;">Feuerbach</span>, lee aquí.<br />-"Gott ist das <i>offenbare</i> Innere, das ausgesprochene Selbst des Menschen". Oh, mi George.<br /><br />Y así todos los días.<br /><br />Pero no pudieron casarse, y George Eliot se quedó viuda y con la espinita.<br /><br />Pero John Cross, un depredador veinte años más joven que ella y admirador de la pareja, entró en escena dispuesto a todo.<br /><br />-George, yo te amo.<br />-John, tengo sesenta años.<br />-Casémonos. Nunca tuviste luna de miel. Piensa en el vestido, el velo, las flores. Recuerda cómo planeaste con George vuestro viaje. Calais, Francia, Italia, amor en Venecia, <span style="font-style: italic;">you name it, darling</span>.<br /><br />Y se casaron, <span style="font-style: italic;">indeed</span>. Se casaron e hicieron, paso por paso, el viaje que <span style="font-weight: bold;">George Eliot</span> nunca llegó a hacer con <span style="font-weight: bold;">George Henry Lewes</span>. Hay que suponer que <span style="font-weight: bold;">George Eliot</span> sentiría, al menos, un escalofrío ante la suplantación.<br /><br />-¿A que soy como él, George?<br />-Mejor. Veinte años más joven. ¿A que soy una novia guapa?<br />-Pareces una doncella.<br /><br />Pero, ay, llega un momento de la luna de miel en el que hay que cumplir con las obligaciones, y parece ser que llegó en Venecia. La luna reflejada en el agua bajo el balcón del hotel, la brisa, los colores de Tintoretto en la mente... Era sí o sí.<br /><br />-Momentito, George, que salgo a tomar el aire.<br /><br />Y Johh Cross saltó al Gran Canal.<br /><br />Pero no murió, no. Le sacaron del agua medio enloquecido, y fin del <span style="font-style: italic;">affaire</span>. <span style="font-weight: bold;">George Eliot</span> murió a los pocos meses, tal vez preguntándose para qué se había casado, tal vez si el agua estaba fría.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKKNmgGURvXOAJTIYBl8cRLGVMNYxR5r15mt53TJca3TQkoGQG8zLTNxxwgnaU8yDFPbtLJacDfMCWBLS9mbibgbjz-JCDNHXt1RlRrTaF7_enSMVlez5p6oM_RoKU_bZ7OP72kPP6ZrPJ/s1600/allerseelen_9.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKKNmgGURvXOAJTIYBl8cRLGVMNYxR5r15mt53TJca3TQkoGQG8zLTNxxwgnaU8yDFPbtLJacDfMCWBLS9mbibgbjz-JCDNHXt1RlRrTaF7_enSMVlez5p6oM_RoKU_bZ7OP72kPP6ZrPJ/s400/allerseelen_9.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5574684466777340866" border="0" /></a><br /><span style="font-weight: bold;">Caso 2) "El Antinoo de Yourcenar, o los infortunios de la vejez".</span><br /><span style="font-weight: bold;">Marguerite Yourcenar</span> rondaba los setenta y tantos y acababa de enviudar de Grace Frick, su novia de toda la vida, cuando abrió la puerta de su casa a <span style="font-weight: bold;">Jerry Wilson</span>, un fotógrafo más o menos joven que muy bien podría haberse llamado <span style="font-weight: bold;">Tom Ripley</span>. Debieron de estallar rayos en el cielo cuando la mano de Wilson hizo toc toc.<br /><br />-Sí, ¿quién es?<br />-Soy un mal bicho, pero admiro su obra. Es usted mi autora favorita.<br />-Los halagos desarman a cualquiera. Incluso a mí, que estoy hecha de la piedra con la que se talló el Partenón.<br />-Hablando de lo cual, señora, pongamos todas las cartas sobre la mesa. A mí me gusta hacer lo de los poemas de <span style="font-weight: bold;">Cavafis</span>, así que en ese aspecto soy inofensivo del todo.<br />-Pues es un alivo, porque una tiene ya cierta edad.<br />-Oh, no, señora. Usted es y será siempre inmortal.<br />-¿Y qué me ofrece, joven?<br />-Pues compañía para viajar. Pero paga usted, que yo voy de gorra.<br /><br />Y así partió por el mundo la extraña pareja. Imaginémoslos en Japón, en Grecia, en Roma, y de vez en cuando de vuelta a Mount Desert Island, reponiendo fuerzas. Imaginémoslos como debieron de estar en muchas ocasiones: ella recitando ditirambos al alba y él mirándose las uñas. E imaginemos también las broncas en las que él le pedía dinero y más dinero, y ella daba, daba y daba.<br /><br />-Pero, ¿para qué tanto, Jerry?<br />-Para vicios. Y si no me lo das, me largo y viajas sola si te atreves. Claro, que con ochenta años... -Ay<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU5zDHzEEKzjGxC-xCVTGS2Eemqtv7rOr1XUWokHWEafds2vjYxxk6gUt4RW6cmtVcoO_jendK9T0g5XVqx6ihdM349m05Bbf-ZD9rH5MZIZoBE88jZwP7qbwM88_NOTF8BrhFFa1RF3bT/s1600/traum_ii_20.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU5zDHzEEKzjGxC-xCVTGS2Eemqtv7rOr1XUWokHWEafds2vjYxxk6gUt4RW6cmtVcoO_jendK9T0g5XVqx6ihdM349m05Bbf-ZD9rH5MZIZoBE88jZwP7qbwM88_NOTF8BrhFFa1RF3bT/s400/traum_ii_20.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5574684473340397730" border="0" /></a><br />Pensemos en que la muerte les llevaba de una mano a cada uno: él estaba enfermo de sida y ella apuraba lo que le quedaba en la copa.<br /><br />Y visualicemos esto, que sucedió tal cual.<br />En Egipto, <span style="font-weight: bold;">Yourcenar</span> decidió hacer un homenaje triple a Adriano, a Antinoo y a su gloria literaria, y se montó en una barca en el Nilo. Llevaba una bolsita con monedas que quería echar al agua en el sitio aproximado donde Antinoo se ahogó ante los ojos de Adriano. Iban con ella Wilson y el barquero, que todavía se pregunta por el significado de lo que vio aquella mañana.<br /><br />-Pare usted aquí, señor barquero, que yo soy una autora insigne y voy a hacer una cosa altamente simbólica. Porque en este mismo punto Antinoo cayó al agua y murió. Se dice que fue un suicidio por amor, y yo, en su memoria, voy a tirar estas moneditas al agua.<br /><br />Chof, cayeron las monedas.<br /><br />Y otro chof.<br /><br />Jerry Wilson... ¡se tiró al Nilo!<br /><br />Pero tampoco murió, no. Una vez en el agua debió de pensar que hasta el barquero habría entendido el paralelismo y volvió nadando a la barca.<br /><br />Imaginemos la conversación de vuelta al hotel.<br /><br />-Casi me ahogo, figúrate. Yo habría muerto como Antinoo.<br />-No comment, Jerry.<br />-Qué cosas.<br />-No comment, Jerry. ¿Te lo digo en yambos o en espondeos?<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHamSyJysxX0jwoxpSvAdSonNm7k2D2ND6E25WGNnQvZP1fINRVZpadUrUxb6phUoQP6WpDCjGEdUpEyH9aIGXuf_LhgmGhGNWjzUrbr5kDHPoba4Zi8dhvGOQIrviGfEPRsiws-zjGgZ7/s1600/traum_ii_11.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHamSyJysxX0jwoxpSvAdSonNm7k2D2ND6E25WGNnQvZP1fINRVZpadUrUxb6phUoQP6WpDCjGEdUpEyH9aIGXuf_LhgmGhGNWjzUrbr5kDHPoba4Zi8dhvGOQIrviGfEPRsiws-zjGgZ7/s400/traum_ii_11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5574686085515582610" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de <a href="http://www.alexanderbinder.de/">Alexander Binder</a></span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-38040846321065694422011-02-04T19:29:00.003+01:002011-02-04T19:39:57.250+01:00El top-ten del chisme literario<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1HEpgOU7LluT6sfIQGhe8r70LKcyuDU663MzhBrth9sx-E8s1rAR7ZR7LG7uJRktWoNlJb9EN6rAwE9BsCpNIweFDSeQwCtvbgoljq9xHBzDKhH8UG2OaL3k1F2p7KB7pIZT2w4uuaytI/s1600/maurizio_anzeri_1.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1HEpgOU7LluT6sfIQGhe8r70LKcyuDU663MzhBrth9sx-E8s1rAR7ZR7LG7uJRktWoNlJb9EN6rAwE9BsCpNIweFDSeQwCtvbgoljq9xHBzDKhH8UG2OaL3k1F2p7KB7pIZT2w4uuaytI/s400/maurizio_anzeri_1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569905503519234418" border="0" /></a>Estaba yo en la cinta del gimnasio corriendo hacia ninguna parte cuando pensé en lo profundamente chunga que era <span style="font-weight: bold;">Patricia Highsmith</span>, cuya biografía me estoy metiendo entre pectoral y trapecio. Era retorcida, la tía. Te cruzabas con ella y tenías que ir a un exorcista.<br /><br />Así que tiré del hilo y junté a los siguientes amiguetes en un supuesto ucrónico. Primero me regodeé en los de carácter indeseable y después, por efecto benéfico del oxígeno en la sangre, en los momentos literarios que debieron de molar.<br /><br />De los primeros no digo nada. Pero, ¡ay, qué no daría yo por haber asistido, detrás de una cortina, a los siguientes episodios que forman el top-ten de los momentos estelares del cotilleo literario, que diría <span style="font-weight: bold;">Stefan Zweig</span>.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJamgLPBbhfxVo6faOHRab_gNBZzcJKKaUApOCtKOnmNJO-ULB-281DdUr3YPKeXh5yRTYdnf-Qp1uSLWO-702PxVYzDhSxIXHPoMaJ0yvy5mMqwiC7BWlpOCQ0dvcBa7ru_9BpXBnh_L3/s1600/maurizio_anzeri_3.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 302px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJamgLPBbhfxVo6faOHRab_gNBZzcJKKaUApOCtKOnmNJO-ULB-281DdUr3YPKeXh5yRTYdnf-Qp1uSLWO-702PxVYzDhSxIXHPoMaJ0yvy5mMqwiC7BWlpOCQ0dvcBa7ru_9BpXBnh_L3/s400/maurizio_anzeri_3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569905509516156498" border="0" /></a><br />1) El viaje del gato Spider, que pasó de las manos de <span style="font-weight: bold;">Patricia Highsmith</span> a las de <span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span>.<br /><br />2)<span style="font-weight: bold;"> Proust</span> envuelto en manta+manta+manta+abrigo+abrigo eligiendo chulazo entre los camareros del Ritz. Y ver la cara del camarero...<span style="font-style: italic;"> Moi? Pourquoi moi?</span><br /><br />3) <span style="font-weight: bold;">Byron</span> retando a <span style="font-weight: bold;">Shelley</span>, a <span style="font-weight: bold;">Mary Shelley</span> y a <span style="font-weight: bold;">Polidori</span> a escribir una novela de terror en Villa Deodati.<br /><br />4) <span style="font-weight: bold;">Galdós</span>, ciego y a punto de morir, palpando su propio rostro de piedra en el monumento de El Retiro.<br /><br />5) El corazón de <span style="font-weight: bold;">Thomas Hardy</span> <a href="http://93bcn.blogspot.com/2010/01/el-corazon-de-thomas-hardy.html">en una caja de galletas</a>.<br /><br />6) El complot entre <span style="font-weight: bold;">Edith Wharton</span> y Scribner's para que parte de los beneficios de "La casa de la alegría" fueran a <span style="font-weight: bold;">Henry James</span>.<br /><br />7) El duelo entre <span style="font-weight: bold;">Pushkin</span> y D'Anthes.<br /><br />8) <span style="font-weight: bold;">John Cheever</span> de <span style="font-style: italic;">cruising</span>.<br /><br />9) <span style="font-weight: bold;">Carson McCullers</span> de gorrona en la casa de <span style="font-weight: bold;">Elizabeth Bowen</span>.<br /><br />10) Y de rebote, pero por honores: la hija de <span style="font-weight: bold;">Larra</span> inventando la estafa piramidal.<br /><br />Hay más. Ya tengo otro top-ten. Mañana, tal vez, cinta mediante.<br /><br /><div style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirpc_TJGVm7-CoqoEcHzDfBuR0jx_A7fMqreQpTh3VDA1Gkkwf2Ori3mnLhPs8W_Ol1NBsb7XgKSi0dSOd15JW56LPNfyLo52ovvi_dUIDPlT5q-wdRzK3WxdWX2yQznaiQSViQinloEmE/s1600/Anzeri.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 298px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirpc_TJGVm7-CoqoEcHzDfBuR0jx_A7fMqreQpTh3VDA1Gkkwf2Ori3mnLhPs8W_Ol1NBsb7XgKSi0dSOd15JW56LPNfyLo52ovvi_dUIDPlT5q-wdRzK3WxdWX2yQznaiQSViQinloEmE/s400/Anzeri.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5569905500312791618" border="0" /></a><span style="font-size:85%;">Fotografías bordadas de <a href="http://www.maurizioanzeri.co.uk">Maurizio Anzeri</a></span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-67613001332539061192011-01-24T12:39:00.008+01:002011-01-25T10:28:07.834+01:00La princesa prometida, de William Goldman<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcxhMMocIxOWJ3yyxz89VzlEutKv8pdD0cb5low9gIidwSCQ_2vJ-2C7PENkXk5wz3-UBC9JYa_Zw1e46ynWLuMZoHDehcv7PBSfZTh11F_eL20ynw2ZF6qqZhLwJVJK0eItwKujRJlar-/s1600/nature.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 263px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcxhMMocIxOWJ3yyxz89VzlEutKv8pdD0cb5low9gIidwSCQ_2vJ-2C7PENkXk5wz3-UBC9JYa_Zw1e46ynWLuMZoHDehcv7PBSfZTh11F_eL20ynw2ZF6qqZhLwJVJK0eItwKujRJlar-/s400/nature.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5566052350304872530" border="0" /></a>Publican un artículo mío sobre La Princesa Prometida, de <span style="font-weight: bold;">William Goldman</span>, en la revista <a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2011/01/la-princesa-prometida-la-princesa-posmoderna/">Hermano Cerdo</a>, que comparto con ilusión. Transcribo.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">"La Princesa Prometida / La Princesa Posmoderna", por Pablo Chul. </span><br /><br />Bueno, al grano. Si no habéis leído el libro, ya estáis tardando. <p style="text-align: justify;">Yo tardé, y por eso hablo como converso, es decir en voz muy alta: LEEDLO. Todo lo demás puede esperar, y no sirve de nada haber visto la peli porque la peli es la mitad.<br /></p><p style="text-align: justify;">(Ya, pero a mí del cocido madrileño sólo me gustan los garbanzos. </p><p style="text-align: justify;">-Bien, pues entonces estás comiendo garbanzos, no cocido. </p><p style="text-align: justify;">Ya, pero yo me salto los capítulos de Jesucristo cuando leo <em>El maestro y Margarita.</em><br /></p><p style="text-align: justify;">-Vale, pues entonces estás leyendo otro libro). </p><p style="text-align: justify;">Esto pasa con la historia de Westley y Buttercup, que todos conocemos: es la mitad del libro. La otra mitad es la historia ficticia de cómo el autor (<span style="font-weight: bold;">William Goldman</span>) resumió la novela <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em>, escrita por un supuesto S. Morgensten. El sentido, la gracia, el genio y la vigencia de <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em> están en la mezcla de ambas historias (o niveles, o cajas chinas, o registros, o como prefiráis).<br /></p><p style="text-align: justify;">De un primer vistazo tenemos, pues, un texto que alimenta a otro, un autor inventado y un aire a metaficción y posmodernidad.</p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNhAV8kfNDI5eltI69UWvROWIpk0C4GZVt96OS2WZLm-qgjoKM1ZumyEK9sWhakif1w_gU8_RGkT5gcTCVTRotMyuQUQhBash09BUTcGn1fcmGw08qRtjg1Q8XhIVg-861CbVVq-s7CzGp/s1600/nature5.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 263px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNhAV8kfNDI5eltI69UWvROWIpk0C4GZVt96OS2WZLm-qgjoKM1ZumyEK9sWhakif1w_gU8_RGkT5gcTCVTRotMyuQUQhBash09BUTcGn1fcmGw08qRtjg1Q8XhIVg-861CbVVq-s7CzGp/s400/nature5.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5566052361210455026" border="0" /></a><p style="text-align: justify;">¿Es esto <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em>?</p> <p style="text-align: justify;">Sí, y más.</p> <p style="text-align: justify;"><em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em> se escribió en 1973. Entonces narraba la historia de cómo el autor, un alter-ego de Goldman, resumía la novela de aventuras que escribió Morgensten. Cinco años después, Morgensten (que no existe) envió a un editor (que tampoco existe) <em style="font-weight: bold;">Los gondoleros silenciosos</em>, una especie de <em>spin-off </em>remoto de <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em>. En 1987, <span style="font-weight: bold;">Goldman </span>escribió el guión para la película que todos hemos visto. Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir.</p> <p style="text-align: justify;">El tiempo pasó para todos, personas y personajes, actores y película, y en 1998 <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> (escritor) engordó su novela contando cómo <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> (alter-ego) había vivido el éxito de Hollywood y su obsesión por la obra de Morgensten. <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em> ganó cien páginas y un tercer nivel de lectura, porque el libro ahora narra, además de las historias de Buttercup/Westley y Goldman/Morgensten, el relato de <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> frente a su historia en tiempo presente.</p> <p style="text-align: justify;">Porque el libro no ha terminado. En la última página, <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> ve a un chico y una chica con sendas <em>t-shirts</em> donde se lee “Westley never dies”. Y si las <em>t-shirts</em> existen en la vida real, es probable que Morgensten también, y que <em style="font-weight: bold;">La Princesa Prometida</em> o lo que quede de ella continúe en una futura edición.</p> <p style="text-align: justify;">Entonces, ¿qué leemos en esta novela?</p> <p style="text-align: justify;">Pues algo parecido al principio de la segunda parte del <span style="font-weight: bold;">Quijote,</span> incluyendo Tasa, Privilegio, Fe de erratas, Prólogo y Dedicatoria al Conde de Lemos. Las glosas de un libro inexistente. Una novela llena de razones para reconciliarse con la posmodernidad que gusta, es decir la que no alecciona. Y es ahí, en este libro como reflexión sobre las funciones de la ficción, donde tal vez esté su sentido.</p> <p style="text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRPnhzh9Ovh0VrpaujVzcXAGV2WgZGbgGvQJIYqBP2y1IqJSW_LshgMBr9tRmfLYm829xTAJu6DpqENeBo1r4OukcpV3pgt3wyMn1vcYndEFaRM5v2r8n2n0kxVslqVFSGP6t2LDksLbV9/s1600/nature2.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 263px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRPnhzh9Ovh0VrpaujVzcXAGV2WgZGbgGvQJIYqBP2y1IqJSW_LshgMBr9tRmfLYm829xTAJu6DpqENeBo1r4OukcpV3pgt3wyMn1vcYndEFaRM5v2r8n2n0kxVslqVFSGP6t2LDksLbV9/s400/nature2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5566052353318211810" border="0" /></a>Como si nada, <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> desmonta una historia de género caballeresco (la novela de Morgenstern, una “classic tale of true love and high adventure”) y decide narrarla a través de la voz de su alter-ego, que interrumpe, corta y comenta, selecciona, abrevia y molesta.</p> <p style="text-align: justify;">Es decir, que <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> y el lector pactan:<br /></p><p style="text-align: justify;">a) que la vigencia de un buen relato es independiente de su forma; </p><p style="text-align: justify;">b) que la manera de narrar clásica ha muerto; </p><p style="text-align: justify;">c) que el lector aceptará la función de <span style="font-weight: bold;">Goldman</span> como intermediario.<br /></p><p style="text-align: justify;">Ideas que no aparecen aquí por su valor lógico sino por su efectividad como recurso artístico. Ideas que no se discuten: se tragan.</p> <p style="text-align: justify;">Porque abrir un libro es creer.</p> <p style="text-align: justify;">Y así este libro se presenta, aparentemente, como una celebración del placer y el misterio de narrar, ideas que la posmodernidad mata cuando las encumbra y honra cuando las goza, como hacen <span style="font-weight: bold;">Coover</span> y <span style="font-weight: bold;">Angela Carter</span>: si la ficción es convención y el autor zozobra, escribamos con una sonrisa, o incluso una carcajada...<br /></p>(<a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/index.php/2011/01/la-princesa-prometida-la-princesa-posmoderna/">El artículo sigue aquí...</a>)<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Ilustraciones de <a href="http://www.siljagoetz.com/">Silja Goetz</a></span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-2078803030404381292011-01-17T16:41:00.010+01:002011-01-18T20:14:12.616+01:00Las twenty thousand streets de Patrick Hamilton (2)<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtEKLIWQx-3XYkapzaYsWfeZdJ2zuEWLOppDUuXX_vX0NJa5RmlzOG7up4lyfoxjQ70YwEL2VH32h8Ey6_8fZ8kNyoY75g1nqV9M3N5VlgRyPtUEQV9-pvFMMWcopHdO0SSPswfTxDFNI1/s1600/lornasimpson_6.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 388px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtEKLIWQx-3XYkapzaYsWfeZdJ2zuEWLOppDUuXX_vX0NJa5RmlzOG7up4lyfoxjQ70YwEL2VH32h8Ey6_8fZ8kNyoY75g1nqV9M3N5VlgRyPtUEQV9-pvFMMWcopHdO0SSPswfTxDFNI1/s400/lornasimpson_6.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5563552185448162578" border="0" /></a><br />Decíamos ayer que el lector se había quedado un poco así con la primera novela de esta trilogía. Pero siguió leyendo, y siguió leyendo, y cuando llegó a la mitad de la segunda (<span style="font-weight: bold;">The siege of pleasure</span>) ya había cambiado de opinión porque el lector es un hombre de juicios más bien endebles. Y es que donde dice digo dice diga y se queda tan ancho. Empezó el libro soltando pestes y lo terminó cantando alabanzas. Así es el zen: los contrarios se vuelven unidad, o en su defecto argamasa.<br /><br />Pues eso: que si <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> lo había hecho mal en <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span>, que si <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> necesitaba un curso de narrativa acelerado, que si tal y que si cual, y ahora resulta que <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> lo hace todo bien en <span style="font-weight: bold;">The Siege of Pleasure</span>. Tan bien lo hace que esta novela otorga sentido retrospectivo a la anterior, e incluso la redime.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">The Siege of Pleasure</span> (TSOP) es la historia de cómo Jenny la prostituta llegó a ser quien es. La vemos con un cliente en plena negociación. Tú tienes pinta de chica mala, dice el cliente. Es que lo soy, dice ella, porque un vaso de oporto me echó a perder.<br /><br />Y entonces vamos al pasado, o para ser exactos, a un pasado de cuento. El siguiente capítulo se llama "The treasure" y empieza con tono y personajes de fábula: una chica perfecta llega a una casa del barrio de Chiswick donde viven tres viejecitos viejísimos, tres caricaturas a lo <span style="font-weight: bold;">Dickens</span>. La chica es Jenny, claro, a la que conocíamos sólo como el arquetipo de la putilla.<br /><br />En este momento se firma el pacto entre autor y lector que rige TSOP:<br /><br />El autor promete contar la historia de la transformación de Jenny 1 (chica perfecta) en Jenny 2 (prostituta amoral) en clave de fábula, utilizando los recursos literarios propios del género. Queda libre de las obligaciones propias de otras formas como la novela realista o el folletín, y adquiere la facultad de utilizar los elementos narrativos que considere adecuados para el fin y la forma que convenga.<br />El lector firma y acata.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6ac8JQmJh00jqwgoqPYrKsBzIuXQmiE9oMcbV2KFMKsqpxWhaTX2c6IFHBprb9aQ4LOrFQOmBnRnTm3G1qh2lIe3wTDlmm7Kp6vCo5lgqPoBq5z6091R64kf0coVi35Tp7UfKevVtMP10/s1600/staircase.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 399px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6ac8JQmJh00jqwgoqPYrKsBzIuXQmiE9oMcbV2KFMKsqpxWhaTX2c6IFHBprb9aQ4LOrFQOmBnRnTm3G1qh2lIe3wTDlmm7Kp6vCo5lgqPoBq5z6091R64kf0coVi35Tp7UfKevVtMP10/s400/staircase.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5563551900404337298" border="0" /></a>Así sí se hacen las cosas. El lector avanza por la novela como la niña del traje rojo avanzaba por el bosque, y se traga tres sapos de tamaño estratosférico.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Sapo 1) El desencadenante</span>. La vida de Jenny se transforma por una borrachera. De la noche al día está condenada. ¿Inverosímil? No: estamos en una fábula, y las fábulas tratan con frecuencia del poder transformador de un elemento. También lo hacen las contrafábulas: véanse La leyenda del Santo Bebebor, de Roth, y el Billete de un Millón de Libras, de Mark Twain. Aquí un vaso de oporto arruina a Jenny, y nos parece muy bien.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Sapo 2) La psicología del personaje.</span> Un arquetipo que se transforma en otro, y juntos, como dos mitades en el tiempo, componen un personaje. No hace falta más. Basta que el arquetipo tenga reacciones humanas para que nos lo creamos. Estamos en una fábula, <span style="font-style: italic;">remember</span>.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Sapo 3) La ausencia de suspense.</span> Mira, dice Hamilton, aquí tenéis el final, encima de la mesa y bien clarito: Jenny termina mal. Pero, ¿queréis que os cuente el cuento de cómo la buena de Jenny terminó haciendo la calle por culpa de un vaso de oporto?<br /><br />Si es que no hay nada como ser sincero, incluso en arte. ¿Que <span style="font-weight: bold;">Matthew Barney</span> es de pueblo? ¿Que a <span style="font-weight: bold;">Marina Abramovic</span> le pesan los Balcanes? ¿Que el flan no es de la casa? Vale, pero que lo digan.<br /><br />El lector goza con TSOP. El lector es un vendido. Al lector le parece bien la borrachera que se pilla Jenny, y le parece hasta magistral la tercera parte de esta novela, llamada "The Morning After". Porque hay una <span style="font-style: italic;">morning </span>tras la cogorza, y Jenny la sufre como si fuera una pesadilla. Cada acción a su alrededor está ralentizada con esa atención que hipnotizaba en <span style="font-weight: bold;">The Slaves of Solitude</span> y ponía de los nervios en <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span>.<br /><br />Total, que el lector termina la segunda novela de esta trilogía en las antípodas de donde la empezó. Tanto, que se adentra en la tercera pensando en metáforas para contar cómo una parte de la obra ilumina y transforma el sentido de las demás. Pero no se le ocurre más que la luz del pasillo que ilumina el dormitorio.<br /><br />Y es que el lector es simple.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB8-u_iKTSuPCn82OOVtQCBnCmk0T58lQZny4BVcLuxfXbf3xU25U9U52IzPv2XxIhyphenhyphenYP91GzgRIkO27b8It2T0vAHeaaRjSS6O4XpS_J-9xtigCm7GJOhyphenhyphenwATge4TfvGjUs0AZ4bMviKv/s1600/theRock.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 392px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB8-u_iKTSuPCn82OOVtQCBnCmk0T58lQZny4BVcLuxfXbf3xU25U9U52IzPv2XxIhyphenhyphenYP91GzgRIkO27b8It2T0vAHeaaRjSS6O4XpS_J-9xtigCm7GJOhyphenhyphenwATge4TfvGjUs0AZ4bMviKv/s400/theRock.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5563551900865154354" border="0" /></a><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de Lorna Simpson</span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-50010688131889460852011-01-16T12:10:00.006+01:002011-01-17T16:23:13.309+01:00Twenty thousand streets under the sky, de Patrick Hamilton (1)<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguahIVvGYCRo3QD-8INcAS-m9EZH39SfDMay_bPvgf32TYfbJ8SszAcTlRWNsYnGX4wtG3j0szezRpKpuFPgPjkb4Quk92xgqOPO1b21eDjepNgLOcA-ysVJuPqEhUiSmsgDkVMJgMPNrK/s1600/01carpet.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 326px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguahIVvGYCRo3QD-8INcAS-m9EZH39SfDMay_bPvgf32TYfbJ8SszAcTlRWNsYnGX4wtG3j0szezRpKpuFPgPjkb4Quk92xgqOPO1b21eDjepNgLOcA-ysVJuPqEhUiSmsgDkVMJgMPNrK/s400/01carpet.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5562742023737753890" border="0" /></a><br />Empezamos mal: la primera novela de este tocho hace aguas por aquí y por allá. Se llama <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell </span>y <span style="font-weight: bold;">Patrick Hamilton</span> la escribió en 1929, cuando acababa de pasar por el infierno de una relación chunga con una prostituta. La chica, por lo visto, le humilló, le robó y le dejó amorrado a la botella y tiritando.<br /><span style="font-style: italic;">Cherchez la femme?</span> No: es que fue así.<br /><br />Y como fue así, <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span>, entre trago y trago, se puso a escribir la historia. Tal cual, tomada de la vida.<br /><br />(Pero aquí entra el corifeo de la técnica narrativa y dice:<br />OH, AUTOR, NUNCA, NUNCA, OH, NUNCA CUENTES, OH, LAS COSAS COMO FUERON).<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> tenía veinticinco años y llevaba su vida sobre los hombros, como pasa con frecuencia. No oyó al corifeo y siguió escribiendo, borracho perdido. Se transformó a sí mismo en Bob, el camarero del pub <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span>, y convirtió a Lily la chunga en Jenny la chunga. Añadió a Ella, una compañera de Bob, y listo. Los ingredientes para la historia de abuso y tortura emocional estaban sobre la mesa.<br /><br />Pero los ingredientes no garantizan el resultado. Con un cabrito puedes hacer un asado o una misa negra.<br /><br />Pues <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span> es una novela pálida, casi pobre, al lado de, por ejemplo, <span style="font-weight: bold;">Los Esclavos de la Soledad</span>. Leerlas al mismo tiempo funciona como un curso de narrativa <span style="font-style: italic;">by the face</span>: lo que funciona en una falla en la otra, y la diferencia en el uso de elementos similares es sutilísima. Pero fundamental, <span style="font-style: italic;">of course</span>.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEik3_W9jtXjl-5jVKc8eOerNB4DUDMMcxJcqJihLZ66Xv49u5Q4P_Bydrupyh5aEvZhKDuNoIv5cdKcakTtXm52_u_EcpiGyE92kndlxYnJUpOj-E3DdtzITSmZZ_n8rMraVDESD63FBdgv/s1600/05carpet.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEik3_W9jtXjl-5jVKc8eOerNB4DUDMMcxJcqJihLZ66Xv49u5Q4P_Bydrupyh5aEvZhKDuNoIv5cdKcakTtXm52_u_EcpiGyE92kndlxYnJUpOj-E3DdtzITSmZZ_n8rMraVDESD63FBdgv/s400/05carpet.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5562742031055577138" border="0" /></a><br /><span style="font-weight: bold;">Punto 1: Personajes redondos vs. arquetipos.</span><br />La mayoría de los personajes de ambas novelas son arquetipos. Si la protagonista de LEDLS era una solterona estirada con pretensiones intelectuales, el de TMB es el camarero enamoradizo y un poco confiado que quiere ser escritor. Allí el triángulo lo completaban el soldado americano y la amiga traidora, aquí la prostituta sin corazón y la camarera noblota que seca vasos y los deja en la barra con un suspiro porque es sensata. No hay pretensiones de convertir a estos arquetipos en personajes complejos: conoceremos de ellos sólo los rasgos que subrayen su identidad arquetípica, no los que la contradigan. Bien.<br /><br />Pero el sentido artístico de LEDLS se entendía al leerla como un retrato global de seres incapaces de trascender esa identidad limitada, plana y ramplona. Eran gente pequeña vista a través de los ojos de un narrador que hacía explícito su deseo de contar que la gente era bidimensional y pobre, y que sufría por ello. Un elemento narrativamente neutro (personajes arquetípicos) estaba al servicio del sentido.<br /><br />En TMB, sin embargo, el mismo elemento apunta a otra dirección, y tal vez pincha. Porque aquí los personajes son igualmente arquetípicos pero la novela aspira a ser un retrato del amor torturado.<br /><br />(Corifeo: MAL, MAL, MAL, AUTOR. UN TEMA MANIDO CON PERSONAJES PLANOS NO ES UNA BUENA IDEA...)<br /><br />Y no es que el tema esté agotado, pero no da más de sí cuando no se rescribe desde cero.<br /><br />(Corifeo: OS LO DIJE, MORTALES. CUIDADITO CON LOS PERSONAJES PLANOS.)<br /><br />Así pues, en la categoría "uso de los elementos narrativos en dirección satisfactoria", el resultado es: Slaves 1, Midnight Bell 0.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3nKqVDNe6gaQpygi72Ef3XTweUN8m3XwVJjNl40xkuvFKYiI7Kqn4uhoq2B6cbUhkJf9L4FHdzOi1iMNq_8PUzvXW-A-6xn1syy3Hs-gN1UOduPD1IAOwJAfwGBr0aJzBUjEpzCHk7UDr/s1600/02carpet.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 325px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3nKqVDNe6gaQpygi72Ef3XTweUN8m3XwVJjNl40xkuvFKYiI7Kqn4uhoq2B6cbUhkJf9L4FHdzOi1iMNq_8PUzvXW-A-6xn1syy3Hs-gN1UOduPD1IAOwJAfwGBr0aJzBUjEpzCHk7UDr/s400/02carpet.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5562742024947681474" border="0" /></a><br /><span style="font-weight: bold;">Punto 2: La situación</span>.<br /><br />La vida es triste, oh, sí, pero también alegre, oh, sí. La guerra es mala, oh, sí, pero en los refugios antibombas (véase Proust) se ligaba de maravilla, oh, sí. Los matrimonios rotos dan pena, oh, sí, pero también mucha risa.<br /><br />En resumen: ninguna situación (entendida como espacio+tiempo+conflicto) exige de manera necesaria o exclusiva ningún tono. La situación es previa a la sensación transmitida al lector, y sólo los elementos de aquélla que se dirijan hábilmente hacia el sentido serán percibidos como elementos cargados dramáticamente.<br /><br />Parrafada que, in other words, quiere decir: <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span> exige que el lector acepte de antemano que la situación es gris en términos generales porque el autor lo decreta, pero el lector se rasca la cabeza y se pregunta por qué un camarero, un pub y una prostituta son deprimentes per se.<br /><br />(Corifeo: NO MÁS QUE UN CAMPO DE AMAPOLAS HASTA QUE EL AUTOR DEMUESTRE LO CONTRARIO).<br /><br />El lector bebe un vaso de agua y recuerda LEDLS. Allí aparecían sólo dos o tres elementos de la guerra (el <span style="font-style: italic;">black-out</span>, el desempleo y los soldados), y cada uno, como quien dice portaba su vela: el <span style="font-style: italic;">black-out</span> era ceguera metafórica y existencial, el desempleo le llegaba a la protagonista en el momento justo y el soldado entraba en la pensión para desencadenar la trama. El lector termina el vaso de agua e increpa al cielo.<br /><br />En la categoría "uso de la situación", vamos así: Slaves, 1, Midnight Bell, 0.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOTF2LjvrcaE97z2vL2s6JOGT16G2UumYOtB6sct4x6KKWvr8RucV5g5IDjKSeDoKrIer0x_1yKe8U63ITbrUrglQ_phk7RpbMrHgGDx1daIdMgLsSmyGVAPcjGuIhVSD4D54chM032LsD/s1600/03carpet.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 324px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOTF2LjvrcaE97z2vL2s6JOGT16G2UumYOtB6sct4x6KKWvr8RucV5g5IDjKSeDoKrIer0x_1yKe8U63ITbrUrglQ_phk7RpbMrHgGDx1daIdMgLsSmyGVAPcjGuIhVSD4D54chM032LsD/s400/03carpet.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5562742025650746146" border="0" /></a><br /><span style="font-weight: bold;">Punto 3: El suspense.</span><br /><br />Tiemblan los escritores puristas al oír esta palabra maldita. Oiga, dice uno, yo escribo como me sale, tal cual, desde lo más profundo del corazón, y sin forma ni consciencia. Oiga, dice otro, yo tengo el verbo muy fino y mis lectores me siguen doquier voy. Oiga, dice el tercero, eso del suspense es cosa de best-sellers.<br /><br />(Corifeo: OS VOY A DAR PERO BIEN. NO HAY NARRACIÓN SIN SUSPENSE).<br /><br />Existe el suspense en cada palabra escrita entre una acción y su consecuencia. Da igual el género y la intención del texto. Cuando la plasta de la <span style="font-weight: bold;">señora Dalloway</span> dice que se va a comprar flores, el lector quiere saber qué flores, cúando flores, cómo flores, dónde flores y para qué flores.<br /><br />Pero TMB frustra el suspense de la narración porque el tono y la situación anticipan el desenlace exacto. El lector puede escribir lo que va a pasar desde el primer trago que se bebe el camarero.<br /><br />Lo cual no es, en sí, ni bueno ni malo: no se lee para saber el desenlace de la historia, pero cuesta avanzar en una novela en la que, además de a los personajes y el tema, se ha sacrificado también el suspense.<br /><br />Y así queda la cosa en el apartado "suspense": Slaves 1, Midnight Bell 0. Total: 3-0.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span> es un polvorón bien seco. El lector masca y masca, y al final traga. Son poco más de doscientas páginas que se hacen pesaditas, pesadas, pesadísimas.<br /><br />Pero, ay, ay, ay, el lector es un pringao, un melón, un zoquete, porque esta novela es la primera de una trilogía que <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> decidió agrupar en un solo volumen. Sigue leyendo como un penitente, se adentra en la segunda (<span style="font-weight: bold;">The siege of pleasure</span>) y entonces... entonces... entonces tiene que repensar todo lo pensado porque el sentido de TMB cambia RADICALMENTE cuando se entiende como parte de un todo.<br /><br />(Corifeo: PRINGAO, MELÓN, ZOQUETE).<br /><br />Y el lector borra el post, se traga sus palabras y vuelve a pensar en <span style="font-weight: bold;">The Midnight Bell</span> desde cero, castigado en el rincón y mirando a la pared.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de <a href="http://www.louisporter.com/">Louis Porter</a></span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-29182245293931248302010-12-31T13:19:00.007+01:002010-12-31T15:07:37.516+01:00Lecturas 2010: para el recuerdo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrz4EDNgCZCbiCtPgrAhz3BdWax63Qvsx2BfzP5MEGvw-2EXdrjWS0PEjx2k0G_UVKLJWpYcW_Nz-FQOgp0Jswni5SVo01_DzHxxXCjPE8HRPfT3-wqnGJKbhdCvDZZ1NQYlvcjD0zwBi7/s1600/abu+%25281%2529.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 391px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrz4EDNgCZCbiCtPgrAhz3BdWax63Qvsx2BfzP5MEGvw-2EXdrjWS0PEjx2k0G_UVKLJWpYcW_Nz-FQOgp0Jswni5SVo01_DzHxxXCjPE8HRPfT3-wqnGJKbhdCvDZZ1NQYlvcjD0zwBi7/s400/abu+%25281%2529.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5556838073951147474" border="0" /></a><br />No es el filtro más fiable, pero no hay otro: la memoria que recuerda las impresiones ha elegido éstos entre los libros leídos en 2011.<br /><br />Han dejado huella:<br /><br />Master Georgie, de <span style="font-weight: bold;">Beryl Bainbridge</span>.<br /><br />The Princess Bride, de <span style="font-weight: bold;">William Goldman</span>.<br /><br />The pangs of love y Going into a dark house, de <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span>.<br /><br />Hadji Murat, de <span style="font-weight: bold;">Tolstoi</span>.<br /><br />The complete fiction, de <span style="font-weight: bold;">Francis Wyndham</span>.<br /><br />The sould of kindness, de <span style="font-weight: bold;">Elizabeth Taylor</span>.<br /><br />Hangsaman y The Sundial, de<span style="font-weight: bold;"> Shirley Jackson</span>.<br /><br />The sweet dove died, de <span style="font-weight: bold;">Barbara Pym</span>.<br /><br />Cécile, de <span style="font-weight: bold;">Benjamin Constant</span>.<br /><br />Los libros de relatos "May we borrow your husband?" y "Twenty-one stories", dentro de los relatos completos de <span style="font-weight: bold;">Graham Greene</span>.<br /><br />Y, como todos los años, la autobiografía de <span style="font-weight: bold;">Cellini</span>.<br /><br />2011 promete: esperan en la pila <span style="font-weight: bold;">Beryl Bainbridge</span> (cinco), <span style="font-weight: bold;">Patrick Hamilton</span> (tres), <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> (seis), <span style="font-weight: bold;">Graham Greene</span> (dos), <span style="font-weight: bold;">Elizabeth Taylor</span> (dos), <span style="font-weight: bold;">V.S. Naipaul</span> (dos) y dos cumbres del cotilleo: las cartas de <span style="font-weight: bold;">Elizabeth Bowen</span> a Charles Ritchie y las de <span style="font-weight: bold;">Henry James</span> a sus "dearly beloved friends".<br /><br />Qué ansia.<br /><br />¡Buenas lecturas a todos! Y gracias a todos los blogueros que comparten sus hallazgos y reseñas.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Collage de <a href="http://www.inigoaragon.com/">Iñigo Aragon.</a><br /></span></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-60361490284637939742010-12-21T08:00:00.014+01:002011-01-16T12:29:20.240+01:00"A toda vela", de C.H.B. Kitchin<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4RAwaH3KbD9qKT5FcKL4NSrRjwRdIOjTsN0eVr2jWarxx69-wmDftrbPoPumRTNIfeZzmA2wetxOAH4xk_mXHKCQ8xyh_r7hyphenhyphenOqyROuQIBZ5FzktpDEmlSjd1AOPtndkXsds563VVaMjv/s1600/2d70a239f9c0920d37983e38f28bd5ef.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 319px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4RAwaH3KbD9qKT5FcKL4NSrRjwRdIOjTsN0eVr2jWarxx69-wmDftrbPoPumRTNIfeZzmA2wetxOAH4xk_mXHKCQ8xyh_r7hyphenhyphenOqyROuQIBZ5FzktpDEmlSjd1AOPtndkXsds563VVaMjv/s400/2d70a239f9c0920d37983e38f28bd5ef.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5553028137766017410" border="0" /></a><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">(Reseña de "</span></span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >A toda vela</span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">", de </span></span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >C.H.B. Kitchin</span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">, publicada en "</span><a style="font-family: georgia;" href="http://www.ambitocultural.es/ambitocultural/cargarFichaCritica.do?texto=&identificador=206&fechaDesde=&fechaHasta=">Ambito Cultural</a><span style="font-family:georgia;">").</span> <span style="font-family:georgia;"><br /><br />Una extraña ley del mercado parece dictar que toda novela inglesa que se publique deba llevar en su contraportada o su faja alguna alusión a </span></span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >Jane Austen</span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">. La editorial Periférica recupera "A toda vela", una interesante novela escrita en 1924 por </span></span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >C.H.B. Kitchin</span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">, y lastra su importancia al presentarla como "una novela agridulce" acerca de una mujer que corre el peligro de convertirse en solterona, "una novela muy crítica a pesar de su aparente ligereza, digna de </span></span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >Jane Austen</span><span style="font-size:100%;"><span style="font-family:georgia;">".</span></span><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">Pues aunque "A toda vela" no sea una obra central de la literatura inglesa del siglo XX, sí que merece una lectura atenta en relación a la tradición en la que se inscribe, que no es la heredera de </span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >Austen</span><span style="font-size:100%;"> sino del modernismo de principios de siglo. Tal vez bajo esta luz se observen mejor sus méritos, que atañen principalmente al estilo.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">La trama es tan sencilla como difusa: Lydia Clame está en crisis. No es ya joven, no es suficientemente rica ni suficientemente extravagante ni está en el meollo de la vida social. No encuentra novio, y su percepción hace aguas:</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">"Su nerviosismo, siempre intermitente, la abandonó de repente. Estaba exhausta, tenía treinta y los aparentaba. Cómo hacer de la noche un éxito sin vitalidad, cómo sobrevivir a ella. Tanto, antes, parecía depender de esa noche; y, sin embargo, ¿qué placer podía, después de todo, procurarle?"</span></p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcfDuLtsS1UlUNwGlbGInoYcES7O6SAyV31-4PeDVmdIQuBDb0nlft82NcwGLduexmskJppl35YKFpPJBq-GAulU1oFg6QcxR5Se3IeyXqanyqsa4NM5ea62IliZ9jjqELQ2pZ5BBCNo8E/s1600/e24b18f55d3a791c15abdfcf82781bcc.jpg"><br /></a><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">El lector sigue a Lydia en un viaje errático, en el que la protagonista constata que no hay lugar en el mundo para ella: amenazada por la posibilidad de perder sus rentas, rodeada de amigos superficiales e incapaz de transformarse en una mujer más resuelta, Lydia siente que el tiempo en que su existencia tuvo sentido ha quedado atrás.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEPbqDaZG3kOKoFCIWknlQpQI4GB6y_0hoG3GZLyXv9tWgttqtNa3IVNAtjCqvHRzuBEpSmQF0hHGfPjnV6TJ239LIxCAnJEsIU5FcqL1IO5yNW09dHCK-0gAHac_smuVZqUvb93BCztCy/s1600/abd4f028eca53f31cbfaceceeba5c31d.jpg"><br /></a>Tal vez </span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >C.H.B Kitchin</span><span style="font-size:100%;"> eligiera a Lydia como arquetipo de una generación de mujeres que, en palabras de </span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >Virginia Woolf</span><span style="font-size:100%;">, "no vivían verdaderamente en nuestro siglo". Sin embargo, "A toda vela" no es una novela edificada en torno a un personaje, y no es en la fractura interna de la protagonista donde el autor muestra el carácter fragmentario y deslavazado del mundo que representa, sino en la prosa que describe el exterior.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6-Y-0XVpv_c8wnu7U98FJJRvjbL9KZEIMFwefWhWa0cIX67UtVGbuU7fCIaI_3DrgJ7LvmAFZ1UdUQAPe563__RxP97xKOvcguiSd07IeDICV6ghwXunhlULK8T7I0pkS0C-mhDzopaf5/s1600/246251a8ffcb3f640ccd6b0bd6fb439a.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 317px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6-Y-0XVpv_c8wnu7U98FJJRvjbL9KZEIMFwefWhWa0cIX67UtVGbuU7fCIaI_3DrgJ7LvmAFZ1UdUQAPe563__RxP97xKOvcguiSd07IeDICV6ghwXunhlULK8T7I0pkS0C-mhDzopaf5/s400/246251a8ffcb3f640ccd6b0bd6fb439a.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5562743880535705746" border="0" /></a></p><span style="font-size:100%;">Así, por ejemplo, sale el tren de la estación:</span><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">"Por fin el Bovril sustituyó al Oxo, y el jabón Pears a Bovril. Pasaron los carteles de BUFFET y CABALLEROS. Sólo los hilos del telégrafo mantuvieron el paso, decayendo como en una caricia hasta que con cada relámpago de negrura vertical ascendían de nuevo a la dignidad de su primera altitud. El compartimento, que la señorita Clame tenía para ella sola, olía a ectoplasma"</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">Y así atardece:</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;"><br /></span></p><p class="MsoNormal" style="font-family:georgia;"><span style="font-size:100%;">"La escena estaba llena de un tenue sosiego que, aunque en un principio parecía pastoral, arrastraba irresistiblemente el pensamiento a espacios más amplios, a una intensidad de llanura o mar o cielo donde la noche y el día se fundían en un rapto de no existencia, y la tierra, con sus múltiples caras, se disolvía, como un cristal cayendo en aguas profundas. Durante algunos minutos uno se sentía abrumado, transformado en algo pasivo y sin embargo desapasionado".</span></p><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" ><br /><span style="font-family:georgia;">C.H.B. Kitchin</span></span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" > trabajaba su prosa con la misma intención artificiosa con la que escribían </span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >Henry Green</span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" > o </span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >Elizabeth Bowen</span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" > en sus obras de los años veinte, como "</span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >The Hotel</span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" >" o "</span><span style="font-weight: bold;font-family:georgia;font-size:100%;" >The last September</span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" >", en las que el estilo, siempre presente, se imponía a la trama como un filtro </span><span style=";font-family:georgia;font-size:100%;" ><span style="font-family:georgia;">que la distorsionaba o la alejaba. Nos encontramos, pues, ante una novela que mejora al ser leída como una pieza de su tiempo.</span><br /><br /></span><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcfDuLtsS1UlUNwGlbGInoYcES7O6SAyV31-4PeDVmdIQuBDb0nlft82NcwGLduexmskJppl35YKFpPJBq-GAulU1oFg6QcxR5Se3IeyXqanyqsa4NM5ea62IliZ9jjqELQ2pZ5BBCNo8E/s1600/e24b18f55d3a791c15abdfcf82781bcc.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 317px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcfDuLtsS1UlUNwGlbGInoYcES7O6SAyV31-4PeDVmdIQuBDb0nlft82NcwGLduexmskJppl35YKFpPJBq-GAulU1oFg6QcxR5Se3IeyXqanyqsa4NM5ea62IliZ9jjqELQ2pZ5BBCNo8E/s400/e24b18f55d3a791c15abdfcf82781bcc.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5553029288289187794" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal" face="georgia"><span style="font-size:100%;">Es posible que "</span><span style="font-weight: bold;font-size:100%;" >A toda vela</span><span style="font-size:100%;">" parezca una obra imperfecta a nuestros ojos, particularmente si esperamos encontrar lo que presuponemos a cierto tipo de novelas inglesas: ironía más o menos suave y comedia ligera de buenos modales. Y es que los méritos de esta novela no están ahí sino en su propuesta, que consiste en reflejar la fractura entre el hombre y el mundo en la confusa década de los años veinte.</span></p><p class="MsoNormal" style="font-family: georgia;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-weight: bold;">Orwell</span> dató en 1918 la muerte definitiva del mundo decimonónico. Tal vez este libro, escrito seis años después, fuera escrito bajo esa sombra y con esa intención: como metáfora de una sensibilidad que empezaba a reconocerse sólo en lo informe, en lo difuso, en el vagar, en la deriva.</span></p><p style="text-align: center;font-family:georgia;" class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size:85%;"><br /></span></span></p><p style="text-align: center;font-family:georgia;" class="MsoNormal"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de <a href="http://www.lucasblalock.com/">Lucas Blalock</a></span><br /></span></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-29916413120344325032010-12-16T15:41:00.024+01:002010-12-18T15:30:04.563+01:00The slaves of solitude / Los esclavos de la soledad, de Patrick Hamilton<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYlxTrM2ApPAIz6ceSfghDzdmyhePSBjVGmEvBDsDM6biH1tFsQxHu2D0QeenlBsRGHrD4FCttip6sGgycku_iSLV4b6Jnl626qW9o3gXKU9ueRH_i6lWpoiLyG0_5wvARapL4H3U-b24T/s1600/Couple-embracing-outside-the-stage-door-of-Prince-of-Wales-Theare-in-Lower-Wardour-Street.jpeg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 340px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYlxTrM2ApPAIz6ceSfghDzdmyhePSBjVGmEvBDsDM6biH1tFsQxHu2D0QeenlBsRGHrD4FCttip6sGgycku_iSLV4b6Jnl626qW9o3gXKU9ueRH_i6lWpoiLyG0_5wvARapL4H3U-b24T/s400/Couple-embracing-outside-the-stage-door-of-Prince-of-Wales-Theare-in-Lower-Wardour-Street.jpeg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5552026937884560898" border="0" /></a>Este libro, traducido al castellano hace dos años, pasó más o menos desapercibido. Varios blogueros lo reseñaron con emoción (<a href="http://lasvacacionesdeholden.blogspot.com/2008/07/los-esclavos-de-la-soledad-patrick.html">aquí</a> y <a href="http://despuesdelnaufragio.blogcindario.com/2010/03/00764-los-esclavos-de-la-soledad-patrick-hamilton.html">aquí</a>) pero a otros, por decirlo finamente, se les atragantó. Al crítico de <a href="http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/23369/Los_esclavos_de_la_soledad">El Cultura</a>l le pareció que ni fu ni fa porque esperaba leer "La Colmena", pero fue el Sr. Molina, en la web "<a href="http://www.solodelibros.es/11/08/2008/los-esclavos-de-la-soledad-patrick-hamilton/">Solodelibros</a>" quien se lanzó en caída libre y con un par: que si perspectiva banal, que si estilo plano, que si <span style="font-weight: bold;">Hamilton</span> no es un buen novelista...<br /><br />Yo leí la crítica con los ojos boquiabiertos, como quien dice.<br /><br />Pero luego recordé que ese mismo señor Molina (que normalmente escribe con atención y cuidado) dijo <a href="http://www.solodelibros.es/30/07/2010/la-libreria-penelope-fitzgerald/">aquí </a>que no merece la pena "perder el tiempo" leyendo a <span style="font-weight: bold;">Penelope Fitzgerald</span>.<br /><br />Y entonces solté unos tacos de esos que rompen crucifijos.<br /><br />Porque hay cosas que no se perdonan. Y van dos.<br /><br />En fin, a lo nuestro. <span style="font-weight: bold;">Los esclavos de la soledad</span>, 1947, posguerra en Inglaterra, autor famoso en su tiempo, alcohólico, desfigurado en un accidente, misántropo, etcétera. Su vida está en <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Patrick_Hamilton_%28writer%29">wikipedia</a>, sin desperdicio.<br /><br />Los esclavos de la soledad, pues: una mujer en el peor de los momentos.<br /><br />Miss Roach no está casada, frisa los cuarenta, se considera moderadamente fina y se ve condenada a vivir en un infierno de provincias, Thames Lockdon, ni demasiado cerca ni demasiado lejos de Londres, que está allí, en el horizonte, como una amenaza.<br /><br /><span style="font-style: italic;">London, the crouching monster, like every other monster has to breathe, and breathe it does in its own obscure, malignant way.</span><br /><br />Pero ni Londres ni leches. La vida ha llevado a Miss Roach a una pensión en Thames Lockdon, y no parece querer darle un respiro. El mundo de Miss Roach, que antes tenía un horizonte pequeño pero suficiente, desaparece literalmente en la oscuridad: es la guerra, y el <span style="font-style: italic;">blackout</span> impone que las noches sean negras. Miss Roach sólo ve la pensión asquerosa con su comedor, su escalerita, su descansillo, sus ruidos y sus olores. Fuera, la nada, lo negro, la boca del lobo.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPLLWEi5xJDK6juMe1rBz2KDUgIJ8tJt02AYh6WhyphenhyphenUs6paazawuVeJ8GEFkdBU5gZH_S-mdJi_F4_qR4oUYMUgdBAmy7UlUe-3gKQ9sRyhbp5gpU2yRK6kGFBHDQBJ651Pt6cZW_5Fwuky/s1600/Outside-the-Rainbow-Corner-girls-talking-with-men.jpeg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 303px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPLLWEi5xJDK6juMe1rBz2KDUgIJ8tJt02AYh6WhyphenhyphenUs6paazawuVeJ8GEFkdBU5gZH_S-mdJi_F4_qR4oUYMUgdBAmy7UlUe-3gKQ9sRyhbp5gpU2yRK6kGFBHDQBJ651Pt6cZW_5Fwuky/s400/Outside-the-Rainbow-Corner-girls-talking-with-men.jpeg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5552026944008367186" border="0" /></a>Cuando Miss Roach sale de casa sólo ve lo que ilumina su linterna: un circulito de suelo, camino del pub.<br /><br />Y así pasan los días en la pensión, llena de personajes-arquetipo (el viejo repugnante, la digna pusilánime, la tacaña) que le recuerdan a Miss Roach cuál es su papel: el de SOLTERONA.<br /><br />Una solterona en provincias durante la guerra es un drama cotidiano y sordo, un dolor de baja intensidad. <span style="font-weight: bold;">Patrick Hamilton</span> mira su obra y dice: echemos aceite al fuego.<br /><br />Así que entra en escena el teniente americano. Juerga, alegría, juventud, cine juntos y besos de los de verdad. La vida son dos días y Miss Roach, al fin y al cabo, no es una estrecha. No en vano ella trabaja en una editorial en Londres. Y ya se sabe.<br /><br />Pero dice el refrán que poco dura la alegría en la casa del pobre. Una amiga desvalida, una mosquita muerta, una alemana fresca, una rubia, una víbora, una zorra entra en escena. Se llama Vicki Kugelmann y aparece como quien no quiere la cosa: no tengo donde quedarme pero me apaño en cualquier sitio.<br /><br />Ya. Seguro.<br /><br />Y entonces empieza de verdad la novela, que no trata de un triángulo amoroso sino de la hostia que le da la vida a Miss Roach por creerse una persona y no ser más que un personaje: la SOLTERONA.<br /><br /><span style="font-style: italic;">But was she, after all, an "English Miss" of sorts?...Was she (she must translate these odious epithets into dignified English) insular, too correct, puritanical, inhibited; one who by her lack of vitality, or lack of grace, spoiled the carefree pleasure of others)</span> .<br /><br />Yes, she is. Sus celos son miserables, su ira una pataleta y su quebranto un berrinche. Quiere matar y ni grita. Y a la mañana siguiente, más de lo mismo. El descansillo, la taza, el plato y el ruido de sus compañeros de pensión, que mascan el desayuno.<br /><br />Y así sigue la vida en esta novela: gris, repetitiva y asfixiada. Cada día el clavo se hunde un milímetro más, sin terminar de matar.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhflZMJvIN6tIj2JrDsLNYB5xuJWIfLPAAU2YCLKakH2Zylg91CG5F_PyLou5kpVDdFJXPMYcAY1gTiyI5SZHoSU74Cc9Lk8YbHq7XrxZxd1ZQvtwqofaDLtAakfYoxvfw7VuVUEnoABE1W/s1600/People-hanging-around-outside-Keith-Prowse-discussing-which-shows-they-should-try-to-see-.jpeg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 307px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhflZMJvIN6tIj2JrDsLNYB5xuJWIfLPAAU2YCLKakH2Zylg91CG5F_PyLou5kpVDdFJXPMYcAY1gTiyI5SZHoSU74Cc9Lk8YbHq7XrxZxd1ZQvtwqofaDLtAakfYoxvfw7VuVUEnoABE1W/s400/People-hanging-around-outside-Keith-Prowse-discussing-which-shows-they-should-try-to-see-.jpeg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5552026940425266370" border="0" /></a>Tres son, en mi opinión, los grandes aciertos de esta novela:<br /><br />Un narrador omnisciente y despectivo, que establece la distancia adecuada para que la historia se perciba como un drama protagonizado por arquetipos. Bien, nos dice, vamos a ver el mundo y sus habitantes, que son hormigas, nada más. Pero hormigas ridículas.<br /><br />El estilo. En relación directa con el punto anterior, la voz del narrador es al mismo tiempo explicativa, neutra y paternalista, como si quisiera remedar al estilo de las crónicas del s. XIX:<br /><br /><span style="font-style: italic;">Though the Rosamund Tea Rooms was, as regards bedroom accommodation, full up, there was still plenty of space in the dining-room, and Mrs. Payne, whose love of gain over-rode all other considerations, did not hesitate, when the occasion arose, to inflict her regular guests with the company of strangers at meals.</span><br /><br />La distancia emocional que la suma de los dos puntos anteriores impone. Pues este libro no se lee como un drama a la manera clásica. La señorita Roach, como el resto de personajes, es mezquina y está retratada sin piedad, de frente. Y a una mezquina no se la compadece.<br /><br />O tal vez sí. Pues a medida que la trama avanza hacia un final magnífico, se hace más sólida la negra, negra idea que vertebra esta novela: que las vidas de estos esclavos de la soledad no están empequeñecidas por la guerra, aunque ellos lo crean. Son así: nunca llegarán a más.<br /><br />Apagad las luces, cerrad las cortinas. A llorar.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de David E. Scherman</span><br /></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhflZMJvIN6tIj2JrDsLNYB5xuJWIfLPAAU2YCLKakH2Zylg91CG5F_PyLou5kpVDdFJXPMYcAY1gTiyI5SZHoSU74Cc9Lk8YbHq7XrxZxd1ZQvtwqofaDLtAakfYoxvfw7VuVUEnoABE1W/s1600/People-hanging-around-outside-Keith-Prowse-discussing-which-shows-they-should-try-to-see-.jpeg"><br /></a>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-15426960232669072102010-12-13T20:16:00.003+01:002010-12-13T20:19:39.164+01:00Las lecturas de 2010: artículo publicado en la revista Hermano Cerdo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0WjMLa51s9OcqTwPTfoKsoWcCAkvKZD7fmzTRpJTlRvDE1IWvtmo1bjlAmg3OwWiixgeR17jcJGiCLMBN5QjecFtHbaUTCNDlMjnLuFWlNtKC2xYc5n_risrDaFj7KTWYoh9EUugtzu6y/s1600/inigoaragon.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 267px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0WjMLa51s9OcqTwPTfoKsoWcCAkvKZD7fmzTRpJTlRvDE1IWvtmo1bjlAmg3OwWiixgeR17jcJGiCLMBN5QjecFtHbaUTCNDlMjnLuFWlNtKC2xYc5n_risrDaFj7KTWYoh9EUugtzu6y/s400/inigoaragon.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5550248411575318114" border="0" /></a>Entre todos los libros con los que gocé en 2010, cuatro refulgen. <p style="text-align: justify;"><strong>The sweet dove died</strong>, de <strong>Barbara Pym</strong>, publicado en 1978. Una novela seria, breve y gélida, con la que la autora prácticamente se despidió de la vida. Un retrato distante de una mujer a punto de cascar entre un mundo que conoce y el presente, que se le escapa de las manos. Barbara Pym construye en este libro uno de personajes más completos y trágicos que se pueden encontrar en la literatura inglesa de la segunda mitad del siglo XX. Genial.</p> <p style="text-align: justify;"><strong>La princesa prometida</strong>, de <strong>William Goldman</strong>, publicado en 1973. Un libro escrito cuando la posmodernidad era realmente graciosa. Una historia dentro de una historia con todos los trucos metaliterarios necesarios: el autor falso, el manuscrito encontrado, el cronista que glosa e interviene… Todo el mundo parece saber que este libro merece la pena: yo me enteré este año.</p> <p style="text-align: justify;"><strong>El incongruente</strong>, de <strong>Ramón Gómez de la Serna</strong>, publicado en 1922. Moderno de verdad, fresco y libre.</p> <p style="text-align: justify;"><strong>May we borrow your husband?</strong>, de <strong>Graham Greene</strong>, publicado en 1967. Tal vez su mejor colección de historias cortas, que contiene dos monumentos del relato del siglo XX: el que da título al libro y “Cheap in August”. Y no es que esté descubriendo nada nuevo al recomendar a Graham Greene, pero nunca está de más. No tarden. Léanlo.</p> <p style="text-align: justify;">Feliz año nuevo y suerte con sus lecturas. Que disfruten.</p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografía de <a href="http://www.inigoaragon.com">Iñigo Aragón</a>.</span><br /></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-4810830189049224762010-12-02T12:34:00.007+01:002010-12-02T12:51:19.454+01:00Muriel Spark, Graham Greene y el Espíritu Santo: artículo para la revista Hermano Cerdo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-80FKx7mY2HOZpH6KnCA9Rla_lBJyhMTK-uC7ec1tdqdeXZ7usAbofU-_kMo8w_4nwN0jlr-h0JcuCQ7rqCc6_0tbXSOl4Zlzhgyvjxtt2IXaRuj_WV3fv224Q5uxsdR_Pk7wXJLYFhL3/s1600/5eec72a6cca0b6c490db97c4aa505f90.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-80FKx7mY2HOZpH6KnCA9Rla_lBJyhMTK-uC7ec1tdqdeXZ7usAbofU-_kMo8w_4nwN0jlr-h0JcuCQ7rqCc6_0tbXSOl4Zlzhgyvjxtt2IXaRuj_WV3fv224Q5uxsdR_Pk7wXJLYFhL3/s400/5eec72a6cca0b6c490db97c4aa505f90.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546048616750962274" border="0" /></a>(Artículo mío en la revista Hermano Cerdo sobre las novelas <span style="font-weight: bold;">Territorial Rights</span>, de <span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span>, <span style="font-weight: bold;">Travels with my aunt</span>, de <span style="font-weight: bold;">Graham Greene</span> y algunas preguntas sobre el catolicismo y las tramas).<br /><br /><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:trackmoves/> <w:trackformatting/> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> 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mucho tiempo intentando entender qué significa <i>esencialmente</i> el catolicismo en la obra de <b>Muriel Spark </b><span style="">y<b> Graham Greene</b></span> y no alcanzo grandes conclusiones. Al contrario: he llegado a pensar que la lectura de sus novelas en clave católica es una de esas convenciones culturales que los lectores y críticos perpetúan sin haber intentado desentrañar.<br /><br />Pero yo me he lanzado como Superman, y si no llego a la meta no será por falta de esfuerzos. He leído con interés, con diccionario, con post-it y con rotulador amarillo los capítulos de la biografía escrita por Martin Stannard en los que se trata el tema. He leído el libro de Job y he meditado sobre la psoriasis como condena bíblica. He reflexionado sobre las diferencias entre sacramental, pastoral, místico y espiritual. He abierto la mente, dispuesto a creer algún que otro dogma si era necesario... y nada.<br /><br />Na-da.<br /><br />Pero de pronto parece haber algo de luz en las tinieblas. O chispas en las sinapsis, y perdón por la aliteración.</p><p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhripGpBWaztZfJpaY2k_7LCzGqUVGIXAfYpFxpE6md8ZYPOWiqC8qi_omLS1bigbK93rKs8rT_yA5LG1f-uK6yuGuRE17PHg_A8g4ydEP4g8oBbdZpwW0JNr5eW0dbgHs51DVDDLbNrjxo/s1600/077055c6abdad0c22de765e42ade576f.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 266px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhripGpBWaztZfJpaY2k_7LCzGqUVGIXAfYpFxpE6md8ZYPOWiqC8qi_omLS1bigbK93rKs8rT_yA5LG1f-uK6yuGuRE17PHg_A8g4ydEP4g8oBbdZpwW0JNr5eW0dbgHs51DVDDLbNrjxo/s400/077055c6abdad0c22de765e42ade576f.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546048604335178866" border="0" /></a></p><p class="MsoNormal"><b><br /></b></p><p class="MsoNormal"><b>Muriel Spark</b> publicó <b style="">Territorial Rights</b> en 1979. Es una novela de su época más extraña, más escurridiza, escrita justo después de <b style="">The Takeover</b>, cuando <b style="">Spark</b> parecía sentir que debía reinventar el género novelístico a cada nuevo intento. Con sesenta y un años, como debe ser, se resetea antes de escribir. </p> <p class="MsoNormal"><b style=""><span style="" lang="EN-US">Territorial Rights </span></b><span style="" lang="EN-US">empieza con cierta seriedad, casi con el no-estilo con el que está escrita <b>The driver's seat</b>:<br /><br /><i style="">Robert had come here as soon as he had unpacked, crossing the little bridge of the side-canal to the path that led into the expansive square. It was the afternoon hour when the shops were opening after lunch. Robert had walked around to see what sights there were to save up for later visits, and now was in the bar having coffee and a bun. He was wearing blue jeans and a thick sweater. He was twenty-four, thin, tallish and had a good head of light brown curly hair and a droopy brown moustache. Some other students of both sexes stood in the bar, came and went.<br /></i><br /></span>Y en ese tono entre desdeñoso y seco continúa, guiando una trama que se adensa poco a poco hasta explotar. </p> <p class="MsoNormal">La trama es, como señaló Edmund Wilson en la reseña de esta novela en el New York Times, un elemento que apenas se consideraba en la crítica. Y es cierto que aun hoy, treinta años después, la situación apenas ha cambiado. Damos por hecho que la trama funciona como medio de transmisión de significados y sentidos, y la analizamos en general en términos de efectividad (¿son correctas las causalidades?) o de verosimilitud en relación a la vida (¿es esto posible?). Sin embargo, no es frecuente encontrar críticas que tengan en cuenta el aspecto moral de las decisiones del autor en cuanto a la trama.<br /><br />Asunto delicado. El arte tiene razones que el raciocinio no entiende, y si Julien Sorel muere en la guillotina es, en principio, porque el corte le viene bien a la novela y no por otro motivo. Así lo asumimos, zanjando la cuestión.</p> <p class="MsoNormal">Pero algunos autores consideran que la narrativa, en tanto que representación o equivalente de la realidad, se rige por unas leyes semejantes, y traen al primer plano la trama para dejar claro que es en la relación de los personajes con el destino y las acciones donde reside su visión del mundo. Matar o casar a la protagonista no es indiferente.<br /></p><p class="MsoNormal"><br /></p> <p class="MsoNormal"><b style="">Spark </b>confesó haber comprendido qué significaba ser novelista cuando se convirtió al catolicismo y aprendió a ver las tramas como un conjunto. Vio entonces a sus personajes desde el punto de vista de un dios que observa su creación con una sola certeza: que nada en la tierra tiene sentido si no hay vida tras la muerte. Ese es <b>The Only Problem</b> para <b style="">Spark</b>, el tema central del catolicismo que hay que asumir sin cuestionar. Y si nuestra experiencia contradice el dogma, creamos sin preguntar, parece decir. Pues en la tierra hay maldad, traición, mentira y engaño, pero no nos corresponde a nosotros juzgar aquí y ahora, sino a un dios en otro momento. </p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Esta idea, como la hostia, se traga sin masticar.</p><p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZvmZWGD26lagyKUsgyU2UNBDURxUf3v7xs8nYr6uMtuZfG7n0XXApdAtAUKV55kOeF5mtMg129JKBIZfHIvigKbzLnEESIq0J2k4VWu9lxmbBO00PgQsVjtFk5IPCIfK-LvHpng3yXzW-/s1600/e7b706a861000d518dcb66b590372276.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZvmZWGD26lagyKUsgyU2UNBDURxUf3v7xs8nYr6uMtuZfG7n0XXApdAtAUKV55kOeF5mtMg129JKBIZfHIvigKbzLnEESIq0J2k4VWu9lxmbBO00PgQsVjtFk5IPCIfK-LvHpng3yXzW-/s400/e7b706a861000d518dcb66b590372276.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546048596755651538" border="0" /></a><br /></p><p class="MsoNormal">Y aquí viene la trama de <b>Territorial Rights</b>, que, bajo esta luz puede resumirse en “Dios los observa, ellos se matan”.<br /><br />Robert Leaver, joven, medio estafador y medio buscavidas, abandona a su amante Mark Curran, un hombre mayor y dominante, una especie de farsante que compra y vende arte. Leaver huye a Venecia, Curran le sigue, Robert desaparece. También llega a Venecia Lina Pancev, una pintora fugada del comunismo búlgaro que, en principio, quiere buscar la tumba de su padre Victor, desaparecido en Venecia. El padre de Robert llega a Venecia en una escapada romántica con su amante, y la madre, Anthea, contrata un detective para que los siga. Pero Grace, una amiga de la madre, decide ir en persona a Venecia para desvelar el misterio.<br /><br /><i>In the meantime</i>, Robert, desde un escondite, descubre los secretos en el pasado de la vida de Curran, el detective encuentra a los amantes, Curran se alía con su antigua amiga Violet de Winter para evitar que el pasado salga a la luz, y Grace despierta a la fascinación de una trama de opereta, de personajes incorpóreos y situaciones imposibles. Llama a la madre de Robert, que, sola en Inglaterra, sigue en una vida de tetera y novelas realistas, una vida de textura espesa y decisiones correctas, es decir una no-vida.<br /><br /><i style=""><span style="" lang="EN-US">-It all sounds very far-fetched, said Anthea.<br />-It may seem far-fetched to you, Anthea, but here everything is stark realism. </span>This is Italy.</i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><br /></i></p> <p class="MsoNormal">Y a partir de cierto momento, la trama se pone a centrifugar. Todos los personajes se calzan la máscara de chantajistas, de ladrones, de monstruos: Robert decide chantajear a Curran, Curran al padre de Robert, el detective a la madre y Lina a quien pueda... De pronto, todos, como <b style="">Muriel Spark</b>, creen tener el poder de un dios sobre las vidas de los demás, y parecen gozar con el diseño y las ramificaciones de una trama que sería inmoral a ojos humanos pero que sólo es ridícula si se mira con la perspectiva adecuada: la de la vida eterna.<br /></p><p class="MsoNormal"><br /></p> <p class="MsoNormal">Pues, ¿qué es el mal visto desde lejos? </p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Jugad, parece decir <b style="">Spark</b>, porque el mal está en la tierra, es complejo y, a veces, atractivo. <span style="" lang="EN-US">Los ricos e inteligentes (Robert, Curran, Violet de Winter) lo saben (<i style="">Robert could not remember a time in his adult life when he had not fully coped with his own life, not to mention the lives of others</i>), y los torpes, como Grace, sucumben a su manera. </span>Al final del capítulo catorce se une (sin pagar, por supuesto) a una visita guiada a unos mosaicos en la que descubre <i style="">the ineffable beauty of the dark blues and the golds</i>.<br /><br />Es un momento magnífico de comedia macabra. <b style="">Spark </b>reparte para todos y ata la trama como en las novelas victorianas, pero guardándose una coda para el tramo final.</p> <p class="MsoNormal">Y ahí muestra su visión realmente distante y sarcástica del absurdo y la belleza del mal. Ahí la oímos reír entre dientes. Junta a Robert con Anna, a quien saca de la nada, y los lanza a la felicidad. Jóvenes y guapos, se convierten en otras personas, o tal vez en otra versión de sí mismos.<br /></p><p class="MsoNormal"><br /></p> <p class="MsoNormal"><i style="">It was the beginning of Robert's happy days, the fine fruition of his youth...</i></p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Enamorados y encantadores, Robert y Anna mejoran como delincuentes hasta terminar convertidos en los terroristas que ponen bombas a la vuelta de nuestra esquina. </p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Y así todos encuentran su sitio en un mundo donde los timadores, los chantajistas, los extorsionadores y los farsantes campan. Como el nuestro. </p> <p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US"><br /></span></i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US">-You're mistaken if you think wrong-doers are always unhappy -Grace said-. The really professional evil-doers love it. </span>They're as happy as larks in the sky...</i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><br /></i></p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhofMTLE614mYiaKWUYNWFNyZJ5Yswj_of-GMWFO5EELfit9WIpTAii7kFk6WRRpojxIZE_V5WSo0CvH12ukQlqGxeDxObPBmcluzKeC7Cc42vnaXj03lf5ZwUUrD_SQ4ddVHrqxLnL1APr/s1600/ebb87fe8ad9ebda53f17c9a098b69bbe.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhofMTLE614mYiaKWUYNWFNyZJ5Yswj_of-GMWFO5EELfit9WIpTAii7kFk6WRRpojxIZE_V5WSo0CvH12ukQlqGxeDxObPBmcluzKeC7Cc42vnaXj03lf5ZwUUrD_SQ4ddVHrqxLnL1APr/s400/ebb87fe8ad9ebda53f17c9a098b69bbe.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546048592312294482" border="0" /></a><p class="MsoNormal"><b style="">Muriel Spark</b> abandona en <b style="">Territorial Rights</b> casi todas sus herramientas habituales y presenta una novela sostenida sólo por la trama. El ingenio es funcional, el estilo más invisible que en otros de sus libros, el punto de vista no se hace evidente. Tengan, parece decir, esto es lo que hay. Y si no les gusta, esperen la vida eterna. De momento no hay más.</p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Algo semejante parece decirnos <b style="">Graham Greene</b> en <b style="">Travels with my aunt</b>, otra novela escrita, por así decirlo, desde el púlpito, otra farsa y otra comedia amarga sobre la muerte con moraleja retorcida.</p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Henry Pulling, un empleado de banca jubilado y aficionado a cultivar dalias, conoce a su tía Augusta durante la cremación de su madre. Está, como todos los hombres curiosos, fascinado por la muerte:</p> <p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US"><br /></span></i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US">...there was a slight stirring of excited expectation: which is never experienced at a graveside. Will the oven doors open? Will the coffin stick on the way to the flames? I heard a voice behind me saying in very cold clear accents, “I was present once at a premature cremation”. </span></i></p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Augusta, una mujer de setenta y cinco años, ha comprendido que la vida es poco más que una carcajada. Viaja, ama, delinque y transforma a los demás personajes sólo con una frase o el roce de su mano, como en los milagros.</p> <p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US"><br /></span></i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US">“I have said that your official mother was a saint. The girl, you see, refused to marry your father, who was anxious –if you can use such an energetic term in his case- to do the right thing…she was deeply shocked when your father tried once to make love to her –after the marriage but before your birth- that, even when you had been safety delivered, she refused him what the Church calls his rights.”</span></i></p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">¿Es, pues, Pulling el hijo de una virgen? ¿Es Augusta su verdadera madre? ¿Qué significa el encuentro entre ambos?</p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Viajes por el mundo. Casi sin quererlo, Pulling se convierte en compañero de su tía, que encadena un destino con el siguiente y un amante tras otro sin más guía que tres preceptos morales: la diversión, la certeza de no estar haciendo nada ilegal y la convicción de que, a la larga, dios proveerá.<span style=""> </span></p> <p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US"><br /></span></i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US">-I have never planned anything illegal in my life –Aunt Augusta said-. How could I plan anything of the kind when I have never read any of the laws and have no idea what they are?</span></i></p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Si en <b style="">Territorial Rights</b> la red de engaños era la imagen metafórica del mundo, aquí es el viaje. Los personajes aparecen y desaparecen de la vida de Augusta en una estación o en un restaurante, y las despedidas tienen algo de ligero, como si los personajes, incluso ante la posibilidad de la muerte, estuvieran diciéndose adiós sólo temporalmente. Y así completa Henry Pulling su educación sentimental. Hacia la mitad del libro, Pulling ya es otro.</p> <p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US"><br /></span></i></p><p class="MsoNormal"><i style=""><span style="" lang="EN-US">When I double-locked the door and followed them, I was left with the sad impression that my aunt might be dead and the most interesting part of my life might be over. I had waited a long while for it to arrive, and it had not lasted very long. </span></i></p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Pero el viaje continua, y Augusta, casi más fuerte que la propia muerte, sigue su camino por un mundo donde, como en el nuestro, abundan el delito, el engaño y la mentira, y el amor muere. Egoísta y terca, Augusta parece aferrarse cada vez más a la diversión, o a lo que queda de ella. <i style="">What the fuck</i>, parece estar diciendo, esto son dos días. No me cuentes que hay dolor, no me cuentes que todo esto es absurdo: déjame bailar.</p> <p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">Y así se cierra la novela, con un subrayado.</p><p class="MsoNormal"><br /></p><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs0dnnRixwvr4T1AFU-DfqIU_ovFElIRRCx8PEx2-6zSIML6k4Wb2rhxwbCJjo_bebym75bOK6v143-SrqPX9TrMniaX1dlgMd4KSRp2W57eE1E-Q-sEDeXy115YIuJIHiXpd3S9lB4EWq/s1600/4c991c9239ea3899c76bae174b72d434.jpg"><img style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs0dnnRixwvr4T1AFU-DfqIU_ovFElIRRCx8PEx2-6zSIML6k4Wb2rhxwbCJjo_bebym75bOK6v143-SrqPX9TrMniaX1dlgMd4KSRp2W57eE1E-Q-sEDeXy115YIuJIHiXpd3S9lB4EWq/s400/4c991c9239ea3899c76bae174b72d434.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5546048720465904450" border="0" /></a><p class="MsoNormal">Las vidas de <b style="">Muriel Spark</b> y <b style="">Graham Greene</b> se tocaron en varios puntos. Como se sabe, <b style="">Greene</b> ayudó económicamente a <b style="">Spark </b>cuando ella estaba, literalmente, alucinando por culpa del hambre, y fue siempre generoso y cordial con una mujer a la que consideraba su igual. Con motivo de la publicación de <b style="">Territorial Rights</b> escribió:</p> <p class="MsoNormal"><i style=""><br /></i></p><p class="MsoNormal"><i style="">It’s your best, your very best. </i><i style=""><span style="" lang="EN-US">I thought you’d never top Memento Mori: but you have. I’ve been reading it all day in one gulp. Written with excitement at 9,35 pm.</span></i></p> <p class="MsoNormal"><b style=""><br /></b></p><p class="MsoNormal"><b style="">Territorial Rights</b> y <b style="">Travels with my aunt</b> son dos novelas escritas por católicos que en varios momentos de sus carreras meditaron sobre la relación profunda entre su fe y su arte, y dejaron que una permease la otra. ¿Ofrecen, pues, una visión teológica de la vida? ¿Se entienden mejor desde el punto de vista católico que convierte la existencia humana en una contingencia y el mal en una broma? ¿Estamos ante dos novelas religiosas?<br /></p><p class="MsoNormal"><br /></p><p class="MsoNormal">No lo sé. ¿Lo sabe alguien?<br /><br /></p><p class="MsoNormal"><span style="font-style: italic;">Comment are welcome</span>.</p><a href="http://hermanocerdo.anarchyweb.org/">El link a la revista está aquí</a><p class="MsoNormal"><a href="http://www.tinyvices.com/gallery/gil-inoue">Fotografías de Gil Inoue</a><br /></p>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-1351198292546857492010-11-14T13:20:00.004+01:002010-11-14T13:35:27.343+01:00The Takeover, de Muriel Spark: una novela rara<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr4yGw9qVVLpKedzqO2l-7cAM5MbwA8aII6ADyhIrVbCU0PdEIsreFXWZj-OBIigiAXGHUfHJTco1-FwLypocSNysd48YtYLOEDy7oYDsWTuJTkmjxfNr837SR0z6zvqYUf9C5MrIfpSKp/s1600/leisgenbosje1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 295px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgr4yGw9qVVLpKedzqO2l-7cAM5MbwA8aII6ADyhIrVbCU0PdEIsreFXWZj-OBIigiAXGHUfHJTco1-FwLypocSNysd48YtYLOEDy7oYDsWTuJTkmjxfNr837SR0z6zvqYUf9C5MrIfpSKp/s400/leisgenbosje1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5539378297948595890" border="0" /></a>Estoy rebañando en el fondo de la cazuela de <span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span> con hambre y angustia. ¿Es esto todo? ¿No quedan más novelas? ¿Nada inédito? ¿Seguro? ¿Han mirado bien? ¿Han mirado <span style="font-style: italic;">en todos los cajones</span>, señores editores?<br /><br />Así que aquí me encuentro, con los restos: tres novelas poco conocidas, que no se reeditan. Son <span style="font-weight: bold;">The Takeover</span>, de 1976, <span style="font-weight: bold;">Territorial Rights</span>, de 1979, y <span style="font-weight: bold;">Reality and Dreams</span>, de 1996. Las tres son raras, raras, raras.<br /><br />Llevo semanas intentando entenderlas, y sólo he llegado a conclusiones absurdas, peregrinas, insensatas, pero así funcionan los soliloquios: un hemisferio da la razón al otro, y todos contentos.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span> decía que escribía de corrido, casi sin revisar, y que cuando se metía en un lío, complicaba un poco más la trama para ver si era capaz de salir. Esta viaje hasta el corazón de la maraña y desde allí a otra maraña aún más tupida se ve en muchas de sus novelas, como <span style="font-weight: bold;">The Bachelors</span>, <span style="font-weight: bold;">The Finishing School</span>, <span style="font-weight: bold;">Aiding and Abetting</span>, <span style="font-weight: bold;">Symposium</span>, <span style="font-weight: bold;">The Only Problem</span>, <span style="font-weight: bold;">Territorial Rights</span>, y en esta, que es directamente un nudo.<br /><br />La trama, sin <span style="font-style: italic;">spoilers</span>, es así: Maggie Radcliffe, riquísima, guapísima e inocente como un bebé, tiene un terreno en Nemi donde se erigen tres casas. Una es su <span style="font-style: italic;">pied-à-terre</span>, otra la alquila a los Bernardini y la otra está ocupada por Hubert Mallindaine, un buscavidas fraudulento y grimoso: un José Luis de Vilallonga en versión gay.<br /><br />En cada casa hay subtramas, una por cada secundario: el marido de Maggie, su hijo y su nuera Mary, los Bernardini al completo con todos sus in-laws, Lauro y otros chaperos de Mallindaine, su secretaria, Pauline, Massimo di Vita, dos jesuitas, Coco de Renault, la profesora de inglés Nancy Cowan, etc.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDpb3Bvuq2OXA_dqk0hQYJoSw__G5MQBs2SllNXkwDyRJdILldhizXhMOjBb4_R6pkrvyo0Z3zxvK6uCCLDEomrfTMMcOm7tf52AvKY-gOeJ85_9ax9o5_HDEc25_h6WBWKUKtFv34Thij/s1600/leisgenwolk1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 285px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDpb3Bvuq2OXA_dqk0hQYJoSw__G5MQBs2SllNXkwDyRJdILldhizXhMOjBb4_R6pkrvyo0Z3zxvK6uCCLDEomrfTMMcOm7tf52AvKY-gOeJ85_9ax9o5_HDEc25_h6WBWKUKtFv34Thij/s400/leisgenwolk1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5539378303738344386" border="0" /></a><br />Maggie es el centro de la trama, como agente y como paciente. Ella quiere echar a Hubert de su casa, pero todos los demás personajes quieren, de una u otra manera, robarle su dinero, sus joyas, sus cuadros, sus muebles y sus títulos de propiedad. Pero Hubert no se va ni a tiros. Dice ser descendiente de la diosa Calígula y la diosa Diana, cuyo culto se celebraba en el terreno donde su casa está construida, y cuyos ritos quiere resucitar.<br /><br />Así que ya tenemos dos temazos: dinero y paganismo. Las diferentes subtramas introducen otros subtemas: el arte como artificio, las apariencias como verdad, el engaño y el crimen como esencia de la naturaleza humana.<br /><br />Pero la novela zozobra hacia la mitad. Entre los capítulos ocho y doce -extraordinariamente densos- parece haber una duda: si asumimos que la trama es apariencia que revela una verdad, ¿qué verdad es esta? ¿la historia individual de Maggie o, como apunta un personaje, el fin de un sistema económico cuya caída ha revelado la cara más rapaz y filistea de la humanidad?<br /><br />Parece que los tiros van por ahí. La crisis del petróleo de 1973 como imagen de un mundo que colapsa, y la historia de Maggie como ejemplo hecho carne.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">The Takeover</span> exige asumir una idea que Spark explicaba en relación a su conversión al catolicismo: sólo como católica adquirió una visión global de lo absurdo de la existencia en la tierra si no existiera nada tras la muerte. Pero tal vez únicamente así se pueda entender <span style="font-weight: bold;">The Takeover</span>, una novela de rapiña, codicia, apariencia y fraude en la que todos los personajes revelan llevar dentro de sí un monstruo y todos los personajes terminan a la deriva, sin consuelo ni lógica en esta tierra.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-hlu6hWiY6w29xCyHebwAjV9D9s0Pyxqw6fIu4tbv3DlhEbX1NaRBSSn56ow9D8Aj0DJhYdootFGvu7RziZr96vxQT93fHiGz265ZyOtoAgpMHz9BGLg4B-_DZxQxl7Y_pDyZwDvwj7si/s1600/leisgenzon1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 289px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-hlu6hWiY6w29xCyHebwAjV9D9s0Pyxqw6fIu4tbv3DlhEbX1NaRBSSn56ow9D8Aj0DJhYdootFGvu7RziZr96vxQT93fHiGz265ZyOtoAgpMHz9BGLg4B-_DZxQxl7Y_pDyZwDvwj7si/s400/leisgenzon1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5539378302394046978" border="0" /></a>¿Es esto satisfactorio, o nos obliga a hacer malabarismos dialécticos para colocar <span style="font-weight: bold;">The Takeover</span> en el cajón de novelas interesantes en lugar del cajón de las novelas fallidas? Sí y no, y no y sí.<br /><br />No lo sé, pero con <span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span> yo SIEMPRE estoy dispuesto a aceptar la invitación y a repensar lo pensado desde cero porque sus novelas son SIEMPRE libres.<br /><br />Y es que no se puede escribir de otra manera: en soledad y sin red.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de Barbara y Michael Leisgen, Mimesis.</span></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-25521007829011554082010-10-25T13:00:00.010+02:002010-10-25T17:04:18.197+02:00Querido John Updike<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgElE5F_IcxPuYH9xfr2R3zEgsFZkY1NZDkI-lpG5H6jtQ6VuN1Eudhvp52xxllygGctTPQMYVZSIb2W_S2TkbV6ZwywmTIlkbyUrCWenpQ06-JPnKIapm2mhtSWhBDvmUwiRHX5sDseAkp/s1600/EGGLESTON+CHUL.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 267px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgElE5F_IcxPuYH9xfr2R3zEgsFZkY1NZDkI-lpG5H6jtQ6VuN1Eudhvp52xxllygGctTPQMYVZSIb2W_S2TkbV6ZwywmTIlkbyUrCWenpQ06-JPnKIapm2mhtSWhBDvmUwiRHX5sDseAkp/s400/EGGLESTON+CHUL.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5531997606277777986" border="0" /></a>Querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>:<br /><br />Descansas en paz, así que mi carta no turbará tu sueño. Pero debo hablarte.<br />Has escrito un libro muy mono. Se llama <span style="font-weight: bold;">The Maples Stories</span> y me ha puesto de los nervios. Es una recopilación de historias acerca de Joan y Richard Maple, que, según cuentas, aparecieron entre tus páginas en 1956.<br />Los Maples se casaron, se amaron, perdieron la esperanza, tuvieron hijos y amantes, volvieron a quererse, sintieron spleen, nostalgia y epifanías, ganaron pasta, fueron abuelos. Tú los seguiste hasta mediados de los ochenta, contando los altibajos de sus vidas. La moraleja, dices en el prólogo, es que <span style="font-style: italic;">all blessings are mixed</span>.<br />¿Y qué?<br /><br />Querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>, ¿y qué?<br />El libro es, literalmente, precioso. Lo publica Everyman con un papel suave y una letra tan cómoda al ojo que parece diseñada en el Mundo de las Ideas. Tiene tapa dura y hasta sobrecubierta, y se lee solo.<br />Tal vez también se haya escrito solo. Yo entré por una puerta en 1956 y salí por la otra treinta años después, intacto, limpio, con todos los pelos en su sitio.<br />Una película sosa irrita o aburre. Un libro fallido molesta o frustra. Un paseo por el campo relaja o agota. Pero este libro provoca emociones superficiales, domesticadas y complacientes: emociones pijas, del tipo de una onda en el agua o una brisilla.<br />Nada te turba, nada te espanta.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTLqDdHKNCdGaTFJBjQifS4IEm-5l1SoL293tYKokV3FejdDB6YC555TW00_9jU1YdkDdMbeFcXCUr_ZTdxKwRF-Th6e029qD6pq6Rr861xe6Bn3JLw37qmX_PIzeLS27E8Yx2s4Q6N4AY/s1600/EGGLESTON+CHUL+%281%29.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 271px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTLqDdHKNCdGaTFJBjQifS4IEm-5l1SoL293tYKokV3FejdDB6YC555TW00_9jU1YdkDdMbeFcXCUr_ZTdxKwRF-Th6e029qD6pq6Rr861xe6Bn3JLw37qmX_PIzeLS27E8Yx2s4Q6N4AY/s400/EGGLESTON+CHUL+%281%29.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5531997612235139890" border="0" /></a>Querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>, hoy me desperté por tu culpa. Me acordé del principio del siglo XX como si lo hubiera vivido, y pensé en los artistas que creyeron (realmente <span style="font-style: italic;">creyeron</span>) que su trabajo podía reventar el mundo conocido y definir uno nuevo desde cero. Pensé en las obras hechas por necesidad absoluta, y después pensé en tus relatos acerca de los Maple. Son finos y equilibrados, y admirables, por supuesto, como admirable es una cuchara o un abrazo.<br />Pero no más.<br />¿Es posible, querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>, que la función última de estos relatos sea hacernos pasar el rato?<br />¿Pasar <span style="font-style: italic;">el rato</span>? ¿Es esto cierto? ¿Es esto <span style="font-style: italic;">posible</span>?<br /><br />Pero quiero ser tu fan, querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>. Por eso voy a rescatar dos relatos de este libro (<span style="font-weight: bold;">The taste of metal</span> y <span style="font-weight: bold;">Grandparenting</span>, realmente bueno), y a contarte una anécdota.<br /><br />Pasé mucho rato pensando en ese tercer relato que merecía el indulto. Recordaba un relato conciso y frío que narraba el encuentro de la pareja protagonista con otra pareja muy similar en un hotel de costa. De vuelta a casa, los protagonistas visitan al otro matrimonio en una casa de campo. Beben, congenian y duermen felices. A la mañana siguiente, los protagonistas despiertan en una casa vacía. Ni rastro de la cena, ni rastro de sus amigos. Sólo un teléfono con la luz roja del contestador parpadeando. Cierran la puerta y se montan en el coche. La mujer, aterrorizada, duda que sean capaces de llegar a su destino; el marido le agarra la mano y conduce con la otra. Ambos miran de nuevo a la casa. La puerta está abierta.<br />Eran menos de diez páginas, un relato perfecto y misterioso por muchos motivos.<br />Pero recordaba mal. No eran los Maple. El relato no era tuyo.<br />Se llama <span style="font-weight: bold;">Soul Mates</span> y es de <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span>.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiya_ZDPuv3fac_5IhTsVh7BfVh-xwkZ2TgtDwcj3tvzMH6zubET_TPoeTYp0rln52-NR6G7wAxrpFOBTzj7QjpMyo8Si5h0gpEz8qEFvUJknvtT6Z4Clk86boTID0H0Z-xHscye-wEjeje/s1600/EGGLESTON+CHUL+%282%29.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 259px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiya_ZDPuv3fac_5IhTsVh7BfVh-xwkZ2TgtDwcj3tvzMH6zubET_TPoeTYp0rln52-NR6G7wAxrpFOBTzj7QjpMyo8Si5h0gpEz8qEFvUJknvtT6Z4Clk86boTID0H0Z-xHscye-wEjeje/s400/EGGLESTON+CHUL+%282%29.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5531997610317275394" border="0" /></a>Querido <span style="font-weight: bold;">John Updike</span>, me despido afectuosamente.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de <a href="http://www.egglestontrust.com/">William Eggleston</a></span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-31148506344665224222010-10-14T18:48:00.019+02:002010-10-20T15:41:57.439+02:00The scapegoat, de Jocelyn Brooke<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipewNwVjE4839vd4DxHH_zW0M5MaY7s5Y9PTdNu-ul4wTqRMeIlXyCBpiqH67VakbKqx9YVQD9cEjQAzd2qT56oflXzygiDh0BO3GklvRznRw31HR_CZEYbjA4IGCklfrfqqJ0BH4Ly73f/s1600/foto+brooke1.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 392px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipewNwVjE4839vd4DxHH_zW0M5MaY7s5Y9PTdNu-ul4wTqRMeIlXyCBpiqH67VakbKqx9YVQD9cEjQAzd2qT56oflXzygiDh0BO3GklvRznRw31HR_CZEYbjA4IGCklfrfqqJ0BH4Ly73f/s400/foto+brooke1.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5530121276714474258" border="0" /></a>Conocemos el paisaje y los actores: Inglaterra antes de la Segunda Guerra Mundial, niño gay hipersensible que queda huérfano y es acogido por su tío soltero, un hombre gigante e hipermasculino que se pasea por casa en ropa interior o, mejor aún, en bolas.<br /><br />Conocemos la trama: el niño, inevitablemente, siente la llamada del lado oscuro, que aparecerá en forma de paisaje amenazante, de soldados que surgen entre las zarzas haciendo maniobras y de unos túmulos prehistóricos que evocan ritos ancestrales y sacrificios.<br /><br />Pero por si alguien se despista, el autor, <a href="http://jocelynbrooke.com/"><span style="font-weight: bold;">Jocelyn Brooke</span></a>, nos recuerda tres veces en las primeras veinte páginas que la suma de tales elementos anuncia desastre, y hace presentir al niño <span style="font-style: italic;">a sudden spasm of fear: a sense, almost, of immediate danger</span>.<br />Vamos, que esto no es una comedia. El niño va a terminar <span style="font-style: italic;">really </span>mal. La primera parte se llama <span style="font-style: italic;">Initiation</span> y la segunda <span style="font-style: italic;">The Sacrifice</span>.<br />Ya oímos los tiros.<br /><br />Este libro se lee como un <a href="http://comounametafora.blogspot.com/2009/10/denton-welch-1-voice-through-cloud.html"><span style="font-weight: bold;">Denton Welch</span></a> sin cafeína, pero se lee. Tiene su ritmo y su relativo misterio y, sobre todo, tiene el morbillo de una reliquia que hace gracia porque, como dice el narrador de <span style="font-weight: bold;">The go-between</span>, "<span style="font-style: italic;">The past is a foreign country: they do things differently there</span>".<br /><br />Y en cierto modo parece que <span style="font-weight: bold;">The scapegoat</span>, escrito en 1948, viniera de otro mundo o, al menos, exigiera un contexto específico contra el que definirse y sin el cual tal vez quede mudo, cojo o incluso muerto.<br /><br /><span style="font-style: italic;">In other words</span>, que <span style="font-weight: bold;">Jocelyn Brooke</span> narra aquí un relato sobre la naturaleza corrupta, inefable y fatal de la homosexualidad: una idea vieja, viejuna, viejunísima que tal vez triunfe en regímenes totalitarios como Irán, Marruecos o Italia pero que no se representa con esos tintes en el Occidente civilizado.<br />Afortunadamente.<br /><span style="text-decoration: underline;"><br /></span>Porque el niño protagonista siente en su interior un batiburrillo de impulsos: teme, adora y desea a su tío; quiere huir y quedarse, crecer y no crecer, hacerse un hombre y ser una flor... Y el tío, igualmente confuso, no le ayuda, o tal vez sí: le azota, le obliga a hacer ejercicio para fortalecerse, le mete en su cama, le castiga, le perdona, le vuelve a castigar...<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKVGPqYWQMaWOEwZqgeT2mbbixWc5T4whQYfutWHm2-oFjGg5KfvIXI3QgN23JhrzWYd5MNot5ODLChepYZVOyTk7L0A-pSndfKnsCIawIJViv3-vn5g3PrwaVgsefAAURKI8OIgXAzHAD/s1600/foto+brooke2.JPG"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 352px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKVGPqYWQMaWOEwZqgeT2mbbixWc5T4whQYfutWHm2-oFjGg5KfvIXI3QgN23JhrzWYd5MNot5ODLChepYZVOyTk7L0A-pSndfKnsCIawIJViv3-vn5g3PrwaVgsefAAURKI8OIgXAzHAD/s400/foto+brooke2.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5530121281123928066" border="0" /></a>La lógica artística de los elementos en los que se encuadra la historia (el paisaje simbólico, el aislamiento, la soledad de la infancia y la amenaza de la guerra) exige que el niño se deslice pendiente abajo. En la ficción, como en el pasado, una cosa lleva a la otra. Aislados en una granja medio derruida, bajo la única mirada de un mayordomo medio sospechosillo, el tío y el sobrino se buscan las vueltas.<br /><br />Ya está todo dicho. Lo demás sucede. El niño encuentra unas esposas en la casa del tío y, a las semanas, asiste a una escisión en su interior. Sin saber por qué, roba en el colegio todo un arsenal s/m: puntas de flecha, una cadena de bici, una cuerda, unas zapas de fútbol, un cinturón y unas bermudas del vestuario.<br />"¿Por qué lo has hecho?", le pregunta el tío.<br />"No lo sé".<br />He aquí el principio del monstruo según la imaginación literaria del siglo XIX: uno asiste al desdoblamiento en su mente y en su cuerpo, se ve y no se reconoce. La bestia ha despertado.<br /><br />Así que vuelve a la granja, dispuesto a todo, atraído por el lado oscuro. Y a partir de ahí leemos para saber el cómo del qué.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Jocely Brooke </span>escribió un ensayo biográfico sobre <span style="font-weight: bold;">Denton Welch</span> y prologó la primera edición de sus diarios, en 1952. La lectura simultánea de la obra de ambos produce la sensación de estar leyendo <span style="font-style: italic;">exactamente la misma historia </span>(mismo tren, mismos soldados sucios de <span style="font-style: italic;">cruising </span>por los caminos, mismo colegio, mismas ruinas de un mismo pasado) transformada en dos impresiones, dos experiencias, dos autobiografías.<br />Lo que nos lleva, como siempre, al misterio de la trasposición de vida en arte. Nuestras vidas son los ríos, por supuesto, pero son ríos idénticos a otros ríos a otros ríos a otros ríos.<br /><br />Pero, ¿en qué se diferencian <span style="font-weight: bold;">Welch</span> y <span style="font-weight: bold;">Brooke</span>? No en el sentido, sí en el estilo. No en las historias, sí en la edición de sus detalles. No en su valor histórico, sí en el artístico. No en la sorpresa, sí en la originalidad. No en la importancia, sí en la trascendencia.<br /><br />Con todo, <span style="font-weight: bold;">The scapegoat</span> arde. Está escrito con la certeza de que la literatura es expresión necesaria y casi inevitable.<br />Idea que hoy en día parece casi revolucionaria.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías anónimas</span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-20498698913962044262010-10-03T21:00:00.016+02:002011-06-15T23:32:07.578+02:00Jane Gardam: sobredosis<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0divLlchyphenhyphen-bXSXdkfO-v40sF3yMNjkq21QQ4cv09vNgQ8DvxM8I8-s2mbSKReAKhLJHQJhKkmNOjSa5E2k3XH1yUJERJesfOUo0dI9wUpaeQgxkjKIzwcsgPXkGI5TI4b7FD6yzx3fWTS/s1600/Puzzle-W-1.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 297px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0divLlchyphenhyphen-bXSXdkfO-v40sF3yMNjkq21QQ4cv09vNgQ8DvxM8I8-s2mbSKReAKhLJHQJhKkmNOjSa5E2k3XH1yUJERJesfOUo0dI9wUpaeQgxkjKIzwcsgPXkGI5TI4b7FD6yzx3fWTS/s400/Puzzle-W-1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5524195505020070354" border="0" /></a>En un rapto de esa dolencia identificada como DPPLS (Demasiada Pasión Por Lo Suyo), me he tragado siete libros de <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> seguiditos, uno tras otro, y tengo otros tantos esperando en una pila que bulle, palpita y vibra de impaciencia encima de la mesa.<br />¿Jane qué?<br /><span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span>, G-A-R-D-A-M. Ochenta y dos u ochenta y tres años tiene la señora, que ha ganado dos veces el premio Whitbread y muchos, muchos, muchos otros, como se puede leer <a href="http://www.contemporarywriters.com/authors/?p=auth40">aquí</a>, <a href="http://en.wikipedia.org/wiki/Jane_Gardam">aquí</a> y <a href="http://www.guardian.co.uk/books/2005/jul/30/featuresreviews.guardianreview10">aquí</a>.<br /><br />(Pero, ¡ay, editoriales de España, para las que los blogueros trabajamos gratis! Vosotros, a vuestra bola, temerosillos de meter el pie en el agua si no lo han metido muchos otros antes.<br />A vosotros os pregunto en un aparte: ¿qué vais a hacer cuando <span style="font-weight: bold;">Henry James</span> deje de escribir? Porque<a href="http://www.laie.es/libro/de-paris-a-los-pirineos/511790/978-84-96775-79-4"> ya</a> <a href="http://www.aticodeloslibros.com/novedades/el-fondo-coxon-20.html">os</a> <a href="http://www.elolivoazul.es/catalogo/33/la_protesta/">vale</a>. <a href="http://www.editorialcontrasena.es/contrasena-presenta-eugene-pickering.html">Ya</a> <a href="http://www.albaeditorial.es/php/sl.php?shop.showprod&numusr=7455%2F536640&lang=1&m=Eur&ref=97884-84285816&fldr=0">os</a> <a href="http://www.navonaed.com/navona/principal/Navona1.asp?ordre=000063">vale.</a>)<br /><br />En fin. Estoy leyendo a <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> mientras hablo con un antólogo imaginario: este libro lo salvamos, éste se cae, éste va para la <span style="font-style: italic;">backlist</span>. Porque absolutamente todo lo que escribe <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> se lee con pasmo y gozo, pero no todo echa raíces ni todo se asienta: algo del alcohol se evapora durante la fermentación.<br /><br />La prosa es perfecta, la atención del lector sigue el dedo de la autora a medida que ella señala aquí y allá, y en cada página hay al menos un giro, un toque, un regalo de ingenio o gracia. <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> es generosa:<br /><br /><span style="font-style: italic;">I sit at my computer. It is my first. It is a present from the parish, and generous; for I am old and mad, and I do not look a natural for technology. I am not very friendly. My e-mail address is pangbourne.<br />This melancholy word has nothing to do with a place, or surname. It is the name of the great gorilla at our local zoo: the ape that has been the love of my life.</span><br /><br />O bien,<br /><br /><span style="font-style: italic;">Daisy Flagg was a parasite. Nothing wrong with that. Hers is a useful and ancient profession. In Classical times every decent citizen had a parasite. There were triclinia full of them. They flourished throughout Europe in the Middle Ages, though later demoted in England to the status of mere court jesters –demoted because your pure parasite does not have to sing for his supper. Not a bar. Not a note.</span><br /><br />O<br /><br /><span style="font-style: italic;">Venetia strengthened herself at the airport by repeating prayers which she was disturbed to find all came from the Order for the Burial of the Dead. </span> <span style="font-style: italic;">Trying for words of thankfulness, all that came were words of conclusion. “Then cometh the end”, she repeated, “when we shall have delivered up the kingdom to God”.</span><br />Y así, <span style="font-style: italic;">non-stop</span>, sin darte cuenta, libro tras libro.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMtX1TDM8QEwFPBXThiGtd9SfMg0fsPjUE0m5aqImNuqRKHG0hxnu9lkSHdHrXW1BmAwtz3yizVeDeIYUsiZOVb4lzPsaHXssVQy1ovM-v8KK24aypS5WBWraCSamE4Hzn1_dklx-Y4kEF/s1600/Puzzle-W-2.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 297px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMtX1TDM8QEwFPBXThiGtd9SfMg0fsPjUE0m5aqImNuqRKHG0hxnu9lkSHdHrXW1BmAwtz3yizVeDeIYUsiZOVb4lzPsaHXssVQy1ovM-v8KK24aypS5WBWraCSamE4Hzn1_dklx-Y4kEF/s400/Puzzle-W-2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5524195515737363106" border="0" /></a>Algo de la prosa de <span style="font-weight: bold;">Gardam</span> es heredera de <span style="font-weight: bold;">Muriel Spark</span>, cuyo nombre no has de pronunciar en vano. Los párrafos iniciales de <span style="font-weight: bold;">The Pig Boy</span>, <span style="font-weight: bold;">The Kiss of Life</span> y <span style="font-weight: bold;">The Easter Lilies</span> (todos en <span style="font-weight: bold;">The pangs of love</span>), de <span style="font-weight: bold;">Blue Poppies</span> y <span style="font-weight: bold;">Bevis</span> (en <span style="font-weight: bold;">Going into a dark house</span>) o de <span style="font-weight: bold;">Missing the Midnight</span> funcionan tan bien como los de <span style="font-weight: bold;">Daisy Overend</span>, <span style="font-weight: bold;">The dark glasses</span> o <span style="font-weight: bold;">The fortune teller</span>, y comparten con los relatos de <span style="font-weight: bold;">Spark</span> narrados en primera persona esa mezcla de urgencia y despreocupación con la que los narradores adelantan información sobre sí mismo y sobre el tono del relato.<br /><br />Ejemplo <span style="font-weight: bold;">Spark</span> (<span style="font-weight: bold;">The house of the famous poet</span>):<br /><br /><span style="font-style: italic;">In the summer of 1944, when it was nothing for trains from the provinces to be five or six hours late, I travelled to London on the night train from Edinburgh, which, at York, was already three hours late. There were ten people in the compartment, only two of whom I remember well, and for good reason.</span><br /><br />Ejemplo <span style="font-weight: bold;">Gardam</span> (<span style="font-weight: bold;">A seaside garden</span>):<br /><br /><span style="font-style: italic;">I thought of Helen Gibb the other day. It was on York station. There was simply nothing on York station to remind me of her. It must have been the tone of a voice passing, or maybe the airy, breezy smell of the North again.</span> <span style="font-style: italic;">There she was before my eyes, so living, so alert, so clever -oh, and such thin stick legs, such big boat shoes! No ready-made shoes could ever have fitted those fingery feet. Fourteen she was and I was fifteen. I am forty now.</span><br /><br />Y, en versión superconcentrada, apurando el espacio al máximo, ejemplo <span style="font-weight: bold;">Amy Hempel</span> (<span style="font-weight: bold;">The annex</span>):<br /><br /><span style="font-style: italic;">The headlights hit the headstone and I hate it all over again.</span><br /><br />También <span style="font-weight: bold;">Spark</span> sobrevuela algunos diálogos ligera, moderada, encantadoramente <span style="font-style: italic;">non-sequitur</span>.<br /><br /><span style="font-style: italic;">“D’you want to come to Auntie Pansy’s?”</span> <span style="font-style: italic;"><br />“Whoever’s that?”</span><br /><span style="font-style: italic;">“My godmother.”</span> <span style="font-style: italic;"><br />“What a name.</span>"<br /><span style="font-style: italic;">“She had a funny father.”</span><br /><span style="font-style: italic;">“Very funny father.”</span> <span style="font-style: italic;"><br />“She’s funny too. A bit funny in the head. She lives in the suburbs. She’s rich.”</span><br /><span style="font-style: italic;">“Has she got any heating?”.</span><br /><br />Prosa de primera, fresca, ingeniosa y viva, capaz de hacer que el lector abra un libro y luego otro, y se pase así un mes.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjfjlJ63gBPC3FjK7ZjDYhGBTTKCY9KdycBLAVIzKwNAQV0GfeD8n9PtdhLB8Mt28ehP0JUadLUcRd8JDa23g-d6HzNr3CIQ_frG1oXt9GpkcNdeKexaGW7hXBqlU8tudQLvfhayQ1MP5g/s1600/Puzzle-W-3.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 297px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjfjlJ63gBPC3FjK7ZjDYhGBTTKCY9KdycBLAVIzKwNAQV0GfeD8n9PtdhLB8Mt28ehP0JUadLUcRd8JDa23g-d6HzNr3CIQ_frG1oXt9GpkcNdeKexaGW7hXBqlU8tudQLvfhayQ1MP5g/s400/Puzzle-W-3.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5524195518364541714" border="0" /></a>Pero, ¡ay!<br />Pero, ¡ay!<br />Pero, ¡ay!<br /><br />La literatura sorprende, inquieta y perdura cuando logra iluminar algún aspecto o color del mundo que no se había percibido antes a través de <span style="font-style: italic;">exactamente esas palabras</span>. Y es un tongo, un artificio o un engaño, como se prefiera, pero tiene la fuerza de un milagro.<br /><br />Y <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> parece lograrlo sólo en ocasiones. En otras, sólo es excelente.<br />He aquí el ranking de momento.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">Bilgewater</span>. Sí, o incluso super-sí. Novela de entrada a la madurez con todo lo que se espera del género. Banalidad, pérdida, confusión, amor.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">Faith Fox</span>. Novelón a ratos. Empieza potente y sube hasta el final del capítulo siete, cuando el narrador nos recuerda que estamos en una novela y que su labor será interponerse entre nosotros y la historia:<br /><br /><span style="font-style: italic;">The fearless, comic, incorruptible battle-axe Englishwoman is now almost gone. There don't seem to be many of the young shaping up in that mould. </span><br /><span style="font-style: italic;">And maybe good riddance but maybe more's the pity, for she'll be missed here and there and especially in fiction. </span><br /><br />Y a partir de ahí empieza a resultar ligeramente pesado el afán de <span style="font-weight: bold;">Jane Gardam</span> por tratar cada capítulo como si fuera un relato corto con un estallido de ingenio o buena técnica (¿qué sentido tiene el capítulo veintiuno?). La novela, con momentos memorable, se hincha en la segunda parte hasta dar la sensación de no tener centro, de avanzar de manera casi arbitraria.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">The Queen of the Tambourine</span>. Esta sí, y quien lo pueda hacer mejor que lo intente.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">The People on Privilege Hill</span>. De aquí salvo dos relatos y medio. Sí a <span style="font-weight: bold;">Pangbourne</span> y <span style="font-weight: bold;">Babette</span>, y casi sí (excepto por el final) a <span style="font-weight: bold;">Snap</span>. <span style="font-weight: bold;">The hair of the dog</span> es perfecto en forma pero el sentido ñoñea.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">Missing the Midnight</span>. Buff, buff...Cuentos de Navidad y fantásticos. Algunos parecen ser escritos por alguien sin imaginación que se fuerza a imaginar. Pero <span style="font-weight: bold;">Miss Mistletoe</span> es la caña.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">The pangs of love</span>. De momento, su colección de relatos más completa. The Easter Lilies, Stone Trees y The pursuit of Miss Bell son magníficos, extraordinarios, y juegan en la primera división. Otros se quedan muy cerca: <span style="font-weight: bold;">Un unknown child</span>, <span style="font-weight: bold;">The pig boy</span>, <span style="font-weight: bold;">The kiss of life</span>, <span style="font-weight: bold;">The ball game</span> y <span style="font-weight: bold;">The last Adam</span>.<br /><br />-<span style="font-weight: bold;">Going into a dark house</span>. Y aquí está el segundo mejor libro de relatos, con <span style="font-weight: bold;">Blue Poppies</span> y <span style="font-weight: bold;">Telegony</span>.<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiis75BJAGX1-x3gN5O4cYRX71LP8oUFW55hcybt5CBC4iEFrj6lOmNhdS9GFY-_nQbu6HTC2fraWNgYXxA0w8KObMQwAThzG2hjb9QctHCLaAJnFCmW2KAfWjtEPXh5Go3HLMXY0dwzBXp/s1600/Puzzle-W-4.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 297px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiis75BJAGX1-x3gN5O4cYRX71LP8oUFW55hcybt5CBC4iEFrj6lOmNhdS9GFY-_nQbu6HTC2fraWNgYXxA0w8KObMQwAThzG2hjb9QctHCLaAJnFCmW2KAfWjtEPXh5Go3HLMXY0dwzBXp/s400/Puzzle-W-4.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5524195540047161842" border="0" /></a>Esto, de momento. Y no sigo, que tengo que ir a leer.<br /><br />(P. D. Ay, editoriales españolas, qué tirón de orejas os merecéis. Salamandra publica en junio de 2011 la traducción de "Old Filth", que traduce como "El viejo juez" matando el chiste. Como se dice en los pueblos, corriendo van a misa los que llegan tarde. Si esperáis más, la pilláis muerta).<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:85%;">Fotografías de Kent Rogoswki</span><br /></div>Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7165708314024522295.post-20882781884730547822010-09-04T21:25:00.008+02:002010-10-02T14:22:25.351+02:00Pablo Chul entrevista a Joyce Carol Oates<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEju_5umsDuoLmqXNH3uSmngt6tmGxLWeNnLkQpKdPfaPLQ0YwEMlizeRsvk73wt9U6K9yqyZJUwtEJ5Fj3Cxmz2osc9jpydRsQsdn381dEFvpvTPzk3ziDYDPu80ZuEV-4Cb2zLWb52fj8w/s1600/Joyce-Carol-Oates+ahora.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 262px; height: 394px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEju_5umsDuoLmqXNH3uSmngt6tmGxLWeNnLkQpKdPfaPLQ0YwEMlizeRsvk73wt9U6K9yqyZJUwtEJ5Fj3Cxmz2osc9jpydRsQsdn381dEFvpvTPzk3ziDYDPu80ZuEV-4Cb2zLWb52fj8w/s400/Joyce-Carol-Oates+ahora.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5523422148820158146" border="0" /></a>
<br /><meta equiv="Content-Type" content="text/html; charset=utf-8"><meta name="ProgId" content="Word.Document"><meta name="Generator" content="Microsoft Word 12"><meta name="Originator" content="Microsoft Word 12"><link rel="File-List" href="file:///C:%5CUsers%5CUsuario%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_filelist.xml"><!--[if gte mso 9]><xml> <w:worddocument> <w:view>Normal</w:View> <w:zoom>0</w:Zoom> <w:trackmoves/> <w:trackformatting/> <w:hyphenationzone>21</w:HyphenationZone> <w:punctuationkerning/> <w:validateagainstschemas/> <w:saveifxmlinvalid>false</w:SaveIfXMLInvalid> <w:ignoremixedcontent>false</w:IgnoreMixedContent> <w:alwaysshowplaceholdertext>false</w:AlwaysShowPlaceholderText> <w:donotpromoteqf/> <w:lidthemeother>ES</w:LidThemeOther> <w:lidthemeasian>X-NONE</w:LidThemeAsian> <w:lidthemecomplexscript>X-NONE</w:LidThemeComplexScript> <w:compatibility> <w:breakwrappedtables/> <w:snaptogridincell/> <w:wraptextwithpunct/> <w:useasianbreakrules/> 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Di la lata moderada a quien corresponde para lograr algo, una cosita de nada, una nimiedad, una miguita: “¿Puede ser una entrevista? ¿Un café? ¿Qué me firme un libro? ¿Llevarle la maleta? ¿Ayudarla a cruzar la calle? ¿Algo?”</span><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Al final fue un almuerzo con periodistas, a las 14:00 horas. Perfecto. <o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Así que allí me presenté, cuarto de hora antes de la hora prevista, y allí se presentó JCO, cinco minutos después, con su intérprete y su editora de Alfaguara en España. <o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Y yo me lancé, claro, porque así somos los fans: plastas, se siente. <o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Empezamos con un poquito de cháchara social, <span style="font-style: italic;">nice and polite</span>. Que cuánto tiempo lleva en España, que si le gusta, que si Bush, que si Obama, que si muchas gracias por venir, que si Picasso, que si había estado en Barcelona y había visto una exposición de fotoperiodismo muy interesante, que si su marido estaba por Madrid haciendo fotos, que qué había estudiado yo, que si Picasso otra vez porque ella estaba pensando en usar un fragmento del Guernica para la portada de su próxima novela, <span style="font-weight: bold;">Mud woman...
<br /></span></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"><span style="font-weight: bold;"></span><o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Bueno, dije yo, pues debería ir a ver el cuadro, <span style="font-style: italic;">you know, the real thing</span>, que está en el Reina Sofía, <span style="font-style: italic;">second floor, new wing</span>. ¿Dónde dices? Pues allí mismo, al final de esta calle, en un edificio con ascensores de cristal en la fachada frente a la estación de tren. Ah, pues creo que desde allí cogemos el tren a Toledo mañana, tal vez antes o después nos acerquemos. Así que le hice un planito para que no se perdiera y pensé que le vendría bien una visita guiada, pero, en fin, ¿cómo ofrecerme sin parecer el stalker de <span style="font-weight: bold;">Pumpink-Head</span> o el de <span style="font-weight: bold;">Sourland</span>? <span style="font-style: italic;">No way</span>.<o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Ella, como los tímidos, preguntaba mucho para alargar los temas. <span style="font-style: italic;">Really nice and well-mannered, </span>y parecida a sus videos en <span style="font-style: italic;"><a href="http://www.youtube.com/watch?v=-fm77PDKgn8">youtube</a> </span>y a las fotos de las contraportadas hasta en la chaqueta blanca de gurruños, que <a href="http://www.youtube.com/watch?v=LgJ809QKmas">juraría haber visto antes</a>. Lánguida, lacia, todo ojos y con un hilo de voz y una dicción perfecta y decidida, parecía estar caracterizada de sí misma. O tal vez fuera, sin más, el efecto de reconocer en tres dimensiones y movimiento a un amigo imaginario.</span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></p><a style="font-family: georgia;" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-opdqR-vzmbEFDIGa3Aq7ug_hA3wFJXk7Fo-gxgQi1H0yB_hJL_Cscb78tmXTMutRydkeERe4S01LOTqF2NjUKe1j9i7UAgC0DCX83Vo1FYJkWIYWobG2Jj6K8nGdSTEWXa38eBaQbN5q/s1600/004.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-opdqR-vzmbEFDIGa3Aq7ug_hA3wFJXk7Fo-gxgQi1H0yB_hJL_Cscb78tmXTMutRydkeERe4S01LOTqF2NjUKe1j9i7UAgC0DCX83Vo1FYJkWIYWobG2Jj6K8nGdSTEWXa38eBaQbN5q/s400/004.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5513156454521574594" border="0" /></a><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Y, por supuesto, vi de nuevo el abismo, el misterio de la creación artística, siempre inextricable: ¿Ha salido “<span style="font-weight: bold;">A Bloodsmoor romance</span>” del cerebro de esta señora? ¿Y “<span style="font-weight: bold;">Haunted</span>”? ¿Cómo es <i>posible</i>? ¿Cómo <i>sucede</i>? Pensé en "<span style="font-weight: bold;">My sister, my love</span>", en la lobotomía de "<span style="font-weight: bold;">Zombie</span>", en el calvario de la protagonista de <span style="font-weight: bold;">"The girl with the blackened eye</span>", en la rata en el coño de <span style="font-weight: bold;">"Poor Bibi"</span>, en la mujer de "<span style="font-weight: bold;">Madison at Guignol</span>", que entra a comprarse un vestido a una tienda pija y termina hecha picadillo, y concluí: un enigma, <span style="font-style: italic;">indeed. </span></span><span style="" lang="EN-GB"><span style="font-style: italic;">To lunch now.</span><o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Y nos sentamos a comer. A su lado, la editora de Alfaguara, y al lado de ella yo, porque así somos los fans, <span style="font-style: italic;">too bad</span>. Nueve personas en total, que guardamos un silencio eclesial cuando entró el <span style="font-style: italic;">chef</span> con un <span style="font-style: italic;">speech</span> que resume el <span style="font-style: italic;">zeitgeist </span>de nuestro tiempo: os voy a dar de comer la <i>experiencia </i>de un huevo frito pero no el huevo porque el huevo es el mensaje y el mensaje el huevo.</span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Sí, pero, ¿hubo huevo? <o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Lo hubo, y fue fascinante en un nivel molecular/cultural. <o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Durante el huevo, JCO habló y respondió a ruegos y preguntas, pero el segundo plato rompió el protocolo y los periodistas, recién vueltos de vacaciones, se lanzaron a lo que de verdad interesa: preguntarle al de la lado qué tal en Denia, acordarse del hamaquero y la terracita, hablar del tráfico de Madrid, contestar al móvil, etcétera.</span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Y JCO se quedó de non, como puesta por el ayuntamiento.<o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Pero sólo por un segundo...<o:p></o:p></span></p> <p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">Porque a partir de entonces, <span style="font-style: italic;">poor JCO! </span>Entre la editora de Alfagura, que también era fan, y myself la freímos sin piedad, vuelta y vuelta. Le contamos sus novelas, sus relatos, sus ensayos y su biografía. Decidimos delante de ella cuáles nos gustaban más y, por omisión, cuáles nos gustaban poco o nada, y además le sonsacamos todo lo que nos interesaba.</span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" >
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">O casi todo. Mi misión secreta era volver a casa con la fecha de publicación de The Crosswicks Horror, pero en vano.</span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal" ><span style="" lang="ES-TRAD">No tengo ni idea, me dijo. Ahora mismo estoy con otras cosas y no sé si en algún momento volveré a tener el ánimo o la energía para retomar ese proyecto.
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;font-family:georgia;" class="MsoNormal">
<br /></p><p style="font-family: georgia;" face="georgia" class="MsoNormal">Pero, en fin, volví con mi libro firmado, material para la entrevista y cuatro extractos.</p><p style="font-family: georgia;" face="georgia" class="MsoNormal">
<br /><span style="" lang="ES-TRAD"></span></p><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD"><span style=""><span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal;font-size:7pt;" > </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD">1) De repente, sale Paul Theroux en la conversación. JCO escanea en su cerebro y dice: “Ah, sí, Paul Theroux...hmm, Paul Theroux...buff, ese escribe muchísimo. ¡Qué autor tan prolífico!”. Yo apoyo el tenedor en una merluza morada con costra de coco y pienso: la paja en el ojo ajeno.
<br />
<br />2)<o:p></o:p></span><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD"> Hablando de su novela <span style="font-weight: bold;">Blonde</span>, sobre la que están a punto de hacer una película, JCO dice: “La protagonista será Naomi Watts...hmm, Naomi Watts, <span style="font-style: italic;">you know</span>, la chica de <span style="font-weight: bold;">Mulholland Drive</span>”. “Sí, sí”, digo yo, “y la de <span style="font-weight: bold;">Eastern Promises</span>, de Cronenberg”. “Ah, Cronenberg...hmmm, Cronenberg, yo conozco a Cronenberg, que, por cierto, es un señor rarísimo, ¿verdad?” Yo clavo el tenedor en una proteína de queso, pienso lo mismo de antes y me acuerdo del relato <span style="font-weight: bold;">The Doll</span>. En fin...
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<br /><o:p></o:p></span><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD"><span style="">3)<span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal;font-size:7pt;" > </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD">Intento tirarle de la lengua acerca de <span style="font-weight: bold;">Bloodsmoor romance</span>, por si acaso en un ratito muerto se anima y decide escribir una secuela de mil o dos mil páginas. “Me encantó, <span style="font-style: italic;">you know, </span>y me partí de risa”. Modestamente baja la mirada a una cosa deconstruida y dice: “Mucha gente dice que es una novela extrema y exagerada, pero en realidad el siglo XIX era así, sobre todo para las mujeres”. Y yo me acuerdo del libro, en el que un niño se derretía dentro de la máquina del tiempo, los muertos hablaban y a una chica le crecía, de repente, un pene de veinticinco centímetros, y pienso: “¿Perdón?”
<br />
<br /></span><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD"><span style="">4)<span style="font-style: normal; font-variant: normal; font-weight: normal; line-height: normal; font-size-adjust: none; font-stretch: normal;font-size:7pt;" > </span></span></span><!--[endif]--><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD">“Ah, me encanta <span style="font-weight: bold;">Extraños en un tren</span>”, dice. “A mí me encanta <span style="font-weight: bold;">The tremor of forgery</span>”, digo, “¿no lo ha leído?” “No, no, pero qué título tan raro”. Y mientras yo le contaba el argumento, pensaba “Mmmh, título raro, título raro...¿Pero no ha escrito usted <span style="font-weight: bold;">Because it is bitter, and because it is my heart</span>? ¿O </span><span style="font-weight: bold; font-family: georgia;">How I Contemplated the World from the Detroit House of Corrections, and Began My Life Over Again</span><span style="font-family: georgia;" lang="ES-TRAD"><span style="font-weight: bold;">?
<br />
<br /></span>Esto fue ayer. Volví a casa contento, dando al <span style="font-style: italic;">replay </span>para repasar los mejores momentos y echando por lo bajinis la bronca a España, ese país donde la gente se entera de las cosas tarde, mal y sólo si se las cuenta el periódico. Pero a partir de ese momento, ¡ay!...Todos en masa, que al calor se está muy bien.
<br />
<br />En fin.
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<br />Aquí va un fragmento de la entrevista:
<br /></span><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal">
<br /><b><span lang="ES-TRAD"></span></b></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Pablo Chul</span></b><span lang="ES-TRAD">: <b><i>Ave del Paraíso</i></b> ha sido descrita como una tragedia. Si es así, ¿en qué se diferencia de una tragedia tradicional?</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Joyce Carol Oates</span></b><span lang="ES-TRAD">: Es una tragedia, pero no para todos los personajes. Eddy Diehl, el padre de Krista, es acusado de un crimen que tal vez no haya cometido, y como consecuencia es víctima de una injusticia social con un resultado trágico, pues su entorno decide que es culpable y eso le supone una tragedia vital y su posterior destrucción. Pero no es una tragedia para Krista, la protagonista de la novela, pues ella logra hacer que ese recuerdo escape y liberarse.</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal">
<br /><b><span lang="ES-TRAD"></span></b></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Pablo Chul</span></b><span lang="ES-TRAD">: Pero no hay nada heroico en el padre de Krista: ni catarsis, ni enseñanza moral...</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Joyce Carol Oates</span></b><span lang="ES-TRAD">. Su destino es trágico, sin más. Es acusado sin que tenga posibilidad de limpiar su nombre, como sucede en muchas ocasiones. Me interesan esos casos y sus consecuencias. Pensemos en el hombre acusado sin pruebas por el FBI por haber esparcido ántrax. De pronto, la opinión pública decidió que era culpable y, por supuesto, malvado. El hombre tuvo que cambiar de residencia, perdió su trabajo y posiblemente no logró remontar. No he seguido su caso y no sé qué ha sido de su destino, pero es un ejemplo más, como el padre de la protagonista de mi novela.</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">
<br /></span></b></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Pablo Chul</span></b><span lang="ES-TRAD">: Al trabajar en una novela, ¿cómo considera el estilo? ¿Lo trabaja de manera independiente? ¿Cada historia, relato o novela requiere un estilo distinto?</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Joyce Carol Oates</span></b><span lang="ES-TRAD">: Una historia se convierte en algo distinto si está narrada con un estilo diferente. La novela que estoy terminando ahora, <b><i>Mud woman</i></b>, será una historia narrada en frases largas y alambicadas, con párrafos extensos y saltos temporales, porque la historia lo exige así, pero <b><i>Mamá</i></b> tiene un estilo sencillo y limpio, como la estructura y la historia.</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">
<br /></span></b></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Pablo Chul</span></b><span lang="ES-TRAD">: ¿Y <b><i>Ave del Paraíso</i></b>?</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Joyce Carol Oates</span></b><span lang="ES-TRAD">: Sucedió algo con <b><i>Ave del Paraíso</i></b>. Yo había escrito una novela anterior, llamada <b><i>Sparta</i></b>, con la misma historia. El nombre <b><i>Sparta</i></b> tiene para mí connotaciones masculinas, y la novela era breve, escueta, directa, escrita en un estilo cortante y seco, directo, espartano. Pero murió mi anterior marido y, tras su muerte, en un período en el que no estaba segura de ser capaz de volver a trabajar, rescribí esa novela, que resultó ser la semilla de <b><i>Ave del Paraíso</i></b>. Trabajé la voz de Krista y, al modificar el estilo, la transformé como personaje, haciéndola más inteligente, más compleja y más cercana a mí. También transformé el estilo, que se volvió más sensual. La novela creció y se convirtió en <b><i>Ave del Paraíso</i></b>. Sin la muerte de mi anterior marido la novela habría sido otra, y en cierta medida siento como si su espíritu hubiera entrado en el libro y hubiera propiciado que sea como es ahora.</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">
<br /></span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Pablo Chul</span></b><span lang="ES-TRAD">: ¿Cambió en algo la historia?</span></p><p style="font-family: georgia;" class="MsoNormal"><b><span lang="ES-TRAD">Joyce Carol Oates</span></b><span lang="ES-TRAD">: Supe desde el principio cómo sería la historia, y la escribí sabiendo exactamente cuál sería el final. Debía terminar como termina, con Krista abandonando Sparta y viendo las luces de la ciudad desvanecerse en el espejo retrovisor. Era necesario que Krista huyera, y eso no cambió.</span></p><b style="font-family: georgia;"><span lang="ES-TRAD"></span></b>
<br /><span style="font-family: georgia;">....</span>
<br /><span style="" lang="ES-TRAD">
<br /><span style="font-family: georgia;">La entrevista completa está publicada</span><a style="font-family: georgia;" href="http://www.ambitocultural.es/ambitocultural/portal.do?IDM=2&NM=2&identificador=103"> aquí.</a>
<br /></span><span style="" lang="ES-TRAD"></span> Pablo Chulhttp://www.blogger.com/profile/06521082019127698360noreply@blogger.com7